Esta mañana he estado en la investidura como Doctor Honoris Causa de mi amigo Germán Velásquez, un economista colombiano que para mí es una de la personas más influyentes del mundo en la crítica de la falta de ética e irregularidades de la industria farmacéutica.
Ha sido en la Universidad Complutense de Madrid. Esta persona trabajó en la industria y luego pasó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde ha estado 20 años dirigiendo unos de los departamentos más complicados, los referidos a patentes y medicamentos esenciales.
Germán Velásquez.
Velásquez es un defensor del acceso a los medicamentos necesarios, efectivos y seguros de ese tercio de la humanidad que no puede beneficiarse de los mismos. Compartimos esa lucha, entre otras.
Germán y yo llevamos años comunicándonos y ha sido un placer compartir la mañana con él y su familia, amigos y buena parte de quienes desde una institución como la Complutense han impulsado este nombramiento.
En su discurso, el reciente Honoris Causa ha defendido la idea de que la OMS atraviesa una profunda crisis por la pérdida de su carácter público. Ha dicho que la OMS “muere lentamente” y que está en peligro.
Está produciéndose la privatización de este organismo supranacional. El 82% de su presupuesto depende hoy de “filántropos” como Bill Gates y de las farmacéuticas.
Ha puesto ejemplos como el de la gripe aviar en 2005; cómo nos anunciaron que millones de personas morirían y luego por suerte sólo fallecieron 300. ¿Falta de rigor? El “error” se repitió en 2009 con la gripe A, pandemia que nunca llegó, también por suerte.
El pelotazo con el antiviral Tamiflu fue evidente y por primera vez se hizo acopio de un fármaco del que no se conocía su eficacia, es ha dicho en su intervención (luego se supo y es casi nula). “El 90% de las vacunas que casi todos los países occidentales compraron para la gripe A se incineraron”, ha comentado.
Prueba del fracaso y práctica inutilidad de la OMS ha sido, segun él, la crisis del ébola, en la que esta institución actuó cuatro meses después de que Médicos sin Fronteras diera el aviso de la gravedad del problema.
La OMS no busca la raíz de los problema y en este caso podría estar en la agresiva industria minera que destruyó bosques en donde comenzó el brote y pudo romper el equilibrio ecológico con las consecuencias sabidas”, ha argumentado.
Otro de los ejes de su discurso ha sido la Investigación más Desarrollo que hace la industria de los medicamentos. Las farmacéuticas hacen investigación médica para lograr patentes de fármacos y conseguir con ellos altos precios. Es una investigación comercial más que científica y cada vez ha conseguido menos resultados o lo que es lo mismo que el número de medicamentos verdaderamente nuevos ofrecidos por esta industria a la sociedad ha llegado a ser casi 0 al año.
Velásquez ha puesto el ejemplo de la Hepatitis C y el medicamento Sovaldi y sus hermanos gemelos, para él que un fármaco que cuesta producirlo poco más de 100 euros se intente vender a más de 80.000 dólares (en España primero 60.000 luego 25.000 y quizá esté pagando el Gobierno unos 13.000) “no es un buen negocio es una estafa”.
Una parte de la solución para “recuperar” la OMS pasa porque sus decisiones sean vinculantes, obligatorias para los países miembros pues carece de sentido que en la Organización Mundial de Comercio (OMC) sí vinculen sus mandatos pero no los de una organización dedicada a la salud pública mundial. El único futuro de la institución, para Velásquez, sería que la OMS se reconstruya con criterios de transparencia e independencia.
En fin, que se ha concedido la citada alta distinción a una persona íntegra y coherente que no ha cejado (y no va a dejar de hacerlo pese a las presiones, que fueron mencionadas por el rector de Medicina en su discurso) de trabajar por la verdadera salud pública.