Revista Cultura y Ocio
"Nada dura para siempre. Ni la risa, ni la lujuria, ni siquiera la vida en sí. Para siempre, no. Por eso le sacamos el máximo jugo a lo que tenemos.
¿Por qué desperdiciar la vida buscando un epitafio? "Te recordamos con cariño." ¿Quién salvo un idiota quiere algo así cincelado sobre su cabeza? No es más que incontinencia sentimental. Enfrentémonos a los hechos: la vida es un juego que suma cero y es mediante la política como decidimos quién gana y quién pierde. Y, nos guste o no, todos somos jugadores.
"Respetado por cuantos le conocían." Otro lloriqueo monumental. No quiero eso en mi lápida. No es el respeto, sino el miedo lo que motiva a un hombre; así se construyen imperios y se ponen en marcha revoluciones. Ése es el secreto de los grandes hombres. Cuando un hombre tiene miedo de que lo aplastes, de que lo destruyas por completo, su respeto siempre vendrá detrás. El temor más elemental siempre es embriagador, abrumador, liberador. Siempre es más intenso que el respeto.
Siempre."
A veces, conocemos una novela siguiendo la estela de su éxito en el cine o la televisión. A veces, suponemos que haber visto esa adaptación, va a provocar que no disfrutemos igual del libro. Y, a veces, nos equivocamos al creerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, House of Cards.
Conocemos a Francis Urqhart, whip del partido Conservador inglés. Su trabajo como whip consiste en asegurar la disciplina entre los diputados del propio partido, lo que en la práctica suele significar conocer sus secretos. La reelección como Primer Ministro de Collingridge parece su gran oportunidad para conseguir un puesto relevante en el partido, cuenta con la promesa del propio Collingrigde. Sin embargo, éste se ampara en los pocos votos conseguidos en lo que ha sido una victoria con tintes de réquiem para faltar a su palabra. Francis se siente engañado, ultrajado, desposeído de un puesto que no llegó a disfrutar, y tiene una cosa clara; merece dejar de estar en un segundo plano. Se lo deben. La ambición y el poder que le proporciona su puesto serán sus armas para conseguir su propósito. Sólo tiene que comenzar el juego que mejor domina; los secretos políticos.
Esta novela aparece originalmente en 1989 con un éxito más que considerable. De hecho, poco tardó en ver la luz una adaptación en forma de miniserie para la BBC que se vio recompensada con varios premios. Hace poco, esta vez desde Estados Unidos, ha llegado una nueva adaptación del libro protagonizada por Kevin Spacey. Una cosa estaba clara, la historia es buena. Como no voy a hacer de esta reseña una comparación entre adaptación y libro, me limitaré a decir que sería una pena perderse el texto escrito por haber visto la serie. Tiene muchas diferencias. Las suficientes.
La novela es un thriller político llevado con un pulso magistral por un protagonista como pocas veces me he encontrado. Francis es sencillamente maestro, uno de esos personajes difíciles de olvidar que cruza la línea de lo maquiavélico a lo malvado y aún así consigue poner de su parte a un lector que es plenamente consciente de la naturaleza de sus acciones. Cuajado de frases a modo de reflexiones del propio protagonista, pronto nos descubrimos sonriendo ante la mordacidad de las flechas que lanza sobre un mundo político que reconocemos perfectamente como nuestro. Comenzamos el libro con cautela, temerosos de perdernos en la maraña de cargos que van quedando despejados y colocados con una eficacia milimétrica para ahorrarnos el camino, y vamos descubriendo las flaquezas de cada uno. Francis es malo, sí, pero no un malo cualquiera... es malo de verdad, de esos que serán capaces de lo que haga falta por conseguir su propósito: un tiburón en un mundo de tiburones. Y nos enseña los dientes mientras comenzamos a dudar de si queremos que triunfe realmente el bien, porque a fin de cuentas ¿qué es el bien dentro de ese mundo podrido?, ¿quién no haría lo mismo ante una traición?
La historia crece a un ritmo endiablado mientras comenzamos a temer que se desmorone ese castillo de naipes que nos anunciaban en los títulos, aunque en realidad ya no lo tememos, lo deseamos. Una trama que nos hipnotiza, llena de letras magnéticas que nos obligan a avanzar un poco más. Francis estará además acompañado por Mattie, una mujer que comienza en el mundo del periodismo y que lucha con otro tipo de ambición por abrirse paso en un difícil mundo de hombres. Dispuesta a todo, como él, dispuesta a llegar a él, nos llevará a preguntarnos quién usa a quién. Pero no nos confundamos buscando buenos... porque posiblemente nuestra búsqueda será en vano.
El juego a comenzado, y como decía un famoso locutor: si parpadeas te lo pierdes.
House of Cards es una novela que no puedo dejar de recomendaros. Olvidad las series, olvidad lo que habéis visto, porque os sorprenderá igualmente. No hay que dejarla pasar.
Y vosotros, ¿os resulta difícil acudir a un libro si antes habéis visto su adaptación a la pequeña o gran pantalla?
Gracias