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Hoy se celebra el “Día de Europa” y en realidad, y pensándolo fríamente, los ciudadanos comunes y corrientes tenemos poco que celebrar.
El sistema en que vivimos es una compleja maquinaria que, si en algo funciona espectacularmente bien, es en el adoctrinamiento y aborregamiento de la población. Respecto a la Comunidad Europea, ya existe toda una generación de ciudadanos que no han conocido a sus propios países como naciones soberanas e independientes como las hemos conocido los que contamos ya unos años.
Naciones soberanas que gestionaban sus propias fronteras y sus propias políticas (al menos mucho más que ahora) y que no debían obediencia a organismos centrales supranacionales como un gobierno, unas administraciones o un banco central europeos.
En el caso de España, que es un país con el suficiente potencial como para haber permanecido independiente del globalismo europeo, el empeño del franquismo de la última época y de los gobiernos de la democracia demostraron un interés en “ser europeos” que, una vez materializado y con el paso del tiempo, se ha demostrado como un error mayúsculo para nuestra propia independencia y soberanía como nación, pero un espectacular acierto para quienes pretendían convertir a España en un gigantesco supermercado donde colocar los productos franceses y alemanes desde principios de los ochenta (y en no pocas ocasiones artículos de saldo y obsoletos de la década de los setenta) y en un tremendo acierto para quienes buscaron desde un principio el enriquecerse a base del pillaje de los recursos que la comunidad europea dedicaba como subvenciones para contentar a un sector agrario e industrial al que había que frenar para que no fuera competencia real contra Francia e Italia.
Todo esto lo ignoran quienes tienen ahora entre veinte y treinta años. Pero los que somos más mayores podemos recordar cómo se encareció absolutamente todo desde que adoptamos el maldito Euro como moneda globalista, o como perdimos autoridad sobre nuestras fronteras porque, con la excusa del libre tráfico de ciudadanos europeos, las previsibles invasiones sin control de gentes de otras naciones en crisis no nos ha creado más que problemas que nuestros gobiernos no solo no solucionan, sino que, además, potencian.
Si algún día España tiene el acierto de abandonar esta Comunidad Europea y globalista que solo beneficia realmente a unos pocos, Yo seré el primero en pedir que haya una fecha anual para celebrarlo. Yo quiero una España independiente que primero mire por sus ciudadanos de pleno derecho y por los inmigrantes que hayan venido en condiciones legales y con buenas intenciones. Quiero aduanas, y control de fronteras. Quiero que España recupere la capacidad de gobernarse a sí misma y comerciar con cualquier país del mundo sin la tutela del globalista, abusador e intervencionista gobierno de Bruselas. En definitiva, quiero que España pueda ser una nación de libres e iguales ante la ley que no deba obediencia a ningún organismo que le planifique la vida para servir a intereses extranjeros.