Cuando Chuck Berry abandonó la vida pública, comenzaron a aparecer determinados conjuntos de música, cuyo fin último era terminar de dar forma al género que éste había estado perfeccionando durante toda su carrera. El más cercano a Chuck es quizá el grupo fundado por los hermanos Young. Bien es cierto que, en las décadas en las que nos estamos moviendo, aparecen nombres como «Iron Maiden» o «Metallica». Sin embargo, el primero se desmarcó para convertir su música en Heavy Metal «puro», y el segundo decidió sintetizar para crear un género nuevo: el «Trash Metal».
Es, por tanto, AC/DC el grupo que continuó directamente con el legado de Berry. En los primeros discos del grupo (el mítico «Highway to Hell» de 1979, por ejemplo) se aprecia muy bien esto. Encontramos temas fieles al rock clásico, no solo al de Chuck sino al de otros grandes como Presley, por ejemplo, pero con un aditivo especial dado por el «grupo del rayo». Así fue como el grupo de los Young convirtió el Rock de los antiguos maestros en «algo más duro». «Hard Rock», llamémosle.
Desde el principio AC/DC no tuvo ningún tipo de problema para vender discos, recorrer el mundo haciendo giras, y ocupar los primeros puestos de las listas. El carismático estilo del guitarrista principal contribuía de gran manera: un «look» llamativo y provocador, articulado mediante una forma de moverse en el escenario nunca antes vista. Parecía que la electricidad de la guitarra recorría el cuerpo de Angus con cada paso que daba.
El grupo estuvo en esta nube de euforia hasta 1995. Con la salida, en ese año, de Ballbreaker AC/DC anunciaba su «desaparición». Como dijo el propio Brian Johnson: «no es una despedida. Únicamente queremos alejarnos un tiempo con el fin de reflexionar en torno a nuestra música. Queremos mejorar». Nos mantuvieron en vela cinco largos años. Periódicamente este silencio se rompía con conciertos específicamente programados, pero no era lo mismo de antes. AC/DC se había «marchado» en su punto más álgido.
Llegó por fin el 2000, y el grupo de los Young se reafirmó dando a luz «Stiff Upper Lip». Un álbum que, si bien se mantenía fiel al estilo clásico del grupo, no tuvo problemas para adaptarse a los nuevos tiempos que corrían. Nada más salir el disco, el grupo retomo su rutina; firmas, conciertos, etc. No hay más que ver el legendario encuentro que nos brindaron en Múnich. Habían regresado. Sin embargo, el tiempo no perdona. Los miembros estaban desgastados, y empezaban a perder carisma. El mundo del momento les escuchaba más por lo que eran, por su leyenda, que por la música nueva que hacían.
Después de este «pico» comenzó un periodo de descenso que Angus, aún hoy en dia, no ha sabido cerrar. Black Ice (2008) no era necesario. Que decir de «Rock or Bust» (2014). No me atrevo a ofender a los «dioses», y decir que son álbumes comerciales, pero, desde luego, se nota que son álbumes dirigidos a mantener «el motor en marcha», y no a progresar como grupo. De hecho, AC/DC ya progresó cuando tenía que hacerlo. Su momento ha pasado, y, aún con esta realidad y con los contratiempos que ha estado sufriendo el conjunto (muerte de Malcom, problemas legales del batería, sordera de Brian, etc), Angus NO «cierra el grifo». Sigue apareciendo como fantasma del pasado. No es capaz de abrir los ojos, y «cortar la corriente para siempre».