Los trozos de mí van buscándome después de tanto tiempo. Se esconden entre las esquinas los fragmentos de humanidad que se han ido desbocando sin encontrar una militancia que unifique. Entre tantas reuniones me pierdo y mi cabeza se muestra incapaz de cohesionar ideas de tan distintas índoles. Esclavo descontento pero esclavo al fin y al cabo. Aquello que critiqué, de manera puntual estoy haciendo. Enmarañado en un profundo malestar que no consigo desvincular de mis obligaciones autoimpuestas. Tengo cuanto quiero y sigo temiendo la nostalgia como algo finito y cercano, sin encontrar la forma de tener una comprensión de la realidad más completa y menos complicada.
La lucha es el camino de aquello que no conseguimos nunca pero que construye modelos hacia un horizonte, la desigualdad forma parte de la vida porque nos hemos ido acostumbrando a ella y quien más y quien menos tenemos nuestras justificaciones. Modelos de vida, modelos de sociedad, modelos de persona, modelos de humanidad, vivir bien con menos para vivir todos y todas. Sin que los discursos de competitividad entre diferentes, de flexibilizar nuestras seguridades, de subastar nuestros derechos fundamentales puedan afectar a un modelo alternativo que está luchando por nacer en un mundo en crisis de valores que no termina de morir. El mundo viejo ha aparcado la ética en algún trastero de la memoria y el mundo nuevo tendrá que luchar para recuperarla.
Me atrae la idea gramsciana de política como ética de lo colectivo, donde la búsqueda de la verdad se convierte en un objetivo que tenemos que ir estableciendo. Sin que los medios oculten los fines, ni poder utilizar todo de modo justificado para conseguir algo. Los medios en ocasiones se convierten en fines y el compromiso en medio de vida. Entonces todo vuela por los cielos, cambiamos nuestras visiones para adaptarlas a nuestra realidad egoísta. Aparcamos la ideología sin sufrimiento para asegurar sustento y violencia y corrupción invaden nuestros comportamientos. Por ello, es fundamental la renovación, conseguir que haya más gente que se vincule a nuestro proyecto político(IU) y que la participación militante se involucre y controle los comportamientos de las personas que formamos este proyecto político y social.
Un verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor. Amor a la humanidad, amor a la justicia y a la verdad. Una frase del Ché Guevara que tendría que estar muy presente en el actual momento histórico que vivimos y que resulta fundamental para enfrentarnos a la realidad desde la mediación que algunos y algunas estamos utilizando para construir algo nuevo: donde la economía que todo lo vertebra y justifica esté al servicio de las personas, donde se hable más de redistribución que de crecimiento, donde aparezcan los límites que el planeta nos impone y a los que el mercado quiere hacer caso omiso, donde los derechos humanos estén por encima de los intereses económicos, donde un inmigrante sea tratado como persona independientemente de su poder adquisitivo, donde un pobre o un desempleado no sean considerados socialmente vagos sino personas donde la sociedad está fracasando en la consecución de un mundo más justo, …