Siempre he sido muy ordenada y me ha gustado tenerlo todo en su sitio, bien colocado, ordenado y limpio. Pero el caos empieza a llegar a mi casa y es que como la peque ya comienza a ponerse de pie en todo punto de apoyo que encuentra, pues va tirando todo lo que esta a su paso y a su alcance y por si eso no fuera poco, va dejando sus huellas por todos los muebles, puertas y cristales por donde pasa.
Y es que a la pobrecilla a la misma vez y con estas calores le están saliendo los dos dientes de arriba, con lo que babea mucho. Así que entre lo que babea, lo que gatea y que se va chupando los deditos y se los va metiendo en la boca, ya podéis imaginaros los restregones que me va dejando por allí donde pasa.
Así que estoy en fase de asimilación, ya que hasta que comienzan a desplazarse por si solos, eres tu la que controlas y la que dominas y es muy fácil decir ahora te dejo en la hamaca, ahora te dejo en el parque, ahora te dejo en la cuna o ahora te dejo en la trona, pero cuando llega el momento en el que empiezan a gatear y a trepar por el sofá y todos los muebles y ya no quieren estar en ninguno de los sitios que he mencionado antes, no te queda otra que rendirte ante ellos y dejarlos hacer. Además es que es sumamente importarte no ponerles barreras cuando llegan a esta etapa, ya que necesitan explorar el espacio para situarse en el.
Así que a partir de ahora me toca cada día añadir una tarea más a mi ya interminable lista de tareas y es limpiar huellas de cristales, muebles y restregones del suelo.
Por suerte veo que avanza a pasos gigantescos y lo que no consigue hacer por la mañana, lo consigue hacer por la tarde y sino al día siguiente. Quiero decir con esto que el día menos pensado se lanzará a andar y entonces dejará de apoyarse en todos los muebles y ventanas.
Luego mi preocupación será otra: los temidos chichones. Pero para eso ya comenzamos a estar preparados. Ya que aunque controla bastante, ya se va dando alguno que otro.
Pero por encima de todo me siento orgullosa de mi peque, de lo que va aprendiendo día tras día, de sus logros y metas y de lo contenta y feliz que la veo, cuando consigue lo que quiere o lo que se propone.
Hasta ayer por la tarde sólo conseguía ponerse de pie cuando encontraba un punto de apoyo en sus manos, que casi todo venia siendo los muebles, el sofá o la cama. Esta mañana ha conseguido ponerse de pie apoyando sus manos sobre una puerta y al mirarme y ver que yo le estaba sonriendo se a dejado caer al suelo y a comenzado a tocar las palmas. Mostrándome así lo contenta que estaba.
Esos momentos en los que veo la felicidad reflejada en su cara, son los que me hacen sentirme orgullosa como madre y de ver como va creciendo.