Lo cierto es que es un tema difícil y debe ser analizado en
su justa medida. Los antecedentes a toda esta historia nos llevan a 1842,
cuando tras el Tratado de Nanking, China cedió este territorio a los ingleses.
El tratado se renovó en varias ocasiones y se fijó el año de 1997 como el
último para la devolución administrativa de Hong Kong a China. Al llegar aquel año, la Union Jack dejó de ondear en la que se ha convertido en apenas unas
décadas en una de las ciudades más bulliciosas y con mayor actividad comercial
del mundo y, tras este histórico momento, los ciudadanos hongkoneses vivieron
esperanzados bajo el lema de “un país, dos sistemas”, en referencia al sistema
comunista chino y, la experiencia liberal –tanto política como comercial- tras
su pertenencia a los vestigios coloniales de los ingleses.
Durante la estancia de los ingleses, los ciudadanos de Hong
Kong tenían ciertas atribuciones reconocidas que les permitía participar de
alguna manera en la elección de sus gobernantes. Pero este mes de agosto, China
–que en principio respetaba este acuerdo- ha decidido tomar cartas en el asunto
y matizar el acuerdo, haciendo ver que las elecciones de los gobernantes
deberían pasar un filtro procedente de Pekín.
La elección libre de los gobernantes es una de las grandes
premisas de los manifestantes que se han ido sumando esta última semana en las
calles de Hong Kong. En los primeros compases de las manifestaciones, por
causas desconocidas, los agentes decidieron cortar por lo sano las protestan y
lanzaron gases lacrimógenos y diversos materiales antidisturbios. Los asistentes
a la manifestación abrieron sus paraguas para protegerse de las sustancias
nocivas que arrojaron los agentes. La prensa internacional se hizo eco de este
gesto acuñando rápidamente el término de ‘revolución de los paraguas’.
Para muchas autoridades de Hong Kong este hecho trae a la
memoria los trágicos sucesos de Tiananmen en 1989. Es un tema sensible en la
sociedad china pues causó un fuerte impacto a todos los ciudadanos. Pero la
contención de la infección va más allá por parte de Pekín, pues como es notorio
las redes sociales guardan silencio –y no precisamente por voluntariedad
ciudadana…- en lo que respecta a las protestas.
El caso es que todos los analistas coinciden en afirmar que
las manifestaciones pueden causar un punto de inflexión no sólo entre Pekín y
Hong Kong, sino también entre la comunidad internacional pues, los Estados
Unidos y Gran Bretaña ya han hecho una llamada a la moderación por parte de la
respuesta china.
A pesar de ser un asunto doméstico, no deja de ser relevante
en el aspecto internacional. Entre los analistas expertos en asuntos chinos,
han remarcado la incertidumbre que rodea a la resolución de las demandas por
parte de Hong Kong. Nadie sabe cómo acabará el tema, pero si hay algo que está
quedando patente es que están siendo los jóvenes quienes están liderando esta
protesta y que su modus operandi está
a la altura del siglo XXI.
