Año: 2016
Editorial: Expediciones polares
Género: Novela
Valoración: Recomendable
Por fin, después de que hayan pasado por aquí cuatro obras de esta editorial, me ha tocado a mí algo de Expediciones polares. Este sello me llamó la atención desde el principio, con su cuidadísima estética, su definida línea de publicaciones y su amor por la edición de libros en pasta dura. Y, por lo visto, también por su acierto a la hora de seleccionar las obras. Los abismos es una nueva muestra de ello.
Tres mujeres a lo largo del tiempo, conectadas entre sí por unos lazos evidentes, pero separadas a la vez por un mundo que parece confabularse para tenerlas distanciadas. A través de sus respectivas historias, complicadas algunas, demasiado fáciles otras, conoceremos cómo se transmite el virus de la literatura, cómo muta para traspasar fronteras y perdurar a lo largo de las generaciones.
Con pasar las primeras páginas de Los abismos, el lector comprueba que no se encuentra ante un libro común. Esta obra te invita a jugar desde el principio, ofreciendo un desdoblamiento de la narración en los tres (al final aparece un cuarto) puntos de vista de sus protagonistas, todas ellas mujeres. Es fácil intuir que existe un nexo de unión entre ellas, pero el juego no es tan fácil; el lector debe descifrar esa relación utilizando las pistas que se va encontrando a lo largo del camino. Que no se preocupe nadie, que no se trata de un laberinto insondable, es más bien como una casa llena de puertas que deseamos abrir para ver qué se esconde detrás.
Como ya dije, las tres historias se presentan crudas al lector, enmarañadas entre sí y consigo mismas. Es cierto que dentro de los capítulos las partes se entrelazan (un encuentro, un viaje en tren, una despedida), pero por regla general la estructura se presenta rota. Al principio, cuando todavía mi ojo no estaba hecho a esta disposición, la juzgué como artificiosa e innecesaria. Pensé que el autor estaba construyendo un castillo de naipes demasiado ambicioso y que no tardaría en desmoronarse. Sin embargo, en un par de capítulos todo cobra sentido; tanto que ya no se ve posible una narración distinta. Esta construcción es sólida, tiene fuertes cimientos y crece muy alta.
Pese a que el estilo elegido es minimalista y poco dado a las florituras, Los abismos es una declaración de amor incondicional a la literatura. Sus protagonistas portan el gen de la escritura y escriben pese a sus circunstancias, como única forma posible de vivir. Este libro, además de estar sembrado de citas y de curiosidades sobre autores y editores, se da el gustazo de utilizar a grandes genios del siglo XX como personajes secundarios. Podemos ver a una de sus protagonistas codeándose con Cortázar, Borges, Bioy Casares, Vargas Llosa o García Márquez. Veo muy claro el homenaje que Iban Petit ha querido hacer a la literatura del siglo XX, y se lo agradezco, ya que consiguió transportarme a esas reuniones semi clandestinas en París.
No es este un libro apto para las prisas. No se lee de golpe ni tampoco está escrito a la ligera; se nota en lo cuidado de cada uno de sus fragmentos. No solo me refiero a la concordancia de los momentos y los lugares, sino a que no se ha dejado nada al azar. Una muestra es el simbolismo que podemos encontrar entre sus párrafos. Las tres protagonistas aparecen representando las tres edades y dándonos a entender que, en realidad, representan a una misma persona pero captada en momentos distintos. Tampoco es casual que todas ellas sean mujeres. Entendemos aquí que la literatura es concebida, más que como un virus (que dijera yo más arriba), como la vida misma, que es portada por mujeres de generación en generación. Vemos cómo el proceso de escritura se asimila a la gestación de un niño y a dar a luz. Es eso lo que quiere decirnos el autor: la literatura es vida, es luz, y es también la forma de salvar los abismos que se abren a nuestro alrededor.
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