Oliver Rivas
Sabaneta de Barinas, estado Barinas, 28 de julio de 1954 – Caracas… Para Siempre!
Se cumple un año más del nacimiento de Hugo Chávez. Un año que pudiéramos llamar también “natalicio”. El primer cumpleaños sin su presencia física. Mucho se sabe de Hugo Chávez y mucho se explica con cifras y presentaciones para combatir la guerra a muerte que han emprendido los grandes poderes económicos en su contra.
Los y las militantes de la esperanza, la que nos trajo con su obra, con su coraje, preferimos explicarlo desde la poesía y la espiritualidad.
Los de abajo, le recordamos como Presidente, como Líder, como hombre de grandes empresas, pero también como el Arañero, como nuestro compa, como uno de nosotr@s, nuestro Guerrero más ejemplar.
Hugo Chávez viene del campo, vendedor de “arañas ” (un dulce criollo a base de lechozas), fue deportista, coplero, negro, indio, militar, estudiante. En fin, fue síntesis del pueblo. Sobre todo síntesis del Pueblo en Revolución.
A quienes lo atacaron en vida y en muerte, por representar el proyecto de emancipación de los pobres, por la osadía de darle el poder al pueblo y no llegar al poder para usufructuarlo, les tenemos la noticia penosa de que sus nombres no pasaran a la historia, porque no estuvieron a la altura de la historia. O como diría una poeta nicaragüense: “Quienes no tienen ojos para ver los sueños, no los ven, ni de día, de noche…”.
A quienes combatimos de mil formas a su lado, le quisimos, le defendimos siempre, a su pueblo que lo parió y le pondrá su nombre a sus hijos, decimos que tenemos un gran morral que llevar.
Hoy no tiene sentido llorar a Hugo Chávez, si no se está comprometido con cumplir su proyecto que es el nuestro: el socialismo, la única forma de acabar con la pobreza y la desigualdad. No se puede querer o admirar a Chávez, si no dejamos la vida como él lo hiciera por defender el poder construido, de los ambiciosos sin cuartel, sin apoyar a Maduro. Para querer a Chávez y limitarse a quejarse, a lamentarse, y a decir que “ya no es lo mismo”, “que hace falta porque no es igual”, es hasta preferible no quererlo.
Una amiga tiene razón. Empezamos a querer a Chávez, cuando empezamos a querernos nosotros mismos y nosotras mismas. Este noble y combativo pueblo venezolano que ha impulsado dos independencias, seguirá pariendo grandes hombres y mujeres, porque la historia es inexorable. Pero solo lograremos lo que Chávez vino a hacer, si nos vemos a través de nuestros propios ojos. Chávez vino a decirnos que sí es posible cambiar. Si a pesar de eso, concluyéramos que no es posible, porque él no está, con una total comodidad y entreguismo, entonces, realmente no entendimos nada.
Chávez vino a reivindicar a
Jesucristo y a Bolívar, que murieron cada quien en su calvario, vilipendiados y traicionados, por dedicarle su vida a la causa sagrada de la humanidad.
Chávez Vive, no se lo regalamos ni a los miserables que anhelan el pasado, ni a quienes hoy usan su nombre, pero mientras estuvo físicamente, por soberbia, no asumieron ni entendieron el llamado de clase profundo y contundente a cabalgar con el pueblo, el pobre, analfabeto y menos ideológicamente formado pueblo; que vino a poner el socialismo de moda y hacer temblar las entrañas de este mundo que solo le queda ser cambiado.
¡CHÁVEZ VIVE!
Militante del colectivo SURCO