Revista América Latina
Hace unas semanas, la presidenta argentina, Cristina Fernández, anunciaba reformas para la escuela secundaria. “En la escuela privada –se quejaba– siempre hay clases y en la escuela pública esto no sucede”. La Presidenta pidió a los docentes “un gran esfuerzo para completar los 180 días de clases para todos los chicos que tienen en esa escuela pública el único instrumento para salir de la pobreza”. Además, aseguró que el objetivo es tener “ciudadanos más libres y menos manipulables”. Entre otras medidas, dijo que entregarían 250 mil computadoras a alumnos de escuelas técnicas que se encuentran en años superiores. Semanas más tarde anunciaba la compra de 3 millones de computadoras portátiles para estudiantes y docentes de escuelas secundarias públicas, establecimientos de educación especial e institutos de formación docente de todo el país.
Como anécdota, se publicó en “La Verdad Histórica de la República Argentina” la visita de la Presidenta a una clase de cuarto grado de una Escuela Primaria. Su llegada se produce durante una discusión acerca de las palabras y sus significados. La maestra pregunta a la Presidenta si le gustaría participar en la discusión sobre el significado de la palabra “tragedia”. La “experta en todo” pide a la clase un ejemplo de la “tragedia”. Un niño se adelanta para explicar: - Si un amigo mío está jugando en la calle y lo atropella un auto, eso es una tragedia.
- No –contesta Cristina Fernández–. Eso sería un accidente.
Una pequeña levanta su mano y dice:
- Si un ómnibus de transporte escolar se desbarranca en un precipicio, muriendo todos sus ocupantes, eso sería una tragedia.
- Me temo que no –sostiene la Presidente–. A eso podríamos llamarlo una gran pérdida.
El silencio crece en el aula. Ningún otro alumno se anima a dar una respuesta. Cristina Fernandez de Kirchner los insta a continuar:
- ¿Es que no hay nadie que pueda darme un ejemplo de lo que es una tragedia?
Finalmente, en el fondo de la clase, un pequeño muchacho levanta su mano y, con voz muy tenue, se anima a decir:
- Si el Tango 01 está transportando a la Señora Presidente y a todo el Gabinete y un misil lo destruye, haciéndolo añicos, eso sería una tragedia.
- Fantástico –aplaude Cristina Fernández–. Eso está muy bien. ¿Y podrías decirme por qué eso sería una tragedia?
- Sí –contestó el chico–. Porque, en primer lugar, no sería un accidente y, en segundo lugar, tampoco sería una gran pérdida.