Mucho se ha hablado de lo que Huawei y lo que está pasando desde que el gobierno de Estados Unidos diera orden de incluir en la compañía en su lista negra. Según la Casa Blanca, Huawei habría estado recibiendo dinero procedente del Gobierno Chino para, supuestamente, dejar puertas traseras en sus productos sirviendo como herramientas de espionaje en un futuro.
Esto que suena a película de espías de los años 60 ha sido la razón dada sin dar mayor prueba y que ha tenido un impacto global en lo económico sin precedentes en la industria. Por lo pronto Huawei ha visto como uno a uno fabricantes como Intel o Google le han retirado su apoyo o como asociaciones en las que Huawei era parte activa le han negado su posición. No falta decir que hay quien ve en todo esto una oportunidad. A fin de cuentas hablamos de Huawei, una multinacional que el año pasado ha sido capaz de vender más de doscientos millones de terminales y que si lo dispusiera podría convertirse en la nueva Apple, salvando distancias claro, al liberar un sistema operativo libre y compatible 100% con las aplicaciones Android existentes.
Pero la realidad es otra muy gris. Si bien la tecnología y muchos de los estándares utilizados son libres las organizaciones que gestionan éstos se encuentran en EEUU o en países en los que existe algún tipo de acuerdo comercial. El embargo realizado por la administración Trump implica que no es posible continuar ninguna relación con Huawei sin meternos también en problemas. Así que aunque Huawei pueda tener razón en que la Casa Blanca se ha pasado de tiesto en su cruzada comercial contra China la realidad es que se queda sola. Esto es como tener razón ante el abuso de un matón de colegio pero que toda la clase guarde silencio y otorgue autoridad a quien no debe. Eso es lo que está pasando.
No sé, creo que en la época que nos toca vivir debemos estar vigilantes. Lo que ha pasado con Huawei es la prueba de algo que se viene dando en la industria. Un movimiento de fichas que confirma que por muy buena intención que tengamos, por muy libres que creamos ser, por mucho estándar abierto que usemos si estamos del lado equivocado de la mesa se nos puede negar hacer uso de aquello que hemos ayudado a mantener. Paradójico pero desgraciadamente real. No somos tan libres como creemos.