Reinventar en lugar de crear desde cero (en la foto, rueda trasera de bicicleta para terrenos abruptos) | Photo credit: Daily Mail Online
Cuando hablamos de emprender, vuelan palabras por estas costas del sur que se repiten como un mantra: sé tu mismo, sé transparente, confía en tus instintos. El discurso es perfecto… para sociedades las sobre-estructuradas de donde es originario. Si vamos a hablar de transparencia en sociedades con peligro de visibilidad pública ¿vas a decir “¡Abrid Foursquare y haced checkin a diestro y siniestro!”? Sentido común. Acaso, ¿en una cultura donde todo el mundo es puntual vas a insistir con un “¡Prepara tu plan!”? Los discursos no se traducen: se contextualizan.
Releí hace poco una genial frase de Montecarlo (Branded Content | Foxize):
(Uno se cansa de escuchar tópicos…), para vender mas hay que “entretener”. Sí claro, que se lo digan a las empresas de servicios funerarios. O “seducir”. Ideal para una unidad de oncología.
Es inaudito que se pretenda originalidad a golpe de tópico y queriendo ser como todo el mundo ¿realmente es dificil ver la contradicción del pensamiento “quiero ser diferente… como todo el mundo”?. Vale empezar con preguntas, a sabiendas de la baja objetividad de la palabra normal, pero aun así ¿has estudiado carreras normales, has llevado una vida previsible, tu cultura familiar es de las “trabaja para otros, tu jefe es tu mundo”? ¿los de “consigue un empleo”? Pues bien, sería interesante decir que se puede romper con el pasado y que te puedes volver un creativo radical en la hora del almuerzo. Es totalmente factible el cambio, pero de a poco. No sea que te desmelenes hoy, te dejes la barba hipster mañana, por querer ser original te olvides de los manuales, de los planes, de copiar a la competencia antes de proponer tu idea genial y revolucionaria para dentro de tres meses decir que la culpa es del mercado, de la crisis y de tus juniors y becarios que encima, quieren cobrar.
En fin, cuanto daño ha hecho la idea de emprendedor funcionario. artista funcionario. Real Estate novelist. Lastima que de esto no pueda culpar a Coelho.