No nos vamos a poner moralistas como si esto fuera una película americana donde un brooker lo pierde todo para darse cuenta de que lo importante no es el dinero ni el poder. Como Nicolas Cage en The Family Man, después de dos horas de horror cinéfilo, nos damos cuenta de que el insuperable aroma que desprende el café mezclado con la caca del pañal de tu hijo. Efectivamente, nada puede superar esa catarsis.
No van a ser dos horas de sufrimiento, sino dos minutos de entretenimiento. Pero déjeme decírselo, Hugh: nunca te tuve envidia.
Mansión Playboy Hugh Hefner
" data-orig-size="829,333" sizes="(max-width: 644px) 100vw, 644px" aperture="aperture" />La serie de anécdotas de la mansión Playboy en Los Ángeles daría para un serial que dejaría en miniserie Cuéntame como paso. Algunos pasaban por allí, como los Stones, que se dieron una juerga de 3 días en su célebre gira en el 72. Otros iban de cabeza, como James Caan, que tenía un pasadizo y volvía a su casa sólo para las resacas. Y algunos buscando su perdición, como Lennon, llegaban al lugar adecuado. En su año horríbilis sin Yoko Ono, se pasó por allí para apagar un cigarrillo en un Matisse y cabreó a Hugh. Porque las pinturas no son como las mujeres, que no se respetan.
Rolling Stones en mansión Playboy
" data-orig-size="750,322" sizes="(max-width: 644px) 100vw, 644px" aperture="aperture" />Pero lejos de todas estas leyendas, no es más que una casa hortera donde pasarías un buen rato pero nunca te quedarías a vivir. Porque cuando despiertas y ves la realidad, es decepcionante. Un lugar muy cutre, sucio, como detallan muchas crónicas. Y lo peor, ¿un anciano en batín rodeado de jovencitas a las que sólo les falta una etiqueta para ser compradas?
Los relatos de algunas ex-conejitas nos desvelan un prostíbulo de lujo dirigido por un viejo verde que las tiene esclavizadas, como si de una trata de blancas se tratara. Les da una asignación mensual y, aunque no lo sepan, el sexo está incluido en el “contrato”. Las escenas con el propio Hugh eran para no dormir. Viagra y gritos de ánimos de las ambiciones rubias mientras el vejete hacía lo que podía….
Todos hemos querido ser Hugh Hefner, dicen. Pero yo tengo mis dudas. Si el objetivo es ser el soltero fanfarrón de la cuadrilla, al que nadie quiere ni escucha, pues sí. Y es que cuando tienes 60 años y sigues contando tus ligues de fin de semana, efectivamente, te has quedado en esas revistas de las que nunca leías los artículos.
Y es una pena, porque es cierto que los articulo de Playboy fueron legendarios durante mucho tiempo. Bukowski los menciona a menudo. Los mejores escritores, desde Hemingway a Kerouak pasaron por sus páginas. A pesar de que Hugh no tenía mucha educación, le dio un toque intelectual a la revistas que la hizo ecléctica y única. Desde luego ponía a prueba la capacidad de concentración de los hombres alternando semejante contenido.
Jack Kerouack Playboy
" data-orig-size="696,399" sizes="(max-width: 644px) 100vw, 644px" aperture="aperture" />Hugh se nos ha ido y su casa, que ya estaba vendida, pasará a ser un museo, un lugar de recuerdo. Al final no ha pasado de ser un prostíbulo de lujo, alegal, fruto de las excentricidades de las celebridades y su carácter. Cuando nadie te dice donde esta el límite puedes perder el control. Y además, quieres perder el control.
Tanto si eres una estrella de Hollywood como un frutero de Parla, puede que esta noche te preguntes que pasa con tu vida. Uno en una habitación llena de coca y otro frente al televisor con una cerveza comprobando si tiene wasups nuevos. La distancia que los separa es relativa a su estado de ánimo y al final, entre Messi y Pedro el administrativo, sólo hay una diferencia: uno hace aquello para lo que ha nacido y el otro sigue en la búsqueda. Aunque ni siquiera esta seguro, tiene una sensación de pérdida, como si fuese un personaje en un relato de Raymond Carver.
Y es que querido, Hugh, sé que has sido feliz a tu manera. Pero no era mi rollo. Tanto desfase no era para mi. Yo cuando llego a la cima de una montaña y atrapo ese instante, ahí sí, me digo, sé que estoy tocando algo trascendente, único. ¿Puedo aspirar a más? Tal vez, pero no me mata la curiosidad.
Tampoco tengo el papel perfecto en esta comedia. Porque no sabemos de donde sale esa familia blanca en The Family Man, perfectamente estructurada, que nunca sufrirá pobreza energética ni pedirá un préstamo a Vivus para los libros del colegio. Ahora, si te despiertas en las mil viviendas con la familia Jiménez, el flamenco a todo trapo y olor plata quemada, la cosa cambia un poco.
No, no me van a dar el ascenso, mi familia se parece bastante a la de Los Serrano y entre mis lujos incluyo ofertas del Alcampo. Pero al final pienso esto: igual tú, Hugh, necesitabas mucha gente cerca para saber quién eras y a otros nos pasa lo contrario. No te lo tomes a mal, pero si en mi próxima vida me preguntan en quien me quiero reencarnar, no te elegiré.
Déjame pensar. Bruce Lee, Neo de Matrix, Camarón, Jack Kerouack ¿Nicolás Cage? Personajes demasiado sufridos. Me pido George Lucas. Escribes una peli para niños, se ríen de ti tus colegas y desde entonces haciendo caja y a vivir de las rentas. Luego me retiraría como guía de montaña a Jaca y me cambiaría de nombre. Iñaki Susaeta, hijo de antropólogos vascos, hincha del Athletic y Men of the year por la revista, Gente maja del mismo Bilbao.
Mapamundi Bilbao
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