Revista Diario
Hay lugares a los que me gustaría teletransportarme, pero hoy, si pudiera elegir un lugar a dónde hacerlo, sin duda sería al pasado, a esta misma ciudad mexicana pero hace 18 años. Sí, porque hace 18 años, mi vida aún era un cuento de hadas, una inalterada y quizás soñadora donde tenía el futuro resuelto.
Recuerdo esa estabilidad que da el saberse cuidada por tus padres y la certidumbre que da el tener a los pilares de tu vida ahí, presentes. Porque todo cambia irremediablemente el día en que uno de ellos falta y es hasta ese día que te das cuenta que ese tiempo que creías por siempre seguro, era perfecto y finito.
Hoy pienso especialmente en mi padre, uno de mis pilares que hace 17 años murió. Era el hombre más extravagante, inteligente, divertido y caballero que he conocido, el que me dio seguridad, me permitió conocer el mundo y con su ausencia, me ha hecho valorarlo cada día y extrañarlo más. No era perfecto, pero era mi padre. Y me pregunto qué sería ahora de él, de mí, de toda la familia si estuviera aquí.
Como no tengo respuestas, simplemente me apego a su recuerdo y a su estela, que hasta el día de hoy (y por siempre) está presente.
Quizás por eso me gusta tanto esa frase de Oscar Wilde, esa que dio origen al nombre de este blog: "La vida es un mal cuarto de hora formado por momentos exquisitos", porque la vida pasa en un santiamén y lo que vale más de ella son esos momentos que atesoras, bien vividos.
Él vivió intensamente su vida y hoy la celebro, en su ausencia, deseando poder tenerlo aquí, para compartirla con él...y lo abrazo hasta el cielo.
Comparto pues con ustedes este momento. Si tienen a sus padres, valórenlos y disfrútenlos. Si no, ya saben a qué me refiero...y abracen a ese ser querido con el pensamiento.