Y que decir de los aficionados, de esos que son tan masoquistas, que son capaces de pagar un abono por ver un fin de semana si y otro no un autentico tostón de partido en un estadio abarrotado, después de pasar media hora buscando aparcamiento, sentarse en una butaca donde sólo cabe medio carrillo, con las piernas encogidas, aguantando el humo del faria del señor de delante y las cáscaras de pipas del tonto del culo de detrás, luego al día siguiente, encima le dice al compañero de trabajo, que como en el campo no se ve el futbol en ningún sitio.

Peor disgusto se llevarían sus mujeres, pues estas tendrían que soportar toda la tarde del domingo a sus maridos, de esta manera, ellas se pueden adueñar del mando a distancia de la tele y llamar por teléfono a sus amigas y/o hermanas para poner a caer de un burro a su marido.

O sea que al final es mejor que no haya huelga, no era eso donde quería llegar, pero está visto que lo mejor para el pueblo sigue siendo “panem et futbolenses” aunque yo le preguntaría a la señora jueza: ¿Usted entiende lo que es un fuera de juego?
