Y es que se nos ha ido Richard. Y todos los que le tuvimos el placer y la suerte de ser su amigo, conocerlo, compartir kilómetros…. todos estamos hoy como su querida Breña: vacíos y tristes, incrédulos, dolidos….
Allá donde estés, que sepas que la Breña nunca vlverá a ser la misma, que te echaremos de menos y que siempre estarás en el corazón. No he conocido a nadie tan valiente y luchador como tú. Cuídate y sigue pateando las sendas, dunas y montañas del cielo.”
Y Jose Manuel, Cai-man, por su parte, decía:“Hoy encontré un recuerdo.
Por pura desgracia o por pura “putada”… hoy encontré el recuerdo de un hermano. Este recuerdo nunca debería haberse producido, o, por lo menos, no tan pronto. Una persona que pasó de ser para mí un conocido, pasó a ser amigo, para más tarde considerarle como un hermano.Esa persona llamada Ricardo o Richard o El León de La Breña…. nos ha dejado. Hoy tuve la desgracia de despedir a un gran amigo, un hermano, el cual no deja un vacío para nadie, sino que deja una montaña de compañerismo, solidaridad y amistad… pero sobre todo de vitalidad.Tus subidas por el “Suribachi”: primera vez que te conocí. Tu entrada en meta de la “Inferno Trail”: no dábamos crédito Regli y yo. Tus muestras de apoyo en las carreras, con la máquina a cuestas para poder respirar…. impresionante. Hoy, por lo menos, los que te apreciamos no vemos tu muerte. Todo lo contrario… Richard. He perdido a un hermano, pero he recuperado un recuerdo que nunca olvidaré”.Leer las palabras que te dedican tus hermanos susmurais y todo aquel que compartió contigo momentos, Ricardo, engrandecían tu nombre y hacían que pensase que no desaparecerás del todo porque seguirás en sus corazones.... Este fin de semana iba a visitar tu reino y estoy segura que cada paso que se dé por cada uno de tus hermanos será dedicado a tí..... espero que los gestos de cariño que deben estar llegándole a tu familia les reconforte y haga que se sientan acompañados en el dolor.... sabiendo de ti sigo aprendiendo a ser mejor persona....Y con este tremendo bagaje sentimental nos plantamos en Barbate dispuestos a patearnos las arenas breñeras. Ya es territorio conocido porque es un lugar recurrente al que suelo/solemos volver. Las estancias en el Palomar de La Breña son sinónimo de paz, tranquilidad y reencuentro con uno mismo, amén de pateos constantes e incesantes por la cantidad de buenos y bien señalizados senderos que hay en el Parque Natural.Previamente habíamos cerveceado ligeramente con Picadrilo como primera toma de contacto, y nos habíamos homenajeado con el magnífico atún de El Canuto. Y ahí estamos en la zona de salida (y posterior meta) saludando con gesto cómplice a todos los que estábamos por estar inscritos y a los que pasaban por allí para el sentido homenaje, leído por Julio Becerra, que supo reflejar en sus palabras lo que todos sentíamos.Enfoqué la prueba por y para H+QNC…. yo sólo disfrutaba de la luna llena, que lucía con sus mejores galas, de los ausentes mosquitos, que decidieron darse un respiro y no molestar demasiado, y del andar ligero y vivo de H+QNC a pesar del suelo irregular y del ritmito que le imprimimos a la marcha…. forzando un poquito para no eternizarnos en mi línea “intensa” habitual que ya forma parte de mi encanto.Cuando nos encaminamos hacia el acantilado, nos desviaron a la derecha por una subida angosta y tremendamente divertida. Ahí ya se formó la línea de a uno y empezaron a formarse los grupos acorde a los ritmos. Nosotros llevábamos de referencia al equipo susmurai que siempre iba por delante y del que nunca perdimos el contacto visual, excepto un par de kilómetros antes de meta.
Ese día el honorable H+QNC, que junto al Shogun Iza, compartían entrenamientos con el aspirante a teakiyari Andrés, lucía con orgullo su nueva haori y Andrés quedó deslumbrado al verla.Éste al ver lo bello del yelmo y los colores de su patria, preguntó que había que hacer para portar tan bella tōsei gusoku.Ante la pregunta, mi señor no pudo por menos que hablarle de la batalla que libraron contra los elementos el año anterior, le habló del noble Tigosa San, le habló del noble Buda, y fue relatándole uno a uno, cuantos detalles adornaban el haori, sin olvidar el más importante el de Andex, y como no, la frase que lucía con orgullo en la espalda: Orewa Yaru.
El nuevo aspirante a teakiyari no pudo aguardar más tiempo, y expresó su deseo de pedir tan noble prenda, a lo que mi maestro le respondió:Así sea, si ese es tu deseo, pero recuerda que más importante que ser un gran bushi, es que no olvidemos que nosotros hemos nacido para ser saburai, y si algún día no demuestras el honor que te confiamos, o faltas a la palabra dada, yo mismo seré tu kaishaku, cuando por vergüenza te veas obligado a hacerte el seppuku.
Después de esto, se produjo un profundo silencio, pero estoy seguro que en esos momentos por la cabeza de mi maestro, pasaban imágenes de Cio-Cio-San, de Yonyuugo, La Veterana, y de tantos y tantos otros, mientras en silencio Andrés poco a poco, se iba dando cuenta de la enorme responsabilidad que había caído sobre sus hombros, y mientras su semblante me pareció serio, yo juraría que mi maestro lo miraba de reojo y sonreía.
“Susurran los sabios una antigua leyenda que dice que, cuando la luna llena acierta a brillar sobre los campos cubiertos de escarcha en el silencio invernal, se despierta el hada de la luna y baja con sigilo a bailar sobre las aguas más mágicas de la tierra. Busca sin cesar a los niños, confiando en poder arrebatarles el alma en un santiamén, llevándoselos consigo, en su largo viaje de regreso. Desde la lejanía oye el cascabeleo de las risas jubilosas y se abalanza como un trueno hacia su presa, revoloteando a la espera de encontrar nuevos amigos, pero el tiempo es cruel con ella y, antes de que llegue a la lejana costa, los niños se encuentran ya seguros y acostados en sus casas cuando el distante fulgor rojo del sol matinal horada las sombras de la noche, expulsando al hada de la luna, que retorna a su reino prometiendo regresar de nuevo.”
(Moonwater – Himekami)