El Hombre es principalmente un Ser social, puesto que debe interactuar durante toda su vida con sus semejantes, con quienes conforma en su conjunto la Sociedad, pero esta interacción para ser efectiva debe llevarse a cabo con humildad.
El Ser humano además de otros aspectos debe tener como propósito: Vivir Honradamente, practicar la justicia, amar a los semejantes, trabajar incesantemente por el bienestar de la humanidad y procurar alcanzar por medios pacíficos y progresistas su emancipación; y esto solo es posible con la ausencia de soberbia en su espíritu, lo que es una característica de la esencia propia de la humildad.
La humildad ayuda a los hombres a contener la necesidad creada, de decir o hacer gala de sus virtudes, independientemente de cuán lejos hayan llegado en la vida; el humilde no necesita demostrar a nadie superioridad, al contrario es discreto. La Humildad no es un concepto; es una conducta, un modo de vida, es una de las virtudes más nobles del espíritu; los seres que carecen de humildad, carecen de toda virtud, ya que las más bellas cualidades sin humildad, representa lo mismo, que un cuerpo sin alma. Ser humilde no significa ser débil, y ser soberbio no significa ser fuerte, aunque el mundo ignorante lo interprete de otra manera.
El signo de grandeza de un hombre es su humildad, en la medida en que somos humildes, adquirimos grandeza en el corazón de quienes interactúan con nosotros. Cuando expresamos una opinión, debemos hacerlo con el espíritu abierto para aceptar las particularidades, la fortaleza y la sensibilidad de nuestro propio yo y de toda humanidad que nos rodea, para ello es necesario ser realistas, conocernos a nosotros mismos; únicamente así podremos aprovechar todo lo que poseemos para obrar en bien.
Un Hombre Libre y de Buenas Costumbres no puede ser sino el hombre apreciado, estimado y querido por sus virtudes, bondades y conducta, ha de ser buen compañero, buen amigo; la gente debe verlo llegar con alegría, su amistad debe ennoblecer y su compañía enaltecer y eso solo se logra, ejercitando la humildad, para lo cual es necesario comenzar por:
• Ser sencillos, sinceros y veraces.
• Escuchar, y dejar de hablar de nosotros mismos.
• No permitamos que nuestras aptitudes o palabras ofendan a otros.
• Eliminemos la soberbia con un espíritu positivo hacia los demás.
• Seamos armoniosos.
• Cuidemos nuestro lenguaje, no hablemos para criticar, ni siquiera con el fin de agradar.
• Resaltemos los aspectos positivos en los demás, minimizando sus debilidades.
• No nos sintamos superior a nadie.
• Apreciemos las virtudes sobre: modestia, sobriedad y mesura.
• Mostremos gratitud a quienes nos dedican su tiempo y esfuerzo.
• Cualquier aporte que ha bien tengamos o consideremos para dejar hacer y dejar ser, aprendiendo a eliminar la arrogancia.
Os invito pues, a que hagamos el empeño de cultivar la Humildad, Yo al menos quiero anotarme en ello, aunque sea conocido que ante esta sociedad y en estos tiempos, los muchos obstáculos que encontraremos, sin embargo debemos reconocer la necesidad de hacerlo, y en especial promoverlo para alcanzar el progreso social al que tiene derecho toda la Humanidad.
“Si tu intensión es describir la Verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre” (Albert Einstein).