HOTEL VALVERDE, Hotel Boutique como en Nueva York
En la bulliciosa Avenida de la Liberdade encontramos el Hotel Valverde, (inaugurado en septiembre de 2014), un verdadero oasis de diseño que ya encabeza la lista de los alojamientos más chic de la capital portuguesa. Su directora, Adélia Carvalho, nos explica con efusión un proyecto que comienza con la renovación total de un emblemático edificio a manos de los arquitectos José Pedro Vieira y Diogo Rosa Lã y que busca revolucionar la manera de entender la hotelería en Lisboa.
Habitaciones: 25 cuartos, cada uno de un color diferente y dotado de su propia personalidad, en los que encontramos apuntes vintage y contemporáneos. Destaca la Suite Valverde situada en la sexta planta, con vistas a los tejados de Lisboa y el Castelo de São Jorge. Atención a su cuarto de baño, donde no podrás evitar la tentación de sumergirte en su sublime bañera.
¿Por qué nos gusta? Por su aire urbanita y sofisticado, por sus piezas de arte desperdigadas aquí y allá y esa sensación de confort y lujo discreto.
Qué no te puedes perder: sus cenas temáticas en su restaurante, Sitio Valverde, amenizadas con fado (martes y sábado) o jazz (jueves). Muy recomendable el brunch del domingo acompañado de jazz y bossa nova.
Un plus: su patio urbano con muebles de diseño y piscina que podría estar perfectamente en medio del Soho neoyorkino.
El apunte de la directora: su fantástico servicio de té cuyas piezas están a la venta.
Perfecto para: ejecutivos en viaje de negocios y parejas en fin de semana chic.
¿Dónde? En la Avenida de la Liberdade, la arteria más señorial y monumental de la ciudad y a un paso de las zonas más turísticas. (Av. da Liberdade, 164. 1250-146 Lisboa).
"Lisboa es una vieja dama que necesita ropa nueva", nos dice en un perfecto portugués Heleen Rosa da Silva, una holandesa afincada desde hace años en la capital lusa. El hotel Santiago de Alfama, inaugurado en julio del año pasado, es su pequeña contribución al 'fondo de armario' de la ciudad y la manera de mostrar la misma pasión que ella siente por su decadente belleza.
Habitaciones: 19 cuartos cada uno diferente pero todos bañados por los contornos del rio Tajo. La decoración es abordada de forma simple y elegante: piezas confortables, colores claros que reflejan los infinitos matices de la luz atlántica que se cuela a raudales por los grandes ventanales. Cada habitación nos sorprende con un detalle inesperado: un jardín vertical obra de Luis Rebelo de Andrade, una espléndida bañera volcada sobre el azul del rio...
¿Por qué nos gusta? Por ser el hotel más romántico de Lisboa, por la sensación de estar en otro universo y por la infinidad de imprevisibles detalles como la escalera romana en uno de los pasillos.
Qué no te puedes perder: la pequeña terraza casi escondida, perfecta para una cena en la intimidad, para volver a creer en el romance o simplemente reconciliarse con el mundo.
Un plus: su restaurante A Fabrica de Santiago, comida portuguesa con toques exóticos de la gastronomía de las antiguas colonias portuguesas de la mano del chef Carlos Robalo. Presentación llena de detalles y producto muy fresco.
El apunte de la dueña: escrutar desde la ventana el insuperable espectáculo de los barcos arribando a puerto al amanecer.
Perfecto para: parejas, familias, bohemios en busca de inspiración o simplemente todos aquellos que aprecien la belleza.
¿Dónde? En la amalgama de calles del barrio de Alfama. (Rua de Santiago 10 a 14).
Frederic Coustols, un excéntrico mecenas moderno, llegó a Lisboa en 1994. "Por favor", le dijo al taxista, "lléveme al edificio más imponente que tenga que ser restaurado". El conductor no dudó en dejarle a la puerta del Palacio Belmonte, una propiedad de más de 3000 m2 que perteneció a Álvares Cabral, el descubridor de Brasil. Diez años y 28 millones de euros más tarde el Palacio Belmonte estaba listo para recibir a los primeros visitantes.
Habitaciones: sólo 10 habitaciones decoradas por el propio Frederic y su esposa, Maria Mendoça, artista plástica portuguesa. Antigüedades y piezas de diversos estilos para una decoración ecléctica donde destacan materiales nobles y respetuosos con el medio ambiente. En los cuartos de baño es raro encontrar duchas, "aquí 'obligamos' a nuestros huéspedes a hacer cosas que no hacen normalmente en su casa como darse el placer de tomar un baño", nos dice María.
La joya de la casa es la habitación del Padre Himalaya, construida en lo alto de una torre romana, y cuyas vistas 360 grados de la ciudad te dejarán sin habla.
¿Por qué nos gusta? Por su historia de gloria y esplendor, por su ambiente de belleza decadente tan portuguesa, por sus impresionantes vistas y porque, hay que decirlo, es el hotel de lujo más peculiar de Lisboa.
Qué no te puedes perder: su café literario con su ambiente bohemio y su piano.
Detalles que impresionan: los nada más y nada menos que 30.000 azulejos del siglo XVIIIrepartidos en 59 paneles, obra de dos grandes maestros de la azulejería portuguesa. Los azulejos se fueron cayendo a lo largo de los años y se volvieron a colocar de forma errada, de tal manera que se tardó más de dos años en volver a recomponerlos correctamente. Uno de los paneles se dejó en el estado en que se encontró para mostrar al visitante la prolijidad de la tarea.
Perfecto para: a quien no le gusten los hoteles, detesten las televisiones de plasma o el chocolate en la almohada y busquen una experiencia completamente única y diferente. Los más ilustres personajes del universo artístico y literario son sus huéspedes regulares y aunque hemos jurado y perjurado no desvelar nombres, aquí va uno, Jeremy Irons.
¿Dónde? Al lado del Castelo de São Jorge, en Alfama. (Pátio de Dom Fradique, 14).
"No estamos en la industria del sueño sino en la de hacer soñar", es el inspirador manifiesto de Rodrigo Machaz, el creador de la insignia Memmo Hotels, que inauguró su primer hotel en 2007, en Sagres. En 2013, este emprendedor, con sangre hotelera en sus venas, inaugura el Memmo Hote l en Alfama, el primer hotel boutique de la capital situado en esta zona.
Habitaciones: 42 cuartos con vistas al río Tajo y al tradicional y pintoresco barrio de Alfama. Estilo depurado contemporáneo con toques de diseño como las neveras Smeg.
¿Por qué nos gusta? Por sus detalles tan portugueses como los productos de higiene de los baños y la carta de vinos del bar, por su perfecta integración en el castizo barrio de Alfama, por su afán por ayudarnos a conocer lo inédito de la ciudad...Y porque, reconozcámoslo, tomarse un buen vino en esa terraza de ensueño es una experiencia única.
Un plus: la llamada Lisbon story, una confortable sala donde encontrar toda la información posible para explorar todos los recovecos de la ciudad.
Un detalle imprescindible, la obra realizada en la fachada por el artista de arte urbano más internacional de Portugal, Vhils, a partir de una técnica única que le ha hecho famoso en el mundo entero.
Perfecto para: aquellos que busquen la autenticidad sin renunciar al diseño y la comodidad.
¿Dónde? Al lado del Castelo de São Jorge, en Alfama. (Travesía Merceeiras, 27).
Hoy es uno de los edificios más interesantes de la ciudad, pero lo cierto es que la historia de este bello palacio de estilo neomorisco no comenzó demasiado bien: a finales del siglo XIX, João Antonio Santos, un hombre de negocios que hizo una gran fortuna en Brasil, decidió construirse un opulento palacete en Lisboa. El resultado dejó, por su rareza arquitectónica en la época, atónitos a propios y extraños y fue calificado por la cámara de la ciudad como un verdadero espanto. Para colmo, la mujer del rico comerciante se negó a vivir en el palacete alegando lo incómodo de su acceso. Resultado, el pobre hombre nunca llegó a vivir en la casa de sus sueños y el palacio acabó convirtiéndose en la sede de diversas compañías comerciales. Los años pasaron hasta que una pareja de apasionados de la historia decidió devolverle todo su esplendor convirtiéndolo en un hotel boutique.
Habitaciones: solo seis suites con vistas únicas sobre el río. Decoración fastuosa. Destaca la Suite Grand Torreâo cuya terraza es el escenario perfecto para un desayuno con una de las mejores vistas de Lisboa.
¿Por qué nos gusta? Porque es una pequeña joya difícil de encontrar en la amalgama de callejuelas de Alfama, por su extraordinaria vidriera colorida a la entrada y por su servicio ultra personalizado.
Qué no te puedes perder: su brunch del domingo en el magnífico Salão de Chá se ha convertido en uno de los preferidos de los lisboetas. Imperdible.
Un plus: la terraza donde se tiene la sensación de colarse en el pasado, perfecta para dejar el tiempo correr.
Perfecto para: cazadores de tesoros y parejas
¿Dónde? En una empinadísima calle del barrio de Alfama. (Travesía do Chafariz de El-Rei, 6).