Nueva colaboración en La Charca Literaria
Imagen tomada de aquí
No, no se trata de una expendeduría de acreditaciones nobiliarias ni tampoco académicas, como podría sugerirse por el nombre que encabeza este artículo.
Me refiero a algo más sutil y sugerente, algo menos prosaico: la venta de títulos de obras literarias, aptos para ser utilizados por sus autores.
A veces nos encontramos con una buena novela pero con un título que te echa para atrás. Un nombre llamativo invita a comprarla, a leerla; pero si es inapropiado asusta al posible lector. Un ejemplo lo tenemos en “Fortunata y Jacinta”, de Galdós, una denominación horrible. Parece una novela de dos señoras pueblerinas. Debería haberse llamado, no sé… tal vez “Del prostíbulo al convento” o “Dos mujeres y un don Juan” o “Jacinta no se queda en cinta” o “Don Juanito Picaflor” o “La poca fortuna de Fortunata”. Si James Joyce hubiera conocido a Horacio, no hubiera puesto a su gran obra el estúpido nombre de “Ulysses”. ¡Una novela que transcurre en un solo día! Qué puñetas tendrá que ver Leopold Bloom, ese dublinés devorador de riñones de cordero con denso sabor a orina, con el astuto rey de Ítaca, cuya dieta pasaría más por el queso de cabra y el vino resinoso. Lo suyo hubiera sido buscar otro título más adecuado, como por ejemplo “Los ardores amorosos de Molly Bloom”.

Y así, infinidad de títulos. Los anteriormente citados nunca fueron utilizados, porque murió su creador antes de vender los derechos de uso. Así que, como no dejó herederos ni ninguna disposición en contra, pueden ustedes usarlos con total libertad para sus nuevas obras.
De nada.

