Pues resulta que una de nuestras niñas se fue en Febrero de viaje a Roma. En la sucursal bancaria donde había que hacer los ingresos, justo al lado del cajero, había dos recipientes con la misma maravillosa y frondosa planta de hojas pequeñitas; uno con tierra y otro con agua. Nuestra primera intención fue pedirle al caballero que nos atendió, si era posible que nos cortara una ramita. Pero, ¿y si se negaba? teníamos claro que de allí no nos íbamos sin nuestra mata... Obviando aquello de "pedid y recibiréis", con mucho disimulo, tronchamos un par de trocitos de una ramita, que fueron a parar directamente al bolso junto con el comprobante del pago.
Nada más llegar a casa las pusimos en agua y en una de esas botellas precisamente... Ha sido con la llegada de nuestra lámina botánica, que visualizamos el buen trío que la planta, el vidrio y esos dibujos podrían hacer. Lo demás llegó solo; recortar las imágenes con las que iríamos a realizar el decoupage en cada frasco. Cola diluida con un poco de agua para fijar el dibujo al cristal y barniz mate (no queremos que brille, sino que conserve el aspecto vintage original), encima de la misma para protegerla. Ah!, y lijar los bordes para que el corte del papel no se vea tan delimitado.
Nos gusta decorar someramente las botellas...
..., para que la planta no pierda protagonismo...
..., ¡ni sus raíces!, tan finas y transparentes que también son preciosas de contemplar.
Ahora solo queda esperar a que se reproduzcan, ojalá de aquí podamos seguir sacando matitas que incluso agarren en tierra.
De esta manera, el hurto habría valido la pena... Confiamos en que esto no salga de aquí ¿eh?
¡Feliz fin de semana!
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