Revista Viajes
Hay quizás dos maneras de visitar la Cité: una es hacerlo con aire despreocupado, paseando y disfrutando del conjunto. De esta manera la visita se hace corta, y mejor acompañarla de una comida/cena en uno de sus restaurantes y tal vez, de una incursión por sus comercios turísticos.
La otra opción es visitarla paso a paso, analizando cada detalle, localizando las señales históricas que el tiempo no ha borrado, conociendo más sobre la cultura y la religión que se desarrolló en su territorio... Aunque hay espacios donde solo parece quedar el testimonio documental, el transcurso de los años ha evaporado cualquier huella.
*******Después de visitar la Basílica, continuamos nuestro itinerario para ver las restantes plazas de Carcassonne. Siguiendo la Rue du Plô, encontramos primero el Musée de l'école y más adelante, la Place du Petit Puits, denominada así porque en su centro luce un pequeño pozo, uno de los 22 localizados en la ciudad.
Proseguimos el recorrido hasta llegar a la Place Marcou, más amplia que la anterior y mucho más animada con varias terrazas y restaurantes.
Al centro de la plaza se alza una fuente con un monumento a Théophile Marcou, abogado, político y alcalde de Carcasona elegido en 1870. A través de sus esfuerzos, el agua corriente se instaló en la Cité en 1872. Los habitantes lo celebraron con entusiasmo, pues hasta entonces el agua era extraída de los diferentes pozos que existían en la ciudad.
A un lado de la Plaza Marcou hay unos jardines con una cruz en el centro, de la banda que colinda con las murallas y muy cerca de la Puerta de Narbona. En este emplazamiento se encontraba antiguamente la Iglesia de Saint-Sernin, que fue demolida durante la Revolución francesa. Aún se conservan restos en las paredes y una ventana insertada en la Torre Saint-Sernin.
Reanudamos el paseo por la Rue du Grand Puits, donde se encuentra el Restaurant des musées y La cité des enfants. Llegamos a la Place du Grand Puits, conocida por el gran pozo que exhibe en su centro, según dicen el más antiguo de la ciudad. En esta plaza también se localiza la Maison Hantée.
El Gran Pozo (o Potz de las Fadas, en occitano Pozo de las Hadas) no solo ha sido objeto de una poesía anónima en occitano que data del siglo XVII, sino que también ha sido fuente de leyendas. Una de ellas se refiere al tiempo de los visigodos, cuando temerosos de la llegada de Atila, decidieron ocultar el tesoro del Templo de Salomón en el fondo del pozo.
Otra de las leyendas cuenta que el diablo en persona se habría precipitado en el pozo bajo la forma de un burro con siete arqueros que habían calumniado a los apóstoles y a Saint-Gimer.
Cerca de la plaza, por la calle Saint-Jean, se encuentra el Musée de l'Inquisition. Por último, llegamos a la Place Saint-Jean, desde la que se tienen buenas panorámicas del castillo. En esta plaza se emplazaba la Capilla de los Penitentes, hoy desaparecida. Se cree que cerca de aquí hubo un cementerio, pues se encontraron huesos humanos en los sótanos de algunas casas de la plaza.
Nos encontramos otra vez frente al castillo y así acabaríamos el recorrido de la ciudad intramuros. Lo siguiente sería hacer el trayecto externo, entre murallas y torres de defensa.
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>>> Continuará en... Huellas del tiempo en la Cité de Carcassonne (III)