Revista Sociedad

Hungría y su bozal a la prensa

Publicado el 18 enero 2011 por Pabloperezarmenteros
Hungría y su bozal a la prensa

Orban y Van Rompuy / AFP

Allá por el año 500 antes de Cristo, Sun Tzu subrayó en “El Arte de la Guerra” que  ”la mejor victoria es vencer sin combatir”. Mil años más tarde, Nicolas Maquiavelo, entre las páginas de su libro “Del Arte de la Guerra”,  afirmó que “es preferible rendir al enemigo por hambre que con las armas”. Dejando al margen los indicios de plagio entre ambos, estas citas definen a la perfección el camino elegido por el gobierno hungaro para acabar con la disidencia en los medios de comunicación. El objetivo, “clarísimo” para las asociaciones de prensa internacionales, e “irreal” para los “cabecillas” húngaros no es otro que ponerle una venda en los ojos a la población y un bozal a los periodistas. Con una nueva ley de medios plagada de vaguedades, el gabinete de Viktor Orban, primer ministro húngaro, pretende poner un cerco a la información. Un filtro censor que permita, llegado el caso, silenciar las informaciones que no gusten en un “palacio” encabezado por Orban, el político más camaleónico de Europa. Antaño “libertario radical” y desde hace unos años “conservador” convencido. 

Y es que Hungría eligió en 2010 un viejo nombre en un nuevo hombre. Viktor Orban, que llegó al poder en 1998 como líder de la Federación de Jóvenes Demócratas (partido de corte radical-libertario), ha repetido victoria en 2010, bajo el manto de la centro-derecha.

No ha tardado Orban en mostrar sus cartas.  Inmerso en medidas de transformación económica, de cambio estructural y financiero, el líder húngaro no quiere que nadie cuestione sus decisiones, que nadie altere a los votantes. El “objetivo” entonces, queda claro: los medios de comunicación deben ser controlados.

Pero no es facil y, menos todavía, en los tiempos que corren. Así, de manera casi insultante para la población, el gobierno  ha aprobado una ley repleta de vaguedades que le permita cubrirse las espaldas si alguien la pone en duda, y censurar si alguien pone en duda a su gobierno.

El 1 de enero, entró en vigor la normativa que prevé multas que pueden llegar hasta los 730.000 euros para radios, prensa, medios digitales y televisiónes en el caso de que alguna de sus noticias “afecte al interés público, el orden público y la moral”. También caerá el peso del gobierno sobre los medios si lo que presentan son  ”informaciones parciales”. La ley además subraya que estos castigos se pueden imponer, incluso, sin un proceso en los tribunales, y que las multas se deben pagar antes de que se puedan apelar. Para supervisar el buen funcionamiento de la ley, Hungria ha creado un “Consejo de Medios”  (con 9 años de mandato y dominado por el partido de Orban) encargado de vigilar el cumplimiento de la normativa, que refleja también la posibilidad de sanción ante “injurias que tengan como objetivo a mayorías, minorías, naciones e Iglesia”. Sin aclarar, claro está, lo que el gobierno entiende por injuria en este contexto. Y si alguien, capaz económicamente de afrontar este gasto, se atreve a informar, la Ley obliga a los periodistas a revelar sus fuentes al Consejo (que no a la Justicia) sobre asuntos de seguridad nacional. Otra vez sin especificar si se trata de “seguridad nacional” o de “seguridad gubernamental”.

Una simple multa puede fulminar a más de un medio disidente . El ejemplo más claro de la teoría Maquiavélica llevada a la práctica. Matar de hambre al enemigo. El arte de la guerra. La política del Siglo XXI.

La Unión Europea, que ahora preside Hungría en una de esas bromas del destino, ya está investigando la legalidad de la ley de medios y sus incompatibilidades a nivel comunitario. Por ahora observa “indicios”. Otro mensaje vago, esta vez desde la Comisión, consciente de que no debe atacar abiertamente al gobierno húngaro, sino presentar ante los medios su capacidad gestora y diplomática para que nadie salga mal parado. Y es que la Unión también conoce el oficio y es consciente de que lo que salpique a la presidencia de turno de la Unión, salpicara a toda la Unión. Así que existen indicios, habrá propuestas desde las instituciones europeas que Hungría aceptará con buena cara y todo esto, silenciará mediáticamente el impacto de la polémica ley. Orban y su gobierno la maquillaran y todos contentos. Y es que, como decía Maquiavelo “en general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.


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