Muchos estudiantes se oponen a la reforma de la educación por la desaparición de carreras universitarias innecesarias, pero sobre todo porque los repetidores tendrán que pagar íntegro el precio de las matrículas.
Intolerable: el repetidor es el alma de la universidad, la figura imprescindible en la literatura sobre la juventud estudiantil, y tratar de que desaparezca es un atentado contra una de las más respetables tradiciones nacionales.
Quieren exterminar a quien le da de comer directamente a centenares de millares de trabajadores de la hostelería y a quien le da alegría a España.
Vaya usted a un bar, a una discoteca, a un botellón, a una fiesta. Observará que la mayoría de los asistentes son repetidores, gente que lleva diez años suspendiendo Derecho Romano.
Pero en ese tiempo ha producido mucha más riqueza que si hubiera llegado a abogado, que los abogados, al contrario, no dan nada sino que lo quitan todo. Vea usted al repetidor alimentando saraos que redistribuyen la riqueza familiar.
Sus padres seguramente son banqueros inhumanos, pero él le devuelve a la sociedad lo que ellos le roban.
Si el repetidor se pusiera a estudiar, que es lo que pretende el Gobierno, su dinero no circularía y la sociedad perdería su jovialidad.
Ese ambiente alocado y sin preocupaciones que dan los repetidores a cualquier hora del día y de la noche hace España atractiva para los turistas que traen divisas, y que son la mejor industria del país. Sin repetidores se dañará el turismo.
Lo peor de todo es que el Gobierno quiere exterminar a las Tunas universitarias, y sin Clavelitos este país sería como Siberia.
Se impone una revolución contra la España gris y trabajadora que quieren imponernos este gobierno de burócratas: ¡Huelga de repetidores contra Rajoy!
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SALAS