Revista Cultura y Ocio

I vespri siciliani (6) - Acto I. Por qué una mujer canta tras la muerte de su hermano.

Publicado el 18 noviembre 2016 por Maac @Elblogdemaac

I vespri siciliani (6) - Acto I. Por qué una mujer canta tras la muerte de su hermano.

I vespri siciliani, dirección escénica de D. Livermore

El primer acto de Las vísperas sicilianas  comienza en la Plaza Mayor de Palermo, estamos a finales del siglo XIII y Sicilia está ocupada por los franceses, el duque de Monforte (barítono) es el gobernador de Sicilia, el poder está en sus manos. Los soldados franceses beben y cantan añorando su patria, pero también tratan vejatoriamente a las mujeres de los sicilianos, el pueblo se siente injuriado.
Elena (soprano), que viste de luto y se muestra afligida, entra en escena saliendo de la iglesia en donde ha estado rezando por el alma de su hermano, el duque Federico de Austria, decapitado recientemente por orden de Monforte. Gracias al deseo de venganza que le invade se va a convertir en símbolo de esperanza para los sicilianos. Un oficial francés, cautivado por la belleza de la joven la obliga a cantar bajo amenaza. Elena escoge una canción que habla de una embarcación que resiste la tormenta en el mar, y sus compatriotas ("Mortali! il vostro fato è in vostra man" / ¡Mortales! Vuestro destino está en vuestras manos),se identifican con la tonada, están a punto de sublevarse.
Vamos a escuchar un fragmento correspondiente a la cavatina de Elena y coro en la grabación en directo efectuada en 1951 cuando Maria Callas tenía 28 años y estaba en óptima salud vocal, más que un fragmento de una belleza arrebatadora, que en algún momento la tiene, estamos ante una escena muy bien construida en su tensión dramático-musical, más todavía cuando está en manos de una artista como Maria Callas:
Decía que los sicilianos están a puntito de sublevarse, les falta nada... pero cuando hace aparición Monforte en la escalinata del palacio se vuelven atrás y huyen atemorizados,  todos menos Elena, su dama Ninetta y el joven Danieli, Monforte siente el odio contenido con que lo miran los sicilianos en un cuarteto, que si no fuera por pequeñas intervenciones de la cuerda, sería a capella.
Y ahora escuchamos ese cuarteto entre Elena, Ninetta, Danieli y Monfore que ya hemos señalado casi no tiene acompañamiento, si no me equivoco en la única grabación de estudio que existe, la de James Levine con Plácido Domingo, Martina Arroyo y Sherrill Milnes:
Entra el joven Arrigo (tenor), fue encarcelado por los franceses durante la guerra acusado de traición y más tarde puesto en libertad de forma inesperada gracias al buen actuar de los jueces. Arrigo, que está en presencia de Monforte, no lo reconoce, abiertamente manifiesta su animadversión hacia él, pero Monforte parece que no se lo toma a mal, le ha gustado su sinceridad y valentía, ordena que se retiren Elena y los demás, interroga a Arrigo sobre sus padres y le ofrece trabajar a su servicio y al de Francia, pero Arrigo lo rechaza con decisión. Monforte se muestra contrariado por la actitud del joven y, encolerizado, le recomienza que no se acerque a Elena; sin embargo, Arrigo ignora la recomendación y, en un acto de desafío hacia Monforte, entra en el palacio de Elena, así termina el primer acto.


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