Revista Opinión
Por: Carlos CastroPublicado en la La república
Cuando el domingo 4 de diciembre los dirigentes que encabezan la protesta contra el proyecto minero Conga se negaron a firmar el acta que había sido discutida por casi diez horas con los representantes del gobierno, terminaron por traerse abajo al gabinete Lerner. Hasta ese momento el entonces premier había batallado, contra los duros –al interior del Ejecutivo– y los intransigentes de la protesta, por hallar una solución al conflicto, a través del diálogo.Lo que sobrevino es conocido. Dos horas después de que Lerner y los ministros que lo acompañaban dejaron la reunión, el presidente Humala declaró el estado de emergencia en cuatro provincias cajamarquinas. Cuarenta y ocho más tarde el presidente del frente de defensa de Cajamarca, Wilfredo Saavedra, fue detenido arbitrariamente por orden del entonces ministro del Interior y hoy premier, Óscar Valdés, con el pretexto de una “verificación” de su DNI, y seguidamente el ministro de Economía ordenó bloquear las cuentas del gobierno regional. Era evidente que el gobierno había endurecido su posición frente al conflicto Conga.El sábado 10 Lerner renunció al cargo en carta dirigida al primer mandatario en la que reafirma su voluntad de diálogo por encima de la confrontación entre peruanos. Lo cierto es que SLG venía madurando su partida del gobierno desde mucho antes. “Es una sucesión de hechos”, resumió a un amigo cuando éste le preguntó por el motivo de su alejamiento.El nuevo gabinete se estrenó con el anuncio de un peritaje internacional para Conga. Un anuncio que el gobierno podría haber hecho antes, en lugar del “Conga va”. Con toda seguridad no se hubiera llegado a la situación actual.¿Qué queda ahora? Insistir en el diálogo. Si el presidente Humala piensa que la mano dura es la fórmula para resolver los conflictos sociales está equivocado. Podrá apagarlos una, dos o tres veces o más, pero no podrá acallar la protesta de los pueblos cuando consideren que se les está afectando en algo tan vital para ellos: el agua. En todo caso debería escuchar las palabras del sociólogo Julio Cotler, quien ha recordado que existe una desconfianza histórica del campesino hacia las autoridades. Lo cual me hace recordar lo que me dijo un cajamarquino cuando se implantó el estado de emergencia: “Un día tendrán que levantarlo; entonces volveremos a salir a las calles para rechazar Conga”.¿Se está militarizando el gobierno humalista? Pienso que no. Hay hechos que dejan esa sensación, como la presencia en aumento de militares en Palacio o como el factor Villafuerte que ha comenzado a pesar en los ascensos y en los pases a retiro en las FFAA. Sin embargo, es indudable que la presencia de intelectuales de prestigio y de profesionales destacados en el gabinete es una garantía, por ahora, para que este gobierno no caiga en la tentación del autoritarismo.Humala no puede perder de vista que tiene la oportunidad histórica de realizar los grandes cambios por los cuales votaron millones de peruanos. El otro camino es que crea en los aplausos de la derecha y de sus voceros que ya lo creen suyo. Si este fuera el caso, se convertiría entonces en uno más de los inquilinos que pasaron por Palacio de Gobierno.