Revista Belleza

Hoy Brindo Por La Alegría De Lo Incómodo

Por Mariola Azores De Bustarviejo @MariolaAzores
Hoy Brindo Por La Alegría De Lo Incómodo
Hoy, último día del año, quiero brindar contigo por la alegría de lo incómodo, que todo lo pone del revés. Que nos cambia la mano derecha por la izquierda, lo de abajo lo pone arriba y nos hace caminar de espaldas pero mirando hacia  adelante. A veces lo incómodo nos obliga a levantarnos de un blando sillón y cambiarlo por un duro taburete sobre el que al principio nos sentaremos refunfuñando y haciendo equilibrios para no caernos. Pero es en ese despertar de nuestro aletargamiento donde encontraremos la alegría de lo incómodo, que a pesar de serlo, nos hace sentirnos vivos de nuevo.
Y por la alegría de lo inadecuado, que nos convierte en niños malos. Que nos libera de los filtros que nos acartonan a los adultos; que nos convence para que le demos una patada en el trasero a los convencionalismos. Y como resultado de ello ya no distinguimos entre lo que no se puede hacer y lo que se debe hacer; entre lo que hay que decir y lo que tienes que callar. El precio a pagar por tanta insolencia es alto. Hace ganar antipatías, cejas levantadas y miradas de desprecio. Aún así a veces merece la pena abrirle la jaula a lo inadecuado: atrae hacia nosotros la admiración y la lealtad de las peores compañías, las que no temen sacar los pies del tiesto, esa gente que está un poco loca y cuya propia insolencia resulta tan contagiosa cuando entras en contacto con ella.
Y por la alegría de lo inesperado, que nos obliga a reaccionar en segundos a lo que de otra forma hubiéramos demorado eternamente. Que hace retumbar de incertidumbre tu segura trinchera donde solo ocurre lo de siempre. Que vuela como una granada de mano cargada de polvo de estrellas para sembrar un desconcierto maravillado en un insulso miércoles y darle la vuelta sin remedio a la semana, incluso al resto de tu vida. A veces, cuando el pecho recibe con un sobresalto la metralla de lo inesperado, lo único que salta por los aires es la capa de aburrimiento letal que se había enquistado en el corazón.
Y por la alegría de lo insólito, que pone a prueba tu amplitud de miras y de oído. Que le da collejas a tus prejuicios; que te convierte en un ferviente creyente de lo increíble. A veces lo improbable se esconde entre los suaves almohadones de la normalidad para cogerte desprevenido... y ¡zas! en ese mínimo espacio de tiempo que abarca un pestañeo lo insólito se cuela en tu retina cartesiana, en la que queda fijada por siempre el deseo de volverse a topar con lo extraordinario.
Y por la alegría de lo improvisado, por su extraña magia que nos arrastra y nos empuja. Que no te permite pensar si tu respuesta va a ser que sí o va a ser que no. Que venga, que te muevas, que hoy no hay espacio para el "ya lo vamos viendo" o para el "ya te digo algo". A veces lo improvisado se convierte en la sacudida perfecta que te arranca de las manos las rígidas riendas del control. Que vacía tu cabeza de inconvenientes y te transforma en un contorsionista mental: Sé el agua que se convierte en la taza, el agua que se convierte en la botella, el agua que se convierte en la tetera.  Be water, my friend.
Y por último hoy quiero brindar contigo por la alegría de lo incierto, que ensancha tu margen de aceptación para acoger las sorpresas y los cambios. Que te anima a tomar decisiones que no puedes basar en certezas absolutas. Que te susurra que para vivir, vivir de verdad, hay que hacerlo con un ojo abierto y el otro cerrado.
Muy Feliz Año para ti, que siempre me lees.
Y también para ti, que has llegado hasta aquí de casualidad.
Tenemos todos por delante doce meses para salir de nuestras zonas de confort;
¿nos ponemos a ello y a ver qué pasa?


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