La campaña de UGT para promocionar la huelga general no tiene desperdicio. Utilizan una profesora que pregunta a uno de sus alumnos, que aparece correctamente vestido y peinado, cual es su opinión sobre la reforma laboral, respondiendo éste que le gusta y que huele muy bien, lo que provoca la extrañeza de la profesora y la risa de los compañeros al presentársele un papel rodeado de moscas y suciedad, a lo que responde el muchacho que “a él le gusta”.
La reforma laboral, de una u otra manera, es imprescindible y señalábamos en este mismo espacio, que difícilmente se puede calificar de ineficaz e inútil cuando no se conocen los resultados de su aplicación. Compararla con un trozo de papel lleno de mierda, con perdón, parece, cuando menos, poco elegante, en ese intento de fomentar el apoyo a una huelga convocada antes de los cien días de gracia que merecería todo gobierno. Representar a un muchacho supuestamente conservador, con ropa correcta y peinado, tampoco parece la forma más adecuada de representar una ideología, pues se puede ser muy de izquierdas con traje y corbata, así como también lo contrario. La zafiedad suele estar presente en las producciones publicitarias de quienes se autocalifican progresistas y monopolizan el término “cultura”; la verdad es que, al menos sus publicistas, no hace excesiva gala de ella.