Ir a misa y colar en el cepillo de la iglesia un muelle de broma, mucho esfuerzo para plegarla y conseguir que encaje por una rendija diseñada para billetes y monedas de curso legal, no para uno de esos muelles envueltos en plástico que tu tío utiliza en navidad para intentar matar a tu abuela.
¿Es un poco pecado, no? Está feo eso de mezclar artículos de broma con el dinero destinado al mantenimiento del niño Jesús.
Joder, utilizar un muelle con forma de serpiente y tratar de convertir una broma barata en una fina ironía basada en el contenido del Génesis; creer que un poco de plástico de colores puede crear un discurso reivindicativo antirreligioso.
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