Hoy no hablo yo

Hoy no hablo yo, habla otro. Un otro, con la voz ya cascada por los años. La voz es como un cuenco de barro al que los años van haciéndole grietas sin que pierda por ello su utilidad. Habla un hombre que removió mi alma el otro día en la consulta. Cuando llamé a su mujer, entró él solo. Es un hombre enjuto. Tiene el entusiasmo de una tortuga. Y, cuando viene con ella, se queda callado y no dice ni media, pero esta vez, se sentó y empezó a hablar:  – Concha no viene. No puede venir. Está ingresada. Ingresada en psiquiatría. Su psiquiatra me recomendó el ingreso porque estaba muy arisca y no quería tomarse el tratamiento. Ahora está mejor. Está mejor, pero...- agacha la cabeza y una lágrima le cae por la mejilla - ...pero no conmigo. A mí me odia. La oigo hablar cuando llego, con su compañera de habitación o con otros pacientes por el pasillo, pero a mí no me dirige la palabra. Y me destroza eso. Es mi amor, mi compañera de toda una vida. Fue mi novia de joven. La única que he querido. Y que sigo queriendo. La quiero. Pero, perdone, perdone que venga hoy a contárselo. Pensé que, como esto es una Unidad de Dolor, también me serviría para este dolor que tengo. Aquí - se señala el pecho - Gracias.  Se levantó y se fue. Sin más. Y a mí me dejó sin palabras. Por eso hoy yo no hablo. Habla él.