“Consumatum est”: todo se ha acabado.
Rajoy, el flautista de Hamelín, ya está en La Moncloa y lo habrán llevado a hombros entre todos estos inteligentísimos muchachos de la izquierda, porque ¿cómo se puede desvirtuar este razonamiento?: “Cómo será el Zp éste que hasta los que iban, muchas veces, con su familia, a cenar con él, a La Moncloa, los que daban grandes paseos con él, en los jardines de la residencia presidencial, han tenido que hacerle una huelga”.
Es un decisivo torpedo bajo la línea de flotación de un barco que ya hacía agua por todos los costados.
Lo que a mí me asombra es el ciego comportamiento de todos los izquierdistas de este asqueroso país que no han sido capaces de comprender que, con su ceguera, le estaban dando el empujón definitivo a Rajoy, o sea, a la peor derecha que nunca ha habido en este país, hacia la presidencia.
Porque las cosas estaban así, sin duda alguna:
A) querámoslo o no, no sólo formábamos parte de la UE sino que, además, ostentábamos la presidencia de turno de la misma, de tal modo que no teníamos más remedio que encabezar y asumir las decisiones que se adoptaran en el seno de ella;
B) la situación económica global es la expresión de la más profunda e injusta de las canalladas que nunca se han producido en el mundo, sí, claro que sí, pero, para nuestra desgracia, por ahora, y en nuestra circunstancia, es irreversible: los mercados, esos terribles Molochs, se han hecho los dueños del cotarro, de tal manera, que, en el actual momento de la evolución económica, no se puede hacer otra cosa que seguir navegando, mantener a flote el buque como sea, no poner proa contra las olas porque nos hundirían ya que nos hallamos luchando contra una tormenta perfecta, de modo y manera que si nos resistimos a hacer lo que ellos mandan, enviarán contra nosotros a sus magos de la especulación y nuestra economía les durará apenas una mañana de cotización en todas las bolsas importantes del mundo, y, entonces, el desastre sí que hubiera podido ser absolutamente irreversible para nosotros;
C) así las cosas, el hombre que sacó a nuestras tropas de Irak, exponiéndose a sufrir las peores represalias de los amos del mundo, como efectivamente se produjeron; el hombre durante cuyo mandato se han elevado en más del 50% las rentas de las gentes más desfavorecidas; el hombre que promulgó leyes como las de la dependencia, el matrimonio homosexual, y la nueva ley del aborto, el hombre, en fin, que ha luchado en la mayor soledad, [si se apartan precisamente estos sindicatos que, de repente, se han vuelto ciegos], para evitar que la derecha más radical del mundo campara olímpicamente por sus respetos, este desdichado hombre, en fin, se ha tenido que enfrentar a una huelga general, convocada por sus amigos, que no han querido ver que las últimas medidas de política económica, adoptadas por su gobierno, no las ha promulgado él sino directamente los que de verdad mandan ahora mismo en el mundo, de tal manera que si él no las hubiera adoptado, al día siguiente, nuestro desgraciado país hubiera sufrido un ataque, en todos los mercados bursátiles, mucho peor aún que el de Grecia porque a este desdichado caballero de la más triste de las figuras, al que desde hace mucho tiempo le estaban haciendo vudú, gentes como Bush, Blair y Aznar, a través de todos los grandes emporios de la información mundial, por todas las esquinas del planeta, se le obligó materialmente, como cuando nosotros éramos niños y nuestros maestros de escuela, cogían nuestra mano derecha y nos obligaban por la fuerza a escribir con la letra más temblorosa sobre nuestro cuaderno, aquellas malditas palabras que tanto aborrecíamos, a hacer lo que él no quería;
D) de manera que, en buena ley, a este pobre hombre de la más triste de las figuras que nos ha mirado siempre a la cara con sus limpios ojos azules, habrá que aplicarle, digo yo, la eximente completa de haber obrado bajo la presión de fuerza irresistible;
E) o sea que los sindicatos se han equivocado convocándole una huelga general sólo para lavar su propia cara, para bajarse a toda prisa del barco que se hundía, diciendo: “oigan, que nosotros no tenemos nada que ver con este indigno representante de la peor de las derechas, que siempre nos ha hecho caso hasta ahora, que esperó hasta el último momento a que nosotros llegáramos a un acuerdo con la patronal y que, cuando éste no se produjo, adoptó las peores,¿o son las mejores?, medidas a las que le obligaron desde todos los ángulos, porque nosotros somos tan ciegos y tan egoístas que nos hemos vuelto incapaces de comprender que si colaboramos [dándole a la peor de las derechas del mundo ese instrumento casi irresistible que es una huelga general] a que ésta se entronice en el gobierno es posible que esto sea para siempre porque desde él se tomarán las medidas necesarias para hacer irreversible esta situación, pero nosotros, jodidos egoístas, nos iremos tranquilos a nuestra casa, como en su día lo hicieron los sindicatos norteamericanos y los ingleses, con la conciencia bien tranquila porque habremos hecho todo lo necesario para que esto suceda así;
F) unas últimas palabras para los pseudo intelectuales de la izquierda, que han apoyado esta huelga general que sólo favorece los intereses de la más ultra de las derechas: ahora, ya pueden dormir tranquilos porque han desempeñado el mejor de sus papeles, han vuelto a salir a la calle con su pancartas y pegatinas haciéndole el mejor de los juegos a la derecha que podrá decir también, como lo hará respecto a los sindicatos: “qué clase de gobierno será el de esta puñetera izquierda que hasta los suyos, esa mierda asquerosa de los intelectuales, de los que a sí mismos se llaman izquierdistas, han tenido que montarle una huelga general con todas sus consecuencias”.
Acabo como comencé: hemos visto en todos nuestros televisores y vamos a leer en todos nuestros periódicos las noticias sobre una huelga general llevada a cabo en un país de descerebrados contra el que es, probablemente, el último gobierno de izquierdas que habrá en nuestros desgraciado país.
Ojalá me equivoque.