No quiero levantarme. Anoche agoté las horas del reloj en la madrugada, terminando de poner, marcar y revisar las notas de la segunda evaluación. Niña Pequeña está resfriada y ha combatido contra la fiebre, de nuevo. Él se ha levantado a preparar los desayunos: hay ruidos en el salón. Me estiro en la cama, recojo el edredón, ocupo el espacio fresco aún con los dedos de los pies. La persiana, mal bajada, deja pasar resquicios del primer domingo soleado en varias semanas. Respiro hondo y entorno los ojos, intentando inútilmente recuperar el sueño que se me ha perdido...