POL&GRACE HOTEL (****)Guillermo Tell 4908006 BarcelonaHabitación: 402Fecha de entrada: 31/01/2024Tarifa: 140€ (SA)En la zona alta de Barcelona, junto a la bulliciosa y popular Plaza Molina, rodeado de comercios y restaurantes en una esquina encontramos un edificio de ladrillo rojizo, siete alturas y ventanas cuadradas de aluminio oscuro, empotrado en una manzana. El bajo del edificio está completamente acristalado, con algunos visillos, que deja ver desde el exterior la zona de recepción y espacios comunes de la planta baja. Entre dos enormes macetas encontramos la gran puerta de cristal automática con el logo del hotel vinilizado en la misma. Dentro, a la izquierda una pared con un enorme cuadro negro, al fondo el ascensor, y hacia la izquierda la recepción. En primer lugar una mesa en forma ovalada con dos puestos de trabajo y unas sillas hace de mostrador. Tras ella, una zona con cómodos sofás en piel de color oscuro, varias mesas y algunas lámparas. Una larga estantería abierta a los dos lados ofrece varios libros de lectura y algunos objetos de decoración y al otro lado de esta una zona con mesas de trabajo y un honesty bar con café, agua e infusiones de cortesía a lo largo de todo el día. En la recepción nos tutea una joven pelirroja. Parece ser el código establecido por el hotel, porque todos los empleados utilizan el mismo modo. El proceso de registro es tan rollo como siempre. Quizá algo frío y distante. al menos es rápido. Nos cobra la estancia y nos entrega la factura. Firmamos un cartoncito en el que está la tarjeta negra que hace de llave de la habitación. Nos indica el funcionamiento del wifi, que es gratuito y veloz en todo el edificio, el horario del desayuno y del resto de servicios del hotel y nos advierte que nos han asignado una habitación superior.Giramos hacia la derecha para acceder al ascensor. De puertas de metal automáticas. Enorme. Oscuro. Paredes de metal, unas puertas que se abren a un lado para acceder a las plantas de las habitaciones, botonadura metálica (cada piso tiene un nombre) y sobre el espejo, pintado con rotulador un anuncio sobre el desayuno que se sirve en la planta -1. Las puertas se abren a un espacio con paredes y puertas en blanco que contrasta con la moqueta negra del suelo. En cada puerta hay un cartel con el número de la habitación y una cartulina verde con los datos de la artista que decora el interior de la habitación. Apenas media docena de habitaciones por planta y una puerta de acceso a un almacén. La sensación del ambiente es de reforma algo tosca, lo que se nota en la pintura de las paredes y puertas, en las juntas de los marcos...Introducimos la tarjeta negra con el logo del hotel en la ranura del viejo pomo metálico de la puerta. Una vez dentro, paredes y techo pintados en gris oscuro en el primer tramo del pasillo. Suelo de cuidada y nueva madera muy limpia. En el lado izquierdo encontramos la ranura para activar la luz y algún interruptor y la puerta del baño en madera blanca. A la derecha, un aplique de luz en metal blanco y curioso colgador de ropa en madera blanca, para dejar el abrigo... La sensación del pasillo es algo oscura, pero el blanco del dormitorio (en muebles, paredes y techo) ilumina bien la estancia transmitiendo también la misma sensación de reforma rápida que notamos en el recibidor.
Tras los tres o cuatro pasos del pasillo, llegamos al dormitorio. De espacio ajustado. En el lado izquierdo, remetido en la pared hay un sofá cama de madera blanca, con asiento tapizado en tela gris y varios cojines algo más claros. En uno de los lados de la pared, encontramos el desvencijado termostato para el aire acondicionado. La temperatura de la habitación es correcta sin necesidad de él, pero toquiteandolo, no terminamos de conseguir que funcione. A los pies del sofá cama hay una mesa redonda lacada en blanco.
A continuación, en la pared derecha se sucede una pequeña repisa de madera blanca sobre la que hay una caja de luz. Por encima, colgando de la pared, una televisión de pantalla plana y un par de láminas enmarcadas. Al final de la repisa, en un armario de madera blanca, el minibar con buen surtido. Sobre él, una red metálica colgada de la pared con varios papeles de color verde que explican los servicios del hotel y el funcionamiento de algunas instalaciones. Además, se ofrece sin más una botella de agua mineral grande.
Toda la pared del fondo aparece recubierta por un suave visillo blanco. Tras él, una gran ventana de aluminio marrón bastante moderno con vistas a la entrada principal. Se cierra bien y se protege con una ligera persiana metálica, que aísla bastante el ruido de la calle.
En el lado izquierdo encontramos la cama. Grande y generosa. Blanca. Situada sobre un antiguo canapé de madera blanca, lacado, que imita cajones. Cómodo colchón vestido con un suave nórdico y cuatro almohadas de distinta dureza. Todo empotrado contra un largo cabecero de madera de media altura también en blanco, recorrido en su parte de arriba por una tira de led que ilumina cálidamente el espacio. Por encima de él, en la pared blanca aparece un mural abstracto en blanco y negro con ciertos motivos vegetales. Empotrados en la madera del cabecero enchufes e interruptores disponibles y sendos focos metálicos dirigibles para la lectura en la cama. Entre el led, los focos metálicos y la caja de luz que hay bajo la televisión se consigue un cálido efecto lumínico. A cada lado de la cama, dos sencillas mesillas metálicas redondas. En una de ellas se presenta el mando a distancia de la tele, y en la otra además de un teléfono, un par de revistas. La insonorización exterior mejora mucho con la persiana bajada. Pero la interior es escasísima. Se oyen todos los movimientos del pasillo y las habitaciones contiguas. Para colmo, de madrugada, alguien mueve cajas y bolsas en el almacén que hay en la planta con el consiguiente ruido.
La pared restante aparece cubierta de techo a suelo por dos puertas correderas pintadas en blanco, bastante deterioradas, que protegen el generoso armario. En un lado la caja fuerte y una cajonera. En el otro, un colgador largo con media docena de perchas antirrobo de madera.
Tras una vieja puerta de madera, con antigua manivela metálica, lacada en blanco, entramos en el baño. Limpio y correcto aunque bastante espartano. El techo negro y los escasos tres puntos de luz situados sobre el lavabo lo hacen algo oscuro. Además al activar la luz se activa también un molesto extractor de aire anclado al techo. En el lado derecho una encimera me granito color arena acoge un lavabo de porcelana blanca y grifo monomando. Sobre ella dos vasos de cristal, dos botes con jabón de manos y crema hidratante y dos toallas de mano. En la pared de la derecha un secador de buena potencia. Encima del lavabo y hasta el techo un generoso espejo. Por debajo del lavabo una papelera de de pedal en metal.
Detrás de la puerta queda el bidet, y el inodoro, también en porcelana blanca y algo pequeño. Está ubicado tan cerca de la pared que resulta un poco incómodo sentarse en él. Entre ambas piezas de porcelana blanca, un portarrollos metálico anclado a la pared de baldosas color arena. En la pared del fondo encontramos la bañera, protegida por una mampara móvil de cristal. En su interior un toallero recoge dos buenas toallas de baño blancas, de buena calidad y presentación, que junto con el pie de ducha completan el juego de lencería. Anclado a la pared un bote de champú/gel. La grifería, bastante cuidada se remata en una ducha de teléfono bastante cuidada. Temperatura, caudal y presión son absolutamente excepcionales. Al tratarse de una bañera remetida en la anterior, el grifo de la ducha queda demasiado bajo para los que somos demasiado altos.
Por la mañana en la recepción nos atienden dos jóvenes, sentadas en su escritorio, con la clásica pregunta sobre el minibar. Poco más.
Calidad/precio: 7.5Servicio: 7.5
Ambiente: 7
Habitación: 7
Baño: 8
Estado de conservación: 7.5
Desayuno:
Valoración General: 7.5