IAC 80
Subió al observatorio, aún no había llegado el ocaso; el aire tibio impulsado por la calima procedente del continente, cargado de polvo y neblina, barruntaba que no se vería Venus tan pronto como se pusiera el Sol. “Advecciones africanas”, pensó. Revisó el material, todo en orden.
Disfrutó de las últimas horas del día, fumó lentamente y cuando aún no había oscurecido del todo sacó las gamuzas y la fregona y comenzó a limpiar, como cada semana, la cúpula del IAC80.