Maryclen Stelling
Es el momento de reflexionar sobre la legitimidad, ya sea que haga referencia a la validez o verdad de un asunto, ya sea entendida como la cualidad o condición de legítimo. La creencia en la legitimidad es el elemento fundamental de las relaciones de poder. Por el contrario, la ilegitimidad acarrea una crisis de legitimidad y ello comporta una ruptura del código moral, del orden político y social. Tal ruptura busca expresarse bajo diferentes formas de acción colectiva, suerte de resarcimiento de la indignación moral.La crisis de legitimidad presupone una base creciente de descontento, tensiones, desconfianza y desconocimiento de la autoridad. Una crisis política es fundamentalmente una crisis de legitimidad en la que los ciudadanos desconocen en consecuencia la legitimidad de quienes ejercen el poder político al igual que su mandato. Una vez instalada la crisis estallan conflictos latentes y tensiones acumuladas bajo la forma de protestas, movilizaciones, huelgas, guarimbas… Señales de una sociedad que comienza a transitar una crisis…
En la percepción del proceso político, los medios de información, movidos por intereses ideológicos y económicos, desempeñan un rol fundamental en el contrapunteo entre la legitimidad e ilegitimidad. Desde el empeño en demostrar una crisis de legitimidad, el bombardeo mediático promueve la desconfianza, desaprobación y desconocimiento de instituciones y autoridades. “Crisis económica y apatía de los partidos atentan contra Parlamentarias. Ni el gobierno ni la oposición despiertan interés en votantes”.
Las noticias describen una crisis en la que estallan las tensiones y conflictos que se encontraban latentes. “Por la libertad de los presos estudiantes retomaron la calle; Piden justicia para 25.000 víctimas de la inseguridad”. Se procura demostrar una erosión progresiva del sistema de autoridad y el crecimiento de las dudas de la ciudadanía sobre su legitimidad.
Con una clara intencionalidad política, apuntan a reseñar y demostrar una crisis multidimensional en la que se rompe el funcionamiento del sistema político, dando paso a situaciones de incertidumbre e inestabilidad institucional, que ameritan el reacomodo del sistema a nuevas condiciones. Y cuando el poder pierde su legitimidad deja de ser poder.