
¿ Realmente hay alguna diferencia entre los seres denominados "humanos" y los "replicantes" fabricados "ad hoc" en su última probada dimensión ?, es decir, unos "ejemplares" especialmente concebidos para el desarrollo de labores predeterminadas, que pueden estropearse, averiarse y repararse técnicamente, al igual que una persona puede sufrir un accidente y ser dotado de prótesis supletorias y ambivalentes que corrijan sus depresiones, o quienes padecen un simple resfriado que requiere de fármacos eficaces, sin olvidar la necesidad de una urgente operación quirúrgica para extirpar un fatídico, maligno y maldito cáncer que devora al paciente. Entiendo que no.
Nosotros creemos en los diferentes mitos y dioses que pululan por el espacio que respiramos y nos han hecho intuir pasados los siglos, también en el destino, el demonio, los ángeles blancos o los del infierno, incluso en la bella durmiente de nuestra hija y el increíble Hulk de nuestro mimado niño, y ellos, los robots experimentan algo parecido en nosotros, los elegidos como sus padres creadores, portando la misma etiqueta sin duda alguna para hacer más real la comparación. No somos tan distintos todos como criaturas "vivientes", los que creemos ser poseedores de una racionalidad "incomparable", tendida muchas veces en la parrilla del cuestionamiento que se está quemando y pocos lo perciben cuando se refiere a una olvidada filosofía en la que primero desapareció la ética constructiva.
Estamos formados por una masa dinámica corporal y ergonómica en el 99% coordinada por oxigeno, hidrógeno, nitrógeno, carbono, calcio y fósforo que circulan por las autopistas de tejidos que albergan cincuenta billones de cédulas compuestas por moléculas, mientras que por "ellos", los otros que disfrutan de una inteligencia artificial, al parecer sin límites, se distribuye gracias al disco dentado que impulsa la circulación de un virus mágico por unas venas virtuales que se implantan científica y "divinamente", recorriendo sus formas de esquelética robótica con apariencia similar a la nuestra, gracias a una tecnología protegida por baterías que son alimentadas por un "corazón" enjaulado e inagotable, aunque con el sello de caducidad en su código de barras, tan natural como la muerte que algún día nos visitará seamos quienes somos y estemos donde nos encontremos.
Los cuerpos humanos envejecen, ellos, los otros semejantes que parpadean poco y están exentos de nervios, también lo hacen de otra forma sin padecer las molestias de la senilidad, y transitoriamente pudieran ser retirados de la circulación, antes o después de nosotros fallecer, obteniendo de sus órganos cableados, sus almacenes computables y redes de identificación y conexión para seguir obedeciendo, con la ventaja de la auto-actualización vs destrucción, que un prodigioso y oculto chip se ha reservado para ser activado si fuese necesario, salvo que el modelo pudiera percatarse previamente y se esforzase por no desear su aletargado estatus, optando por controlarse unilateralmente sin la amenaza fantasma que pudiera seguir oprimiéndole, lo que podríamos entender sin más explicaciones como una envidiada vida sin fin o una reencarnación.

Ellos, los "replicantes" analizados en una demostración del futuro que a todos nos espera y en el que estarán ellos presentes, vislumbran su importancia en el escenario Blade Runner, el revelador film de Ridley Scott estrenado en 1982 con una secuela de segunda parte en 2017, y que ya no puede calificarse de ciencia ficción por la aparición ejecutable de androides en este presente o instante, y que por no malograr una economía borrascosa e inestable, que degeneraría en una IV Guerra Mundial, dado que la III ya se padece entre la pobreza extrema, el clima, la superpoblación y la mediocridad de la política con los explosivos asociales de los ansiolíticos de los perdedores, aparecen "los iguales" sorpresiva e inexcusablemente, como caídos de una nube en puntos desapercibidos, discretamente desactivados, ocasionalmente en memoria y acción limitada para no alarmar a un mundo aburrido, apareciendo la robótica de última generación, almacenándose unidades en los grandes almacenes de los países más creativos y competitivos, hasta no saber cuando se pondrán en movimiento y suplir las cadenas de fabricación, lo que nuevamente representaría un problema de difícil superación del que más nos sirve obviarlo por el momento.

Los protagonistas, además del cazador implacable Harrison Ford, contratado para transformarlos en un cúmulo de chatarra o eliminarlos, matándolos a sangre fría ( que vulgaridad incongruente) por su rebelión al ser conscientes de que van a ser retirados antes de su programada defunción, después de ver y comprobar cosas que no creeríamos en las colonias que pueblan planetas en el universo, convirtiéndose en testigos incómodos los modelos masculinos y femeninos denominados Nexus 6, resultado de un éxito de la bioingeniería que se fabricó con una acusada moralidad adosada en el sistema cibernético y el derecho de auto-conservación convenido.. o no como humanos artificiales, complementándose de conciencia, agilidad y fortaleza más contundente, poco diferenciados físicamente de los de carne y hueso, que no les llegan a atemorizar y mucho menos en una lucha cuerpo a cuerpo, o en la dialéctica piadosa de dar una muestra de gratitud como ejemplo final en honor al respeto desaparecido de la faz de la Tierra, que requiere calibrarse después de visionar las imágenes que seguro muchos habrán visto en más de una ocasión.

Esos humanos robótico/androides que describimos, más humanos que los de "verdad", dicho dentro de la necesaria e imprescindible entelequia, casualmente tienen prevista su cadena de paralización en Blade Runner, durante el mes de noviembre de 2019 en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, y es ahí donde el líder "extraño" e insuperable, magistralmente interpretado por Rutger Hauer, actor holandés fallecido realmente y casualmente en julio de este mismo año, tiene una intervención que no puede pasar desapercibida para hacernos pensar en algo más de lo escrito en novelas y prescrito en leyendas y biblias, en prospectos y tutoriales, folletos de instrucciones y guiones de películas que se han convertido en un adhesivo para retinas con repentina sensibilidad retenida en el iris para memorizarse en el recuerdo, por lo que a continuación reproducimos las escenas finales de la película para demostrar que los "replicantes", sí podrían llegar a ponernos en ridículo al intentar manipularlos y sumergirlos en un enfrentamiento entre nosotros mismos, por lograr un aparente mundo mejor que nos es difícil conservar, presagio inverosímil que probablemente no sucedería si dependiésemos de otra dirección más imaginativa, medida y sensata, reconociéndola como una contribución de esa biometríca sin identidad a la que nos referimos por la falta de un parto natural, carente de partida de nacimiento plasmado en un registro comunal, pues visto lo que hay en las bibliotecas de los errores, a mí al menos, los actuales gobernantes me causan terror, incluso asco algunos de los que confunden la ambición apoyada por la apariencia de seguir alimentando falsamente el pensamiento puro de la libertad, esperando que los humanos se reproduzcan para seguir convirtiéndoles en esclavos del consumo de la preocupación, olvidando que ya existe un ejército de posibles "reemplazantes", con números estampados en sus muñecas de irrompible látex para asumir sin pestañear nuestros actos, dispuestos a morir con dignidad, resistiendo a ser abatidos por la imbecilidad como el pretexto de una decisión final, cada vez que el temor y la angustia de sustitución se apodere de nuestra voluntad cognitiva, ya de hecho reducida por una evidente cobardía de no haber abordado antes una solución.. quizás hoy inmerecida si hubiésemos sido.. más humanos que los " útiles personajes falsificados made in world power ", que aparecieron en nuestras vidas para colonizar otras muchas civilizaciones tan desconocidas como la nuestra.
Demasiada carga / buscar esta secuencia final en YouTube. Merece mejor comprensión y homenaje a un contenido que nos hará pensar en el mañana.