Revista Cine
Quizá ya lo comenté en la reseña de La última película, el otro libro de Larry McMurtry que publicó Gallo Nero, pero tiene uno la sensación de que sus personajes habitan un mundo reducido que se desmorona. Algunos de esos personajes quieren salir del pueblo o la granja en la que viven; a otros les gustaría hacerlo, pero envejecerán o morirán antes de lograrlo; y luego están quienes se amoldan al terruño, a una vida cuya emoción más fuerte es acudir de vez en cuando a un rodeo o a una feria de ganado.
Anoto que el título original es Horseman, Pass By: en la película protagonizada por Paul Newman lo cambiaron por Hud; en España la rebautizaron como Hud, el más salvaje entre mil; y el libro, aquí, se acorta como Hud, el salvaje. El protagonista de la novela, sin embargo, es Lonnie, quien hace de narrador y vive en una granja con sus abuelos, su tío Hud y una sirvienta negra. Lonnie es un adolescente y teme a Hud, un tipo que siempre está a la defensiva, que suelta frases maliciosas y cargadas de veneno. Cuando comienza la narración el abuelo Homer recibe una noticia de ese mundo que empieza a desmoronarse: una de las vacas de su ganado ha muerto sin motivo aparente y quizá se deba a una enfermedad; de ser así, las autoridades sanitarias tendrán que sacrificar a toda la manada. Lonnie se encuentra entre varios cruces de caminos: está secretamente enamorado de la sirvienta, pero ella no le hace caso; está atrapado en una rutina que consiste en madrugones, ganado y cosechas; adora a su abuelo pero odia a Hud.
Lo más destacable de la novela, además de ese retrato de los ganaderos y de los cowboys de los años 50, es la composición de Hud, un hombre violento y furioso, alguien que sólo abre la boca para provocar o para decir maldades, tal vez porque él, en el fondo, también se encuentra atrapado en una vida sin un futuro prometedor. He encontrado algunos paralelismos entre ambas novelas: las dos comparten la misma población texana: Thalia; cada una tiene a un personaje inolvidable y manipulador, es decir, Hud y Jacy; si en La última película quedaba un cine que termina cerrando, en Hud, el salvaje, publicada con anterioridad en USA, ese cine continúa activo. Os dejo con dos frases del libro y, más abajo, un extracto: Las cosas han salido torcidas. Hay tanta mierda en este mundo que, por mucho cuidado que uno le ponga, tarde o temprano acabas metido en ella. / Poco importarían el ataúd y el maquillaje cuando estuviera a dos metros bajo tierra.
Me sentía ajeno a todo el mundo, ajeno a mí mismo también, allí tumbado sobre una lona en medio de un pastizal de vehículos. Solamente alcanzaba a oír la melodía, pero con eso bastaba: aquella canción se amoldaba a la perfección a esa noche, a la comarca y a mi estado de ánimo. Las pocas historias que los bailarines tenían que contarse ya quedaban dichas en las arrastradas letras de canciones como aquella; y su modo de vida, las pocas cosas que habían vivido y conocido, residían en esa melodía triste y estridente. A la gente de ciudad tal vez le costara creer que existieran personas tan simples como para nutrirse de tales sentimientos; pero ellos no podrían entenderlo. Allí tumbado, mientras pensaba en todo lo que me evocaba la canción, hallé algo de sosiego. Lo poco que me sabía de la letra me recordaba a Hud y a Lily por aquello del aspecto salvaje de la vida; pero, más aún, me hacía pensar en Hermy, en Buddy y en el resto de muchachos que conocía. Todos ellos buscaban algo más y sin embargo parecían obtener cada vez menos; buscaban emociones fuertes o una chica a la que cortejar, y acababan pisoteados por un toro o tirados en una cuneta. Ansiaran lo que ansiaran, al final tenían que pasarse sin ello. Terminó la canción y empezó otra, que también acabó, y entonces me levanté y volví a la oscura pista de rodeo para desatar al potro y llevármelo a su establo. Tal vez volviera luego para bailotear un poco yo también.
[Traducción de Regina López]