A unos días de la primavera, ha tocado cosechar los últimos elementos supervivientes del huerto. El perejil lo voy a picar y a guardar en tarritos de cristal y de ahí, al congelador. (Consejo de Pepita, la vecina de mi madre). La escasa rúcula de este fin de invierno, se servirá en ensalada con tomates raf, esta noche y…por supuesto, la acompañaré de mis zanahorias jíbaras….
Este huerto siempre me da sorpresas. Hace dos meses, planté zanahorias…
La verdad, es que tras la experiencia anterior, esperaba lo mismo: tres o cuatro zanahorias chatitas ( y súper dulces y tiernas) pero…en algo me equivoqué ( seguro) y se ve que planté un montón de zanahorias… Evidentemente, entre que me he avanzado a su cosecha y estaban, ahí, apilotonaditas, sin espacio para crecer, lo que me ha salido de la tierra ha sido esto.
Pueden catalogarse de dos formas: 1) ¡Qué monas! Y 2) ¡Qué cruel es la hortelana que las hace jíbaras! Lo que viene a ser una versión más pérfida de la zanahoricida…Hoy, las pondré en la ensalada. No sé si sabrán a algo, pero le dará color (y sorpresa).
Una vez vacío, he aireado la tierra, la he renovado, la he abonado y la he regado. He oído el suspiro de alivio del huerto. Por fin, vacaciones- ha susurrado…
Tiene un par o tres de días libres, hasta que lleguen los nuevos habitantes vegetales, para inaugurar la primavera 2014.
Lo dejaré descansar…
NB : Entre las zanahorias jíbaras, estaban estas dos…