Revista Infancia

Huir NO es de cobardes: aprendiendo a defenderse

Por Monicaserrano

Huir NO es de cobardes: aprendiendo a defenderse
Ya expliqué en un post anterior que las formas naturales de respuesta a una agresión son el ataque y la huída.
Sin embargo, en nuestra cultura está muy arraigada la idea de que “huir es de cobardes”. Esta idea entraña, entonces, otra idea en sí que es que los valientes se enfrentan, no huyen.
Esta idea transmitida culturalmente durante generaciones pasa a formar parte de nuestro sistema de valores, actuando muchas veces como motor de nuestra manera de actuar.
De este modo, la persona que se considera a sí misma valiente, estaría orientada a “no huir”, a enfrentarse a la situación. La valentía, además, es un valor socialmente muy valorado. Casi todos aspiramos a ser valientes.
Esta idea de que “huir es de cobardes” se nos transmite a todos, pero más aún a los varones, pues muchas veces se sustituye “cobardes” con palabras que ponen en entredicho su masculinidad.

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Sin embargo, esta creencia socialmente establecida que atribuye cobardía a los que huyen, obstaculiza del repertorio de muchas personas la habilidad de autodefensa basada en la huida.
La huida es un mecanismo de autoprotección o defensa natural. En muchas situaciones de la vida, en la que nuestra integridad física o emocional corre peligro, la huída es la mejor manera de defenderse.
En muchas situaciones, cuando recibimos una agresión por parte de otra persona, contraatacar no es adaptativo, no protege, aumenta el peligro.
En general, cuando estamos expuestos a violencia por parte de otra persona, la única manera de protegerse es huir, alejarse de emisor de actos violentos. En estos casos, contraatacar al agresor sólo aumenta los niveles de violencia.
Por ello es tan importante evitar seguir transmitiendo a los niños y a las niñas que huir es de cobardes. Es esencial enseñar a los niños a detectar en qué situaciones, en qué interacciones con otras personas la huída es el mejor modo de protegerse.
Acompañar a los niños en el aprendizaje de la detección y gestión de situaciones de peligro, fomentando el manejo asertivo de las mismas y contemplando el beneficio de la huida cuando sea necesario es una labor fundamental de padres y educadores.

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