Revista Coaching

Humanidad a golpes para las grandes empresas

Por Carlos Melero Bascones @Gotasdecoaching

Acabo de leer un artículo sobre comunicación entre empleados y jefes. Esto, unido a una experiencia personal reciente ha despertado en mi algo que quiero sacar fuera para que no se me enquiste. 

El caso es que después de 20 años en la consultoría “de alto nivel”, creí que algunas cosas estaban cambiando en las grandes empresas de servicios, pero parece que no.

Parece que sigue habiendo gente que se cree de primera división frente a los que son de segunda.

Parece que sigue habiendo gente que se cree de primera división frente a los que son de segunda. Supongo que esto puede suceder en muchos sitios, yo conozco algunos casos de algunas personas de la vieja guardia en algunas empresas que no nombraré pero que quien las conoce las podrá identificar. Grandes empresas que tienen dos marcas que usan para contratar a los buenos en la primera y a los parias en la segunda. Y no lo hacen en base a auténticos méritos sino al nivel de estudios y potencial teórico no contrastado. Los primeros son los que salen de los MBA y titulaciones superiores, los otros son los técnicos de carreras medias o sin estudios universitarios. Los primeros son espléndidos y los otros los curritos fáciles de sustituir. O eso creen los ignorantes. 

Lugares donde algunas personas pueden confundir su trabajo y su sueldo con su valía humana. Quiero pensar que sucede cada vez menos, pero no está aún erradicado. 

Empleados a quienes la “cultura de empresa” se encarga de lavarles el cerebro. Unos se dejan convencer de que son superiores y otros de que deben obedecer y callar. Bueno, esto último les puede suceder a ambos, pues incluso los espléndidos se postran ante otros más espléndidos.  

Coaching para emprendedores
Hace más de 10 años alguien me contó una anécdota. Ella era programadora de una empresa “B” y tenía como compañero a un analista de la empresa “A”, ambas del mismo grupo y que se presentaban al cliente como la misma empresa. Estos dos personas se llevaban bien y colaboraban estrechamente compartiendo su trabajo técnico. Tal y como era costumbre, el compañero de la empresa “A” se fue a Estados Unidos a hacer un curso planificado sólo para los de esa empresa. Cuando regreso, sucedió que comenzó a dar instrucciones a la que había sido su compañera, en una ocasión le dijo “haz tu esto” refiriéndose a algo que antes hacían a medias, a lo que ella respondió “¿Qué pasa? ¿Se te ha olvidado hacerlo tú?” Este hombre había comenzado su transformación, su des-humanización. 

Yo estaba en la empresa “B” y nos parecía que a los de la empresa “A” les instauraban el concepto de clase. Entraban siendo normales y se transformaban en déspotas generadores de presión. Yo mismo padecí parte de ese proceso, durante mucho tiempo fui infeliz porque creí que quería progresar y ser más y más;  ganar más y más. Mejor coche, mejor casa, más dinero. Y para eso tenía que trabajar más y más. Pensé que quería eso, lástima no haber tenido un coach realista que me ayudara a descubrir lo que realmente quería y por qué era infeliz. Echaba al culpa a mis compañeros, a mis jefes, a mis colaboradores, a mi familia, a todos menos a mi visión del mundo. Eso estaba bien. Siempre está bien. Creemos que las cosas son como las vemos y no nos damos cuenta de que tal vez haya una mejor forma de verlas. 

De eso hace ya varios años y pensé que todo había cambiado, pero parece que aún queda algún reducto. 

Coaching para emprendedores

Ahora soy coach y me dedico a ayudar a las personas a pensar.

En un proceso de coaching realista las personas descubren, entre otras cosas, lo que realmente quieren, para conseguirlo uso técnicas de diálogo y conversación tan complejas como preguntar “para qué”. ¿Para qué presionas? ¿Para qué quieres el dinero? ¿Para qué obedeces? ¿Para qué callas? Cuando la persona no tiene respuestas a estas preguntas es posible que no esté haciendo lo quiere. 

Ahora mismo estoy centrado especialmente en jóvenes y adolescentes porque he descubierto un interés vocacional, pero no hago nada diferente con ellos que no haga con ejecutivos, adultos y profesionales. Porque todos ellos son personas. No es muy diferente la confusión de un estudiante que raja las ruedas del coche del profesor que las de un manager que menosprecia a sus empleados. 

Me encantaría poder llevar la humanidad a esto entornos por medio del coaching, aunque lo que realmente me pide el cuerpo es hacerlo a hostias (con perdón). Sí, eso es lo que me pide el cuerpo, tal vez porque lo hago mío. Porque me siento culpable por haber sido uno de ellos, porque estuve en ambos lados de la línea, porque siento que yo necesité ese acompañamiento para conocerme y porque aún noto en mis carnes ese menosprecio que también sufrí. 

Creo que estas posiciones generan personas infelices en ambos extremos. Personas que se engañan a si mismas o se dejan engañar. Personas que se someten y someten a otros como si fuera el orden natural de las cosas.

El cuerpo me pide llevar la humanidad a algunos entornos laborales a hostias.

Coaching Ejecutivo

 

Como yo mismo explico en mis talleres de inteligencia emocional, esta intensa emoción me dice que esto es algo importante para mi, así que decido sacar provecho de esta información y hacer algo al respecto.

En vez culparme y dirigir mis pensamientos en mi contra y contra otros, decido escribir aquí y desahogarme pensado que tal vez, algún día, alguien lea esto y recapacite sobre si lo que hace es correcto.  También, por qué no, tengo la esperanza de que alguien quiera darme la oportunidad de llevar la humanidad a su empresa o a su vida por medio del Coaching Realista y el Pensamiento Útil. 

ignorar
No pretendo con esto cambiar a quien tiene el dinero en mente y no le importa exprimir a las personas, ese sabe lo que hace. Me quiero dirigir a las personas que piensan que están haciendo lo correcto, esas que creen que deben enfadarse con quien no cumple sus expectativas o no hace las cosas a su manera. Esos que tienen el objetivo en mente y dejan de lado a las personas sin ser conscientes de las consecuencias. Ese era yo hace 15 años, sin querer hacer daño me centraba en los resultados y compartía mi presión con otros, sin darme cuenta que los otros no querían esa presión, así que les estaba dando una cosa que no querían. 

Me dirijo a quienes están a disgusto en su trabajo y les parece que casi todos lo demás son idiotas o vagos. Esas personas que piensan que deben presionar constantemente para que salgan las cosas. Esas personas que están siempre enfadadas, ofendidas por lo que hacen los demás, disgustadas con el trabajo de casi todos. Tal vez no sea cuestión de cambiar a todos sino buscar la forma de vivir el trabajo que le sea más útil. 

Me dirijo a quienes están a disgusto en su trabajo porque sufren en su ser las presiones laborales. Esas personas que sufren por no conseguir dar la talla, que piensan que deben sacrificarlo todo porque es su trabajo, a quienes llevan a su interior las críticas exteriores. Quienes se consideran menos válidos porque no cumplen los objetivos que les marcan. 

Ambos han comprado la versión de otro sobre lo que es el trabajo. Pero el trabajo no es la vida, las personas son personas antes y después de entrar a trabajar y ambos roles lo olvidan. Unos porque creen ser trabajadores presionando trabajadores, otros porque creen ser trabajadores y todos porque se olvidan de que los unos y los otros son personas. 

Las personas son las únicas expertas en sus vidas, no necesitan respuestas, necesitan preguntas nuevas. 

Por un tiempo fui parte del engranaje y mi vida no funcionaba. ¡Cómo iba a funcionar! Podría haber estado a gusto en aquella época de haber descubierto lo que realmente quería y que todos éramos personas. 

Yo estoy a gusto con mi trabajo ahora que ayudo a otros a descubrir lo que quieren y cómo lo quieren hacer sin decirles cómo deben hacerlo, porque no lo sé. Las personas son las únicas expertas en sus vidas, no necesitan respuestas, necesitan preguntas nuevas. 

No puedo llevar la humanidad a las empresas a golpes, pero puedo teclear con rabia estas letras y tal vez así algo de humanidad llegue a algún sitio, tal vez por medio de mi asesoramiento o desde la conciencia de quien lo lea.  

Ahí dejo mis datos de contacto, para que quien quiera replantearse cómo vive su trabajo.

Carlos Melero
630250608
[email protected]

También puedes enviarme tus datos para que yo me ponga en contacto contigo. 

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Gracias por compartir en las redes sociales y por comentar. Me ayuda a dar más visibilidad a mi trabajo.

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