Y de pronto apareció una luz.
Nos pasamos más de media vida pensando en cómo hacer las cosas lo mejor que podemos y la otra media diciendo lo que teníamos que haber hecho.De pequeños nos decían que tuviéramos cuidado en no meternos en los hoyos y ahora nosotros nos introducimos en las grutas.
Primero nos metemos en los hoyos en donde creemos que podemos salir de ellos, algunas veces con ciertas dificultades y otras sabiendo que lo estamos haciendo bien, o eso creemos.
Después nos vamos introduciendo en grutas, pensando que sabemos recorrerlas sin dificultad ya que hemos aprendido a salir de los hoyos.
Pero no, una vez que sabemos que estamos en las grutas nos empeñamos en decir a los que nos rodean que sabemos circular por los diferentes caminos y no necesitamos ninguna ayuda que sabemos sobradamente salir airosos de las diferentes encrucijadas que nos van poniendo las personas y situaciones que no creíamos existieran.
Entonces miramos las cosas y situaciones de forma muy diferente a cuando se nos presentaban los hoyos que antes aludía.
Craso error cometemos si nos pensamos que no necesitamos ayuda, ya que al despreciar olímpicamente dicha ayuda lo que estamos haciendo es cavar hoyos en las grutas y por ese motivo en algún momento del recorrido nos hundimos más y más y ya no vemos las salidas, no vemos ninguna luz que nos pueda guiar.
Ya nos hemos puesto en un camino de hoyos y grutas.