Podrías replicar que aunque triste o alegre, un número es siempre el mismo y que el sol es el sol, aunque no exista el ser humano.
Yo te diré que un número es distinto a sí mismo según tengas que dar o recibir, y que el sol ocupa más lugar en los seres humanos que en los cielos. El fulgor de una brizna encendida, o de una estrella, danza para tu ojo. Así, no hay luz sin ojo y si otro fuera el ojo distinto efecto tendría ese fulgor".
Silo