Viernes Santo. Hoy es día de entender poco y callar mucho -no como el párroco que me corresponde, que empiezo a pensar aprovecha estos momentos de protagonismo para olvidar que lo de los creyentes es encuentro con Dios, no con el servidor de la parroquia...Vuelvo a la iglesia a la que me llevaba mi padre de pequeña. La lluvia no ha respetado el Vía Crucis y ha llorado sobre el Cristo de la Salud y su Madre Dolorosa, que se han quedado a las puertas del atrio, por miedo, por daño o porque es Viernes Santo. Me dejo llevar por las losas de granito que pisaron, antes que yo, mis abuelos, bisabuelos, los tatarabuelos que están aquí enterrados; las mismas vigas de madera, las paredes blanqueadas tras el uso, el mismo san Blas presidiendo desde la esquina del arco de piedra central...
Es Viernes Santo y es momento de silencio y contemplar el no comprender y tener que decidir entre creerse ante el sin sentido o no resistirse ante la vida dada...
