Calle Amenal 12
15821 Arca do Pino (La Coruña)
Habitación: 103
Fecha de entrada: 12/11/2016 Tarifa: 50 A+D
En el mismo Camino de Santiago, y frente a la carretera, un conjunto de edificaciones engloban un moderno hotel y un restaurante con cafetería. Todo ello relativamente nuevo y rodeado de jardines y de una zona de parking. Las paredes de la cafetería en piedra antigua. El hotel, de corte más moderno en tono marrón claro con largas ventanas de aluminio oscuro.
Aunque teníamos reserva hecha desde hacía tiempo, al llegar encontramos el hotel cerrado. Nos dirigimos a la cafetería y allí, una joven alemana, en perfecto español nos explica que han perdido la reserva, pero que tienen habitaciones disponibles. Aunque le cuesta bastante rato rellenar los datos en el ordenador y dar de alta las habitaciones, al final nos acompaña por una escalera interior hacia el hotel. Atravesamos el jardín y tras dos puertas de aluminio verde y cristal llegamos a la recepción. En ese momento pagamos la estancia, porque la recepción no está siempre atendida. No es muy grande. Pero es fría. Hace frío. Es muy luminosa, porque su pared más grande es de cristal con vistas al edificio de restaurante/cafetería y a la carretera. Un mostrador pequeño, situado frente a la puerta, y decorado con motivos jacobeos. Varios radiadores bajitos, situados alrededor de la estancia, que cláramente no funcionan. Paredes en color rojo oscuro. Las escaleras que suben hacia el primer piso. Las que bajan al sótano, donde hay una lavandería para los peregrinos. Dos enormes butacas con unos aparatos para darse masajes en las piernas, y una mesa con folletos e información turística completan el recibidor. Allí, la simpática y amable alemana nos entrega las llaves, nos explica el horario de la cena, del desayuno y el wifi que funciona velozmente el todo el edificio con una clave que está anunciada en algunos carteles en las paredes. A la izquierda se abre un pasillo donde están las habitaciones de esa planta. Paredes rojas, puertas de madera oscura y ventanas al jardín. La puerta de la habitación nos deja ante un pequeño pasillo. A la izquierda, la puerta del baño, también oscura y un par de pasos más adelante el dormitorio. Hace frío. Giramos el termostato de la calefacción (no hay aire acondicionado) y el radiador enseguida se enciende y caldea la estancia. Suelo de madera clara. Bien conservada. Paredes pintadas de blanco pero llenas de manchas de golpes de maletas, de roces... A la izquierda las dos camas, bajo un cabecero de madera oscura casi negra en el que se empotran sendas mesillas, algo pequeñas. Sobre una de ellas un teléfono. En ambas interruptores para apagar todas las luces y un enchufe. Por encima del cabecero un par de lámparas de noche. Correctas para dar un toque de calidez a la iluminación de la habitación, pero algo escasas para la lectura. Encima del cabecero, un cuadro abstracto. La luz del techo, con puntos halógenos es algo fría. Las camas aparecen vestidas con unas limpias sábanas blancas y una manta, y recubiertas por unas sucísimas colchas de color calabaza llenas de quemaduras, manchas... El colchón nota ya el paso de muchos huéspedes y quizá esté algo combado hacia dentro. La insonorización exterior es adecuada, especialmente porque la carretera ni se escucha. Pero la interior es muy mejorable. Se escucha todo lo que pasa, hasta la vibración de un móvil, en la habitación de al lado. Frente a la cama hay un armario empotrado de doble puerta con colgadores una balda. Al lado el potente radiador. Delante de él un maletero de madera y junto a él una mesa escritorio con dos sillas bastante cómodas para trabajar. En la mesa una pequeña y destartalada lámpara con pantalla clara. Sobre el escritorio,en la pared, una pequeña televisión de plasma. Bajo él, una papelera. Junto a la mesa está la ventana. De dos cuerpos, uno sobre otro. Aluminio verde. Una cortina en tonos arena cubre el foscurit que para por completo la luz exterior. Vistas a la zona de aparcamiento y a la carretera. El baño también resulta moderno. Alicatado hasta media altura con baldosas de tonos verdosos. Suelo verdoso también. A la izquierda de la puerta, un lavabo sobre el que hay un espejo con un doble aplique blanco de luz. Una repisa de cristal ofrece dos vasos y una cestita de mimbre una pastilla de jabón y par de sobres de gel/champú. A continuación el inodoro, y en la pared del fondo una baja bañera con ducha. Cortina de tela, que siempre resulta antihigiénica, aunque no parece muy sucia. Dentro, una ducha rematada en un teléfono de plástico blanco. Presión y caudal muy mejorables. Junto al lavabo en un toallero hay dos toallas de manos, y en la bañera, en otro toallero dos de baño. Limpias, pero algo viejas ya. Llevan demasiados lavabos. En el techo un extractor de aire que se activa automáticamente con el interruptor de la luz. El baño está lleno de mosquitos. Durante un rato, con una toalla vamos matando hasta 10. Dejando los cadáveres por todo el baño. Pensamos que hemos acabado con todos, pero durante la noche, o reviven, o vienen más porque a la mañana siguiente hay otros tantos rondando. El radiador que tiene el baño se agradece especialmente por la mañana, ya que encontramos, aunque con mosquitos, caliente la estancia. Como queríamos salir muy temprano del hotel, la alemana nos ofrece la posibilidad de organizarnos un pequeño desayuno que nos deja en la habitación en una bolsa (zumo, agua, un plátano, unos dulces y un trozo de bizcocho). No hay despedida a la mañana siguiente, porque no hay nadie en la recepción, así que cerramos la puerta de la habitación, salimos por la puerta del hotel, y seguimos nuestro camino.Calidad/precio: 4 Servicio: 8Ambiente: 4
Habitación: 5
Baño: 3
Estado de conservación: 5
Desayuno: 5
Valoración General: 4.5