¡Huy! Casi disfrutamos esta semana de un acontecimiento o conjunción planetaria que diría la señora ministra Pajín ¡Un fin de semana sin futbol! Por desgracia una señora jueza, nos ha privado de este hecho.Claro que en el fondo le ha quitado un problema a mucha gente, imaginad por un momento a los miles de señores que pasean por los parques de España los domingos por la tarde, enchufado el pinganillo al carrusel deportivo, sin futbol, ¿Qué harían? ¿Mantendrían alguna conversación con su mujer? Después de veinte años de casados sería terrible no poder escudarse en el futbol y la tremenda importancia de no perderse un resultado para tener que hablar con su sufrida parienta. A lo peor ella entonces se daría cuenta del soplagaitas con quien se casó, no es capaz de hilvanar dos frases seguidas.Y que decir de los aficionados, de esos que son tan masoquistas, que son capaces de pagar un abono por ver un fin de semana si y otro no un autentico tostón de partido en un estadio abarrotado, después de pasar media hora buscando aparcamiento, sentarse en una butaca donde sólo cabe medio carrillo, con las piernas encogidas, aguantando el humo del faria del señor de delante y las cáscaras de pipas del tonto del culo de detrás, luego al día siguiente, encima le dice al compañero de trabajo, que como en el campo no se ve el futbol en ningún sitio.
Peor disgusto se llevarían sus mujeres, pues estas tendrían que soportar toda la tarde del domingo a sus maridos, de esta manera, ellas se pueden adueñar del mando a distancia de la tele y llamar por teléfono a sus amigas y/o hermanas para poner a caer de un burro a su marido.
O sea que al final es mejor que no haya huelga, no era eso donde quería llegar, pero está visto que lo mejor para el pueblo sigue siendo “panem et futbolenses” aunque yo le preguntaría a la señora jueza: ¿Usted entiende lo que es un fuera de juego?