«No tengo filtro: yo digo lo que pienso”. La sinceridad es una gran virtud que a veces puede meternos en problemas si no cuidamos la forma en que expresamos las ideas.
Quedarnos en silencio para evadir el conflicto nunca es una opción y, si bien expulsar cada idea tal cual viene a la cabeza puede ser liberador, esto trae reacciones y consecuencias. Entonces ¿cómo se hace para expresar desacuerdo sin desatar una hecatombe? Acá van siete consejos para comunicar ideas desde la vereda contraria.
1. Dejar la espontaneidad de lado
En el medio de una situación intensa, una palabra atolondrada puede ser la gota que rebalse el vaso. La escritura juega a favor nuestro porque nos da la posibilidad de autoeditar el desahogo antes de que llegue del otro lado.
Si bien el enojo puede ser una gran fuente de información, las emociones fuertes también mezclan todo. Entonces, tomarnos el tiempo para elegir las palabras y encauzar las emociones no es disfrazar lo que queremos decir, sino darnos espacio para pensar bien en las consecuencias de un impulso. Entonces: escribir para sacarse las ideas de encima, sí. Pero no enviar nada en ese estado de confusión.
2. Destilar las emociones
«Si el otro se enoja es problema suyo.» ¿Es tan así? ¿O hay responsabilidad en cuidar que nuestras palabras no tengan la intención de herir?
Cuando las ideas de otros contradicen las propias es común sentirlo como un ataque personal. Pero es crítico no vivirlo como una batalla entre quién está en lo cierto y quién equivocado para no caer en la tentación de ganar una pelea de argumentos.
El uso del lenguaje es clave para no poner a los lectores a la defensiva, ya que dejarnos llevar por palabras furiosas (o irónicas) solo generará un contraataque más que la aceptación del propio punto de vista.
3. Recurrir a frases constructivas
“Si edito lo que quiero decir ya no refleja lo que siento”. Una cosa es expresar desacuerdo ante una idea y otra es hacer saber el rechazo personal hacia quien está del otro lado.
Aún si se quiere expresar énfasis acerca de un tema, siempre hay que tratar de que el ida y vuelta genere un resultado positivo. Lo contrario será una pérdida de tiempo.
Sumar frases que no eviten malas reacciones del otro lado permite establecer un espacio en común para que el mensaje se reciba mejor y poder llegar a un acuerdo.
Por ejemplo, decir: “Entiendo tu punto de vista y quisiera que consideres este enfoque para aportar al tema.”
Es más constructivo que: “No es así para nada, deja de responder pavadas y lee lo que te escribo”.
O manifestar acuerdo con una parte del argumento para luego exponer la propia visión ayuda a construir consenso: “Estoy de acuerdo con X, pero podríamos investigar estas alternativas para sumar opciones.”
4. Eliminar POR COMPLETO el pronombre personal vos/tú
Comenzar las oraciones con “vos/tú mencionaste…” lleva inmediatamente el tema al plano personal (que es lo que se quiere evitar).
5. Nunca poner “siempre” y siempre evitar el “nunca”
En mis workshops de redacción profesional, cada vez que hablamos de manejar el tono por escrito, surge siempre la incomodidad de tener que adaptar la mezcla de ideas y sentimientos a una comunicación profesional.
La comunicación es una negociación de ideas; si nos movemos en extremos, caemos en lugares rígidos que solo agudizan las posiciones. Si evitamos el uso de términos absolutos (siempre / nunca) podremos expresar las ideas sin dejar a la otra persona en un lugar opuesto al nuestro.
6. Honestidad vs. agresividad
“La sensibilidad es un problema del otro”. La honestidad es una virtud, al igual que el buen trato. Si el mensaje que nos surge es visceral, entonces siempre la mejor decisión es no enviarlo porque, después del alivio de la descarga, solo generará un malestar mayor.
Y aún si del otro lado suben el tono siempre es mejor mantenerse en eje para evitar caer en arenas movedizas de las cuales nunca es del todo fácil salir.
7. «No me gusta» y otras formas rígidas
En lo profesional: ¿la honestidad sin filtro es viable? ¿O eso que llamamos genuino es en realidad una forma de crueldad?
Una cosa es expresar una idea y otra querer atacar o reducir la idea de la otra persona.
“No me gusta” “No estoy de acuerdo con la idea” son formas legítimas de decir algo, pero no logran avanzar hacia una mejor decisión porque no permite armar una idea en común.
Si buscamos expresar la verdad para que se genere un diálogo, entonces el camino es nombrar la disconformidad con especificidad. Y, mejor aún, con datos concretos que sostengan el argumento más que el propio gusto o preferencia.
Comunicar ideas no es fácil y mucho menos por escrito. Si a eso le sumamos sentimientos, la combinación puede ser explosiva si no consideramos muy bien de qué manera expresar lo que queremos decir.
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