Revista Cultura y Ocio

Iberia en los tiempos míticos, bibliografía y teoría

Por Rodrigojocilesferrer @jocilesferrer

Desdichado el pueblo que oculte sus mitos y leyendas; sus teogonías y cosmogonías, porque será ya un pueblo sin alma, sin vitalidad (Juan Carlos Alonso).

Motivación para escribir

Los antepasados

Siempre me interesó la antigüedad, los antepasados, cómo eran los hombres que vivieron antes que yo y especialmente, aquellos de los que soy descendiente, genético y/o cultural; aquellos que habitaron los lugares en los que he nacido, crecido y vivido, antes que yo, o aquellos que pudiendo proceder de otros lugares, podría trazar por línea materna o paterna como mis ancestros. Qué pensaban, en qué creían, cuál era su concepción del mundo y de la vida, qué lenguas hablaban, cómo se las arreglaban para salir adelante, qué armas y herramientas empleaban, cómo obtenían su alimento, vestimenta, medicinas y otros bienes necesarios; pero también qué les gustaba, hasta qué punto formaban parte de una “cultura”, para qué estaban dispuestos a esforzarse, o incluso a arriesgar la vida. De niño mi atención se fijó en la Edad Media, como época “bárbara” fascinante, pero a medida que iba leyendo, visitando museos, yacimientos, acumulando conocimientos, mi interés iba retrocediendo atrás en el tiempo hasta el paleolítico y los tiempos de la última glaciación, para finalmente, ya adulto, converger en la Edad del Bronce en Iberia, es decir, desde mediados del II milenio a.C. hasta principios del I milenio a.C. ¿Por qué? Porque esa es justo la última época de la que apenas existen testimonios escritos (es decir, todo queda “abierto”, de hecho es prehistoria en Iberia) y sin embargo ya cuenta que una cultura material (y mitológica por supuesto), que para mí la hace especialmente apropiada para construir el tipo de historias que más me atraen. Y esto entronca con la segunda parte de esta sección.

Afición por la épica

Siempre me fascinaron las historias épicas y mágicas y que sin embargo entroncaran en la medida de lo posible con la realidad (de las épocas remotas), o más bien con lo que los hombres de aquél tiempo y lugar considerasen la realidad y los mitos y leyendas, así como las creencias religiosas, incluso supersticiosas, formaban parte de esa realidad. La fantasía épica de pura evasión dejó de aportarme algo muy pronto, salvo honrosas excepciones y el realismo costumbrista (casi) nunca lo hizo. Mi literatura ideal es la basada en una reconstrucción histórica (o mejor aún prehistórica), que incorpora con naturalidad todos los elementos mitológicos y mágicos acordes a la época y cultura de que se trate. Dada la afición anterior, no es difícil comprender que pasé muchas horas de mi adolescencia y juventud, dirigiendo partidas del juego de rol, Dungeons & Dragons (el original), que a algunos os resultará familiar, si habéis sido capaces de leer hasta aquí. Tras unos años de universidad y parada a este respecto, regresé durante un tiempo a la ciudad en la que crecí, Badajoz, para el servicio militar, lo que me reunió otra vez con mi grupo de amigos del rol. Retomamos las partidas, no con el vigor de antaño, pero sin embargo y esto es lo importante para este artículo, yo estaba fuertemente impactado por la lectura reciente de “Gárgoris y Habidis” de Fernando Sánchez Dragó, libro que me hizo tomar conciencia de que España era un país (encantado) con un pasado mítico y mágico tan fascinante como el que más, con la desgracia de estar poco estudiado y comercializado. Al mismo tiempo, durante mis años de universidad, había idealizado la tierra donde mi crie, Extremadura y había procurado leer sobre su historia. De modo que decidí ambientar las partidas de rol en la Extremadura (Iberia) de la Edad del Bronce; su geografía, paisaje, fauna, flora, clima… eran bien conocidos por todos nosotros y así me forzaba a mí mismo a aprender más sobre su pasado y de paso enseñar algo a mis amigos. Pronto marché a trabajar a otro lugar y un par de años más tarde intenté organizar partidas allí con otros amigos, lo que acabó con más pena que gloria, pero que sin embargo fue el germen de lo que estoy contando. Acabé asumiendo que realmente ya no podía hacer algo que me gustaba mucho, que era organizar partidas de rol, creando los escenarios y aventuras de mi preferencia y jugándolas de una manera seria (como lo hiciera en mis años de adolescencia), pero que esto realmente era muy parecido a escribir historias y eso sí era algo que podía (y sólo podía) hacer yo solo. Me di cuenta que ya contaba con una base documental, las notas que había reunido para ambientar los escenarios y preparar las aventuras, en la Edad del Bronce y tardé sólo días en escribir un esqueleto completo de una historia que tal vez diese para varios “volúmenes” (incluso pre cuelas, secuelas y ramas paralelas…), con sus capítulos y personajes, que en lo fundamental no ha cambiado desde entonces.

Un libro abierto

Pero desde el momento en que decidí y comencé a escribir esa historia, surgió su propia sombra que la lastraba, que desde entonces me ha hecho procrastinar lo que es la escritura efectiva de la novela. Según mis propios preceptos que deben cumplir las historias que me gustaría leer y por tanto escribir, había de estar bien documentada. Creo que comencé con la mitología, después con la cronología, que no ha parado de crecer, seguí  con las lenguas, pueblos, armas… Dando lugar a una recopilación bastante extensa (y quizá valiosa). En un principio, parecía haber una gran escasez de publicaciones (y certezas) sobre Iberia en concreto, en gran medida era necesario interpolar / extrapolar a partir de geografías y culturas vecinas o relacionadas, mucho mejor conocidas, pero a medida que pasaron los años y también con el auge de las redes sociales, fueron apareciendo más y más expertos, obras y descubrimientos disponibles. Y es un proceso que ya no para de crecer. De lo cual me alegro sobremanera en aras del conocimiento sobre el pasado (mítico) de mi patria, Iberia y sus islas, que tan en falta he echado mucho tiempo. Pero la acumulación de conocimientos no puede postergar eternamente el comienzo de la escritura, he leído o escuchado a otros escritores que han experimentado esto mismo, de modo que intentaré que continúe en paralelo y en la medida que sea necesaria. La atención a las redes y foros sobre estos temas se ha convertido, en los últimos tiempos en parte de esa tarea y este artículo pretende ser un inciso que ayude a dar paso a la escritura.

Bibliografía

Por qué publicarla

En esos foros que acabo de mencionar, encuentro gente de la que aprendo mucho, que expone información muy interesante que no conocía. Me resultan altamente enriquecedores, pero a menudo no estamos de acuerdo y yo expongo cómo creo que son las cosas, en base a mis propias fuentes (procuro ser agnóstico respecto de las hipótesis sobre la prehistoria, procurando no dejarme inclinar hacia posibles preferencias mías). A menudo y, dentro de las discusiones, los participantes preguntan dónde, a qué autor se ha leído tal afirmación; es natural, a mí también me gusta conocer nuevas y buenas referencias. A veces recuerdo exactamente el documento y lo comparto, pero otras veces no o simplemente no tengo tiempo para buscar la referencia y hacerlo, de modo que pronto se me ocurrió tener una lista publicada permanentemente a la que enlazar en estos casos. Según he ido haciendo mi trabajo de reunión de información, he ido incluyendo los documentos en unos capítulos de bibliografía que es lo que copiaré a continuación. Sólo aparecen los libros y artículos que ya he leído, tengo numerosos pendientes en mi biblioteca que considero importantes, pero no puedo asegurar que conozca una información a partir de un documento que aún no he leído, por eso aún no aparecen en la lista. He remarcado en negrita, aquellos que recomendaría especialmente por su interés para los temas que expongo en esta entrada.

Libros

  1. “La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento”. Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602) y cotejada posteriormente con diversas traducciones, y con los textos hebreo y griego. Depósito de la Sociedad Bíblica B. y E., 1934.
  2. Equipo redacción Biblograf. “Lexis22 Atlas Histórico Cronología”. Círculo de Lectores S.A., 1976.
  3. J. Vicens Vives. “Atlas de Historia de España”. Editorial Teide, S.A., 1980.
  4. Enrique Wulff. “Lenguaje y lenguas”. Salvat Editores, S.A., 1981.
  5. Jean Marc Brissaud. “Las civilizaciones prehistóricas”. Club Internacional del Libro, 1985.
  6. Philippe Aziz. “La Atlántida civilización desaparecida”. Club Internacional del Libro, 1985.
  7. Iván Pastor. “La civilización china”. Club Internacional del Libro, 1985.
  8. María Luz Willemenot. “Assur y Babilonia”. Club Internacional del Libro, 1985.
  9. Cyril Aldred. “Los egipcios”. Club Internacional del Libro, 1985.
  10. Olivier Launay. “Las civilizaciones celtas”. Club Internacional del Libro, 1985.
  11. Patrick Louth. “Germanos y vikingos”. Club Internacional del Libro, 1985.
  12. Luis Ogg, Rosa Cadenas, Alberto Castilla y otros. “Crónica de la Humanidad”. Plaza & Janés Editores S.A., 1987.
  13. Roy Willis. “Mitología, guía ilustrada de los mitos del mundo”. Debate – Círculo de Lectores, 1993.
  14. Marcelino Cardalliaguet Quirant. “Historia de Extremadura”. Universitas Editorial, 1993.
  15. Jesús Callejo y Marina Seoane. “Hadas, guía de los seres mágicos de España”. Editorial EDAF, S.A., 1995.
  16. Manuel Yánez Solana. “Los celtas”. M. E. Editores, S. L., 1996.
  17. Alberto González Rodríguez. “Historia de Badajoz”. Universitas Editorial, 1999.
  18. John Haywood. “Atlas histórico universal”. Círculo de Lectores, 1999.
  19. Reinhard Schmoeckel. “Die Indoeruopäer”. Verlagsgruppe Lübbe, 1999.
  20. Joel Levy, bajo los auspicios de The Cryptozoological Society of London. “Gran enciclopedia de los seres mágicos”. RBA Libros, S.A., 2000.
  21. Jean Markale. “Contes et légendes des pays celtes”. Éditions Ouest-France, 2000.
  22. Manuel Bendala Galán. “Tartesios, iberos y celtas. Pueblos, culturas y colonizadores de la Hispania antigua”. Ediciones Temas de Hoy, S.A. (T.H.), 2000.
  23. Juan Carlos Alonso. “Arganthonio rey de Tartessos”. Editorial La Olmeda, S.L., 2000.
  24. José R. Pellón. “Diccionario Espasa Íberos”. Espasa Calpe, S.A., 2001.
  25. Fernando Sánchez Dragó. “Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España”. Editorial Planeta, S.A., 2001.
  26. Marco V. García Quintela. “Mitos hispánicos, la edad antigua”. Ediciones Akal, S.A., 2001.
  27. Alonso Rodríguez Díaz y Juan-Javier Enríquez Navascués. “Extremadura tartésica. Arqueología de un proceso periférico”. Edicions Bellaterra S.L., 2001.
  28. Peter Berresford Ellis. “A brief history of the druids”. Constable & Robinson Ltd, 2002.
  29. Arnulf Krause. “Die Geschichte der Germanen”. Campus Verlag GmbH, 2002.
  30. Alberto Álvarez Peña. “Celtas en Asturies”. Picu Urriellu, 2002.
  31. Bryan Sykes. “The seven daughters of Eve”. Corgi Books, 2002.
  32. R. Benito Vidal. „Historias Mágicas de los Dioses Sumerios“. EDIMAT LIBROS, S.A., 2003.
  33. David Day. “El mundo de Tolkien. Fuentes mitológicas de El Señor de los Anillos”. Editorial Océano, S.L., 2004.
  34. Alfonso Moure Romanillo y Juan Santos Yanguas. “Historia de España. Prehistoria”. Espasa Calpe, S.A., 2004.
  35. Fernando Ruiz de la Puerta. “La Cueva de Hércules y el Palacio Encantado de Toledo”. Ediciones Bremen, S.L., 2004.
  36. Séamus Mac Mathúna and Ailbhe Ó Corráin. “Collins Irish Dictionary”. HarperCollins Publishers, 2005.
  37. Adolf Schulten. “Tartessos. Contribución a  la historia más antigua de Occidente”. Editorial Almuzara, S.L., 2006.
  38. Simon Anglim, Phyllis G. Jestice, Rob S. Rice, Scott M. Rusch y John Serrati. “Técnicas bélicas del mundo antiguo”. Editorial LIBSA, 2007.
  39. Bryan Sykes. “Blood of the Isles”. Corgi Books, 2007.
  40. Jaime Alvar. “Tartesos. Un reino soñado”. La Esfera de los Libros, S.L., 2010.
  41. Santiago Posteguillo. “Las legiones malditas”. Ediciones B, S.A., 2010.
  42. Fernando Quesada Sanz. “Armas de la antigua Iberia”. La Esfera de los Libros, S.L., 2010.
  43. Elena Percivaldi. “Los celtas. Una civilización europea”. Tikal Ediciones, 2011.
  44. Georgeos Díaz-Montexano, Monik Perz, Mario Morcillo -in memoriam-. “Atlantis <> Tartessos Aegyptius Codex. Clavis. Epítome de la Atlántida Histórico-Científica”. Turpin Ediciones, 2012.
  45. J. Ramón Rivera. “Tartesios, íberos y celtíberos: sus escrituras y su lengua”. Editorial Círculo Rojo, 2013.
  46. Georgeos Díaz-Montexano. “Amazon & Atletia, Historia de las Islas de los Dioses”. Amazon, 2014.

Artículos

  1. Muy Especial. “Los antiguos hispanos”. Otoño 1997.
  2. Hans-Joachim Löwer. “Die Welt der Sternendeuter”. National Geographic Deutschland, März 2007.
  3. Georgeos Díaz Sánchez-Montexano. “La Atlántida de Platón, teorías científicas, fórum atlantología”. 2007.
  4. Wikipedia, la enciclopedia libre. “Glaciación de Würm o Wisconsin”. 2007.
  5. Elisabeth Hamel, Theo Vennemann. “La primitiva lengua de los antiguos europeos”. Euzkadi Online, 2007.
  6. Wikipedia, la enciclopedia libre. “Expansión afroasiática”. 2009.
  7. Fernando I. Lizundia. “Gibraltar, otra ‘tumba’ para la Atlántida”. EL MUNDO, 2009.
  8. Año/Cero. “Nuevas revelaciones sobre La Atlántida”. Abril 2009.
  9. Historia de Iberia Vieja. “Iberia El Dorado de la Antigüedad”. 2009.
  10. As66. “Asturcón, historia de un superviviente”. Abril 2010.
  11. Eureka (El Mundo). “El secreto Neandertal que ocultaba una cueva asturiana”. Mayo 2010.
  12. Georgeos Díaz-Montexano. “Tartessos”. Diciembre 2010.
  13. Georgeos Díaz-Montexano. “El Nombre Original de Atlantis (Ispalis y Tartessos”. Diciembre 2010.
  14. Le Monde. “Atlas de las Civilizaciones”. 2010.
  15. Historia. National Geographic. “Sargón I”, “Micenas”, “Nefertiti”. Enero 2011.
  16. Historia. National Geographic. “Fenicios, los marinos de oriente“. Enero 2011.
  17. Georgeos Díaz-Montexano. “La tradición atalántica en las vestiduras de los iberos”. Enero 2011.

Pueblos de Iberia en el tiempo

Pueblos de Iberia Mitica

La tabla que adjunto me ha llevado bastantes horas de trabajo, a lo largo de unos cuantos años y es un documento vivo, que probablemente seguirá evolucionando mientras yo lo haga. A medida que fui documentándome y sobre todo tratando de construir una cronología, desde los comienzos del homo sapiens, hasta el fin de la Edad Bronce en Iberia y de la entrada de la misma en los anales conocidos de helenos y púnicos, me fui dando cuenta de que la sucesión de culturas y pueblos, en el espacio y en el tiempo, parecía un rompecabezas altamente contradictorio. Tengo bastante claro que los siguientes aspectos fundamentales de las migraciones (o permanencias) humanas: genético (distinguiendo materno / paterno), cultural (incluyendo religión, tradiciones, herramientas, arte…) y lingüístico, siguen por norma caminos separados y por ello aparentemente contradictorios; aunque en ocasiones también se propaguen e impongan juntos, normalmente cuando se dan de forma dramática con suplantación de unas poblaciones por otras. Se ha descubierto que esto último era muy raro si no inexistente en tiempos prehistóricos, a pesar de guerras e invasiones, el objetivo no era aniquilar al enemigo, sino mezclarse con él dominándolo; es por ello que (en Europa al menos) suele predominar la genética de los “vencidos”, por línea materna y la lengua de los vencedores (por línea paterna) y los aspectos espirituales de la cultura. Los aspectos materiales de la cultura, como la agricultura y la ganadería o las modas de artesanía, parecen haberse propagado de forma más bien pacífica y en caso contrario suele ser el pueblo culturalmente superior el invadido y asimilado con su cultura, apreciada por el vencedor. Pero me estoy extendiendo en un tema que daría para varias entradas de blog… En mi humilde opinión (extraída de varios de los documentos que enumero en la bibliografía), pretender que estos aspectos se propagan juntos por norma conduce a errores dogmáticos serios. La tabla pues, surgió con la idea de poner orden en todos los pueblos que en algún momento habían habitado Iberia, en el espacio y el tiempo y también en los aspectos culturales, lingüísticos y en la medida de lo posible genéticos. He incluido alguna información de tipo mítico, pues es de sumo interés para mi empresa literaria y también porque estoy convencido que todo mito y toda leyenda, ocultan y la vez de guardan (con belleza añadida) una gran verdad. Con ella, he puesto cierto orden en mi cabeza, que me será útil para construir mi libro y desde luego para saber más de Iberia, del mundo que la rodea y de su pasado. No pretendo haber resuelto ni de lejos el rompecabezas, quedan muchos cabos por atar y muchos aspectos por descubrir (por los especialistas cualificados, no por mí que sólo soy un aficionado). La tabla está registrada, con las implicaciones que ello conlleva. La he mostrado a varias personas y me han dicho que podría ser valiosa. El documento de trabajo es una hoja de cálculo, en esta entrada de blog está en formato imagen, que seguro habrá que ampliar para poder leerla. Pongo la información en ella a disposición de quien pueda ser útil (comentarios y correcciones bienvenidos). Si alguien desea incluirla tal cual en otra publicación, le agradecería me lo comentara y en todo caso, nombrase al autor, es decir, a mí.

Teoría de los “brazos” y las “bisagras”

Objetos y mapas

He incluido algunas fotos de objetos y mapas expuestos en el Museo Arqueológico Nacional (M.A.N.) de Madrid, que visité brevemente tras su larga remodelación. Pertenecen en general a la Edad del Bronce, la época de interés para mi libro, aunque alguno puede ser anterior o posterior:

  • Ídolos oculados cilíndricos de piedra del suroeste
  • Puntas de flecha y / o jabalina
  • Reconstrucción de enterramiento de guerrero, con sus flechas, puñal, manto, ropajes y vasijas
  • Espadas con sus vainas, cabezas de hacha y puntas de lanza
  • Lápidas de piedra, quizá representando a jefes tartesios, con sus ricos cascos con tocado
  • Empuñadura de oro de espada de bronce
  • Mapa de contactos extra peninsulares a comienzos del Bronce Final (esta es la figura fundamental para mi teoría)
  • Mapa de grupos culturales en Iberia (ampliación en Iberia del anterior)
  • Espadas largas
  • Mapa de Estelas del Suroeste
  • Estela guerrera del suroeste con panoplia completa incluyendo carro
  • Tres estelas del suroeste sobre fondo de dehesa extremeña, con la particularidad de que presentan cascos con cuernos
  • Conjunto de torques y otros objetos valiosos de metal
  • Tesoro del Carambolo

En mi opinión, las fotos de objetos son bastante representativas como para hacerse una imagen visual de la cultura material (armas, joyas…) de la época y zona y en parte también de la espiritual (enterramientos honrando al jefe guerrero…). Los mapas para mí son bastante significativos respecto de los aspectos de relaciones culturales de la península, e ilustrativos de mis hipótesis culturales, genéticas y lingüísticas. Las hipótesis genéticas que yo manejo, surgen de experimentos científicos llevados a cabo en los últimos años, que han sacado a la luz cuáles han sido las verdaderas migraciones genéticas en Europa desde el Paleolítico, pueden consultarse en la bibliografía que enumero; en todo caso son totalmente compatibles con estos mapas. Esta información gráfica puede ampliarse con mi publicación anterior en este blog “Estelas Guerreras en el Arqueológico de Badajoz”, que no repetiré aquí. Su enlace: https://jocilesferrer.wordpress.com/2014/01/24/estelas-guerreras-de-la-edad-del-bronce-en-el-arqueologico-de-badajoz/.

Iberia Mitica objetos y mapas (1)
Iberia Mitica objetos y mapas (2)
Iberia Mitica objetos y mapas (3)
Iberia Mitica objetos y mapas (4)
Iberia Mitica objetos y mapas (5)
Iberia Mitica objetos y mapas (6)
Iberia Mitica objetos y mapas (7)
Iberia Mitica objetos y mapas (8)
Iberia Mitica objetos y mapas (9)
Iberia Mitica objetos y mapas (10)
Iberia Mitica objetos y mapas (11)
Iberia Mitica objetos y mapas (12)
Iberia Mitica objetos y mapas (13)
Iberia Mitica objetos y mapas (14)

Parentescos de Iberia

Voy a intentar razonar y explicar mi propia teoría sobre el parentesco de los pueblos de Iberia, desde la época Megalítica (5.000 a.C.) hasta finales de la Edad del Bronce (800 a.C.). Nótese que es un periodo que abarca cuatro milenios, más del doble de nuestra era cristiana, de generaciones de antepasados nuestros (de españoles y portugueses), genéticamente idénticos a los humanos actuales al 99,99%. Suele pasarse por alto pero en mi humilde opinión, su poso, ha de ser forzosamente muy superior al de los que vinieron luego y que sin embargo conocemos con mucho más detalle: fenicios, griegos, cartagineses, romanos, hebreos, godos, árabes y bereberes, repobladores europeos… Y ahora se sabe que en lo esencial, somos como aquellos celtas e iberos. Repito que este concepto lo he formado a partir de numerosos documentos que enumero en la bibliografía y puede trazarse con mi tabla de pueblos. Veamos los mapas de contactos extra peninsulares a comienzos del Bronce Final y de grupos culturales en Iberia. Para mí, la Iberia de la Edad del Bronce no era en absoluto un país aislado, sino en plena relación con dos entornos geográficos y a diferencia de cómo se presentaba esta cuando yo estudiaba historia en el colegio o en el instituto, es decir, como mera tierra receptora de invasores (celtas…) o colonizadores (fenicios, griegos…), superiores técnica y culturalmente a los indígenas, he llegado a la convicción de que esas relaciones eran en todo caso bidireccionales. Es decir, Iberia era destino y a la vez cuna en varios procesos cíclicos desde el Paleolítico. Sí que es cierto que en el momento de la penetración del hierro, de la fundación de Cartago, de la llegada de los griegos clásicos y de la adopción del alfabeto fenicio, Iberia (Tartessos) ya se encontraba en decadencia como potencia colonizadora y la historia que conocemos, empezó a escribirse en esos momentos. Vamos entonces con los “brazos” de Iberia siguiendo el mapa de contactos extra peninsulares a comienzos del Bronce Final, yo contemplo dos.

El brazo atlántico y lo celta

El primer brazo, el atlántico, sombreado en azul en el mapa, es el que va desde el Estrecho de Gibraltar y la desembocadura del Guadalquivir (Tartessos), recorriendo todo el occidente y el norte atlánticos de Iberia (territorios poblados por pueblos considerados como celtas o pre-celtas a finales de la Edad del Bronce), hasta las Islas Británicas, el occidente Francés y la desembocadura del Rin en el Mar del Norte. Hay testimonios de que los tartesios y los habitantes del oeste y norte de la Península, posiblemente vecinos y aliados, o en todo caso formando parte del mismo negocio, recorrían el Arco Atlántico haciendo navegación costera, para comerciar con metales, en especial para adquirir el estaño, necesario para la forja del bronce, hasta las Islas Casitérides. Recientes investigaciones han sacado a la luz que los actuales habitantes de las Islas Británicas desciende mayormente de inmigrantes llegados de Iberia durante el Mesolítico; el cuerpo mitológico irlandés identifica a la primera raza de humanos que dominó la isla, los hijos de mil, como llegados de España… Si consultamos mi tabla de pueblos de Iberia, en el siglo XI a.C., encontramos a los cynetes en el suroeste de la península, pueblo identificado por los griegos como celta; retrocediendo al siglo XIII a.C., los campos de túmulos pueblan Europa occidental; en el XVI a.C., tenemos el Bronce Inicial con foco en Huelva, Portugal y Galicia; en el III milenio a.C. florece la cultura megalítica (u oestrymnios) en el área y ya en el V milenio a.C., los pueblos megalíticos o antiguos europeos pueblan Iberia, Italia, Francia y las Islas Británicas. En el mapa de grupos culturales de Iberia, el brazo atlántico correspondería al área también azulada del Bronce Atlántico. Si nos fijamos en ambos mapas, aparecen unas flechas azules indicando influencias atlánticas sobre la península. Vistos los mapas y la sucesión de pueblos cronológica en mi tabla, parece claro que hubo una unidad o en todo caso fuerte relación cultural (y genética) en todo ese Arco Atlántico, desde el V milenio a.C., hasta el Bronce Final; durante cuatro milenios por lo menos, vuelvo a remarcarlo. Lo que para mí es aún un auténtico misterio es el aspecto lingüístico (la contradicción típica que ya he apuntado). Parece claro que a finales del Bronce ya se hablaban lenguas del grupo céltico u otro estrechamente emparentado, en casi toda el área, desde la desembocadura del Guadiana a la del Rin y en las Islas Británicas. Sin embargo, los pueblos megalíticos que habitaban la zona milenios atrás y que se ha comprobado que son básicamente los antepasados de esos celtas del Bronce y del Hierro, también parece claro que hablaban lenguas del tronco boreal, pero no indoeuropeas (o en todo caso ellos no eran indoeuropeos). Yo he aventurado en mi tabla, creo que erróneamente pero no tengo otra hipótesis más verosímil de que echar mano, que esas lenguas podrían pertenecer al tronco camita (norteafricano), pues esos antiguos europeos que levantaron los megalitos se formaron de la unión de campesinos norteafricanos que se habían refugiado en el Sahara durante los últimos milenios de la Glaciación de Würm (Paleolítico), con los cazadores y recolectores de Iberia, Italia, Francia y las Islas Británicas; pero realmente a mí me faltan datos, esperemos que lingüistas, genetistas y arqueólogos, puedan dar con la solución.

La rama continental

Volvamos al mapa de contactos extra peninsulares; para mí existe una variante del brazo atlántico, sería la rama continental, que es la que en el mapa aparece en gris-morado sombreado y ocuparía desde los límites del Sistema Ibérico y el valle del Ebro (posterior Celtiberia…) hasta las actuales Alemania y Chequia aproximadamente y cubriendo la parte oriental de Francia, que le faltaría al brazo atlántico. En el mapa de grupos culturales de Iberia, esta rama continental, se correspondería con Cogotas I y sobre todo con los Campos de Urnas. Esta área sí que se corresponde más claramente con el área de expansión de la cultura de Hallstatt, considerada genuinamente celta y con la futura de La Tène, considerada como el paradigma de lo celta. Se sabe que desde el Neolítico había rutas comerciales, pacíficas y respetadas por el interior del continente, incluyendo a Iberia por supuesto y toda esta zona. Cabe pensar que además de tráfico de mercancías, lo que ha hecho aparecer objetos mediterráneos en el Mar del Norte o Escandinavia y al contrario, pudo y debió de haber intercambios familiares, matrimoniales, pues se ha comprobado que la ascendencia de los actuales europeos por línea materna es bastante homogénea en todo el continente, con variaciones de proporción de clanes maternos por zonas, por supuesto y muy importante, al 80% proveniente del Paleolítico, es decir, de mujeres que ya vivían en Europa durante ese periodo. Inciso: El misterioso caso de los vascos y su lengua. Se ha comprobado que por línea materna, los vascos no difieren del resto de europeos, es decir, descienden de las mismas mujeres identificadas, salvo una particularidad, les falta casi por completo el componente de la única  rama neolítica, proveniente de la actual Siria, posterior a las demás y que supone el 17% en toda Europa, incluyendo lugares remotos como Escocia. Respecto de su lengua, el euskera, una hipótesis que me parece verosímil es que se trata simplemente del remanente de una rama boreal, que se hablaba en el Paleolítico (pues se ha comprobado que su vocabulario propio está anclado en tal período) al menos en la zona Pirenaica, el sur de Francia (Aquitania), al norte del valle del Ebro y posiblemente en la Cordillera Cantábrica. ¿Pudiera ser también esta,  la rama euskárica y no camita, a la que perteneciera la lengua que hablaban los antiguos europeos megalíticos, que se llevaran al Sáhara al cruzar el Estrecho y después trajeran de vuelta? ¿Tal vez mezclada con elementos camitas adquiridos allí por contacto y mezcla con proto-bereberes? ¿En qué proporción…? Trabajo pendiente para genetistas y lingüistas, yo aún no he encontrado bibliografía concreta al respecto. Volviendo a la rama continental y cotejando con mi tabla de pueblos, vemos que a finales del II milenio a.C., la unión de las culturas de los campos de túmulos (Europa occidental) y los campos de urnas (Europa central), da lugar a los pueblos célticos y que estos penetran en Iberia. Este hito me parece muy importante, pues es el que une para mí el brazo atlántico, con su rama continental. He de aclarar que entiendo por celta o céltico a aquél pueblo que habla una lengua perteneciente a esta rama indoeuropea en un momento determinado, que vive según una mitología, concepción del mundo y costumbres catalogables como celtas y también que dispone de una cultura material (construcción, armas, artesanía, ganadería, agricultura…) típicamente celta. Nada que ver para mí con “raza” ni supuestas características físicas típicas. Como ya he mencionado, se ha comprobado que la mayoría de los europeos actuales, al menos los occidentales, descienden fundamentalmente de los habitantes de sus respectivos países en el mesolítico; es decir, estos “celtas”, deberían tener aproximadamente el aspecto físico de los actuales habitantes en su zona. Y en su época de máxima expansión, es decir, entre el apogeo de La Tène y la conquista romana de Galia e Hispania, la Europa que cumplía esos tres parámetros (lengua, concepto del mundo y cultura material), abarcaba desde el Algarve hasta Galitzia (Polonia), desde el Ulster hasta Anatolia. Otro inciso: El misterio de la propagación de las lenguas indoeuropeas (las celtas entre ellas) y la aparente contradicción con la formación de los pueblos que las hablaban. Se ha comprobado genéticamente, que en las Islas Británicas, no hubo invasiones masivas de “celtas” ni ningún otro tipo de pueblos, desde el área de los Alpes (lo que sería un poco más cierto en el caso de Iberia…). Por el contrario, británicos e irlandeses, descienden mayormente de gentes procedentes del norte y oeste de Iberia en el Mesolítico. Sin embargo, en la actualidad, estas islas (junto con otros territorios del Arco Atlántico en Francia y España) se consideran los reservorios de “lo celta”, fundamentalmente porque sólo en ellos quedan lenguas celtas vivas, junto con un tipo de paisaje y climatología comunes y sobre todo, ciertas manifestaciones culturales que ellos mismos han asumido como “celtas” y que son más bien propias de ese Arco Atlántico desde la Edad Media hasta hoy, pero que sin duda nos hablan de un pasado común y de un “aire de familia”. Algunos estudiosos de la materia, opinan que el Arco Atlántico ya no puede ser “genuinamente celta”, que sólo lo son las áreas de Hallstatt y la Tène y sus zonas de expansión reconocidas como la Celtiberia lo son (y al contrario, que sólo el Arco Atlántico lo es…). En mi opinión toda el área que he mencionado en el párrafo anterior, tiene un pasado celta, en mayor o menor medida y más es unos aspectos u otros. Cómo llegaron los habitantes de las islas a hablar lenguas celtas sin una invasión centroeuropea y si realmente estas originaron en los Alpes o en Iberia (o en ambas zonas en procesos de ida y vuelta), es un rompecabezas que dejo a los lingüistas. Un ejemplo conocido que puede ayudar a meditar sobre este misterio: En España y gran parte de América se habla actualmente español. Veamos resumidamente cómo se formó este idioma. A principios del I milenio a.C., los latinos y faliscos viven en el bajo Rin, hablan latín, o proto-latín, una lengua del grupo itálico, vecino precisamente del celta. Emigran al Lacio, en el centro de Italia, siglos más tarde dominan todo el país y más tarde forman un formidable imperio al que incorporan Hispania entera. Pronto casi todos los hispanos, iberos o celtas, hablan latín. Un milenio más tarde, bajo dominio islámico de la península al sur del Duero y llegando a los Pirineos por el valle del Ebro, los cántabros y sus vecinos vascones, fundan un condado vasallo del reino Astur-Leonés, llamado Castilla; parece que en asuntos domésticos muchos hablan euskárico, de modo que utilizan un latín “mal hablado” para los asuntos oficiales, influenciado por esa lengua materna. Este condado se convierte en punta de lanza de la reconquista cristiana y pronto se convierte en el reino central de la España cristiana, avanzando su idioma en forma de abanico, invadiendo los reinos vecinos de León, Navarra y Aragón (que cuentan con sus propias lenguas romances). Cinco siglos más tarde se forma un estado que reúne a todos los reinos de Iberia excepto Portugal, que salta a América y el Pacífico y construye el Imperio más grande que ha existido. Los extremeños y andaluces que masivamente cruzan el océano, tienen a ese castellano ya moderno como lengua oficial y parece ser que materna. Hoy en día, loes naturales del Perú, México o Chile que hablan español ¿Hemos de deducir que descienden de los faliscos del bajo Rin? En absoluto, de hecho la mayoría descienden de aztecas, mayas, quechuas o incas, como muestran sus rasgos, pero ellos insisten en llamarse a sí mismos “latinos”, sobre todo los que viven en EEUU, por contraposición a lo “anglosajón”. Pues del mismo modo un “celta” de Irlanda, no tiene por qué descender de los habitantes de Hallstatt. Pero volvamos a la tabla. A mediados del II milenio a.C. también encontramos el Bronce Inicial en Europa central y a finales del III milenio, la cultura del vaso campaniforme se extiende desde Iberia a Europa Central. Quiero remarcar este hecho, porque esto demuestra que al menos en parte, esos pueblos célticos que penetran en Iberia mil años más tarde, estarían regresando. Al principio del III milenio tenemos la cultura megalítica tanto en Europa Central, como en al Arco Atlántico y también a tener en cuenta y poco conocida, la tercera oleada indoeuropea llega al Guadalquivir, Ebro y Pirineos, lo que se ha descubierto principalmente por los restos de la lengua meridional-ibero-pirenaica (indoeuropea), hallados en nombres de accidentes geográficos relacionados con el agua principalmente. Parece ser que se pudo tratar de tribus de pastores que se establecían junto a los cursos de agua ¿Fueron sus descendientes quienes llevaron el vaso campaniforme de vuelta más allá de los Pirineos mil años más tarde? Más rompecabezas. Ya a principios del V milenio tenemos los pueblos megalíticos, comunes con todo el brazo atlántico. En resumen: Todo el brazo atlántico con su rama continental, constituiría para mí el parentesco de Iberia con la Europa “celta”, entendiendo por tal un conjunto lingüístico, cultural y de concepto vital, predominante en la época en la Europa occidental y central.

El brazo mediterráneo

Este es el ámbito del que tengo menos conocimiento en principio; correspondería al de la cultura propiamente “ibera”, es decir habitantes de Iberia no indoeuropeos (ni lingüística, ni cultural ni genéticamente), que habitaban al final del Bronce la franja costera del sur y del este de Iberia, incluyendo los valles bajos del Ebro y del Guadalquivir, diferenciados de los “celtas” y tradicionalmente conocidos como “iberos”. Hay que describirlos a menudo por lo que “no son” junto a lo que se sabe que sí “son”, es decir, pueblos de Iberia mediterráneos, con una cultura más urbana y refinada que la de sus vecinos celtas, pero distintos de los visitantes fenicios, griegos, cartagineses, y romanos, que en la Edad del Hierro, ya estaban más avanzados. Estos iberos podrían estar emparentados con los etruscos, los minoicos de Creta, tal vez los griegos micénicos e incluso los antiguos egipcios, antes de la llegada de pueblos semitas. Siendo uno de los pueblos importantes del pasado de Europa, siguen en gran medida desconocidos; quedan mucha arqueología y más análisis genético por hacer. Vamos a los mapas. Parece que la relación de la Iberia mediterránea con las islas, Italia, Grecia, Egipto, Siria, Fenicia, Israel y Palestina, era más de tipo comercial, que de pertenencia a un área cultural común. En el mapa se ve claro que se practicaba la navegación (de hecho se han encontrado pruebas de que ya se hacía en el Neolítico) y que se conocía la ruta desde aquellos países hasta Iberia, hasta las Columnas de Hércules, fin del mundo y entrada a los infiernos para los helenos clásicos. Obsérvese que aparte del Valle del Nilo, no se muestra relación alguna con el norte de África, algo sobre lo que pienso que merecería la pena investigar más. En el mapa de grupos culturales de Iberia, se corresponde con el área del Bronce final del Sureste. Cotejémoslo con mi tabla. A principios del siglo X a.C., los fenicios fundan Gadir,  dos siglos antes llegan al sur de Iberia. Principios del siglo XI, podemos considerarlos época de apogeo de Tartessos. Siglo XIII a.C., la futura área ibérica, forma parte de los campos de túmulos, junto con el arco atlántico, existiendo un sustrato meridional-ibero-pirenaico (indoeuropeo) en la futura lengua íbera. Mediados del siglo XV a.C., el brazo mediterráneo, se halla inmerso en el Bronce Inicial, exactamente igual que el brazo atlántico. Inciso: Esta (Mediados del siglo XV a.C.) sería la época de desaparición de la Metrópolis Atlante, según el relato de Platón, que él narra como una historia verdadera, situada geográficamente en una isla o península junto a la boca del Estrecho de Gibraltar (del lado atlántico), bajo el mar, debido a un terremoto. Poniendo el relato de Platón sobre mi tabla y cotejando los pueblos y épocas, la Atlántida sólo podía tratarse de ese Bronce Inicial ibérico, con foco en Huelva y con dominio, o al menos fuerte relación con ambos brazos, el atlántico y el mediterráneo. De este último es del que (más) nos habla Platón, sobre la guerra de los atlantes contra los antiguos atenienses (los Cecrópidas), pues al parecer aquellos habían iniciado una invasión para someter a todos los pueblos del interior del Mediterráneo, empresa que el terremoto zanjó de inmediato, aunque según Platón, los atenienses ya habían derrotado a los atlantes. En todo caso Platón otorga el rango de primera potencia mundial, a aquellos iberos del bronce inicial, con epicentro en el entorno de las Columnas de Hércules y también se han encontrado jeroglíficos egipcios de aquella época que parecen corroborar este relato. Sigamos. Principios del II milenio a.C., El Argar en Almería es la primera cultura urbana reconocida del occidente mediterráneo, contemporánea de los griegos micénicos del bronce (aqueos), que posiblemente visitaran Iberia en búsqueda de metal. Al hilo del inciso anterior, es curioso el famoso símbolo almeriense, el indalo, que representa a un hombre sujetando un arco que bien podría ser la bóveda celeste, justo el atributo principal del mítico rey atlante, Atlas. Recientemente se han encontrado otras polis similares de la época en la alta Andalucía, espero que avancen pronto las investigaciones en este sentido. Dos siglos atrás, el área mediterránea de Iberia, participa de la cultura del vaso campaniforme, como el resto de la península, que recordemos, se extiende desde ella a Europa central (y no al contrario). Y a principios del III milenio a.C. el área está integrada en la cultura megalítica. Inciso: Esta cultura megalítica, duro al menos 2.000 años, desde el V al III milenio antes de nuestra era y constituyó todo un modo de vida y religión comunes a toda Europa occidental y central, incluyendo el Mediterráneo. Por lo visto los monumentos megalíticos impresionaron e infundieron bastante respeto a los “celtas”, que siglos más tarde habitaron estos territorios e incluso los utilizaron como escenarios para sus propios ritos, pero según su propio testimonio, ellos no los levantaron, sino que se los encontraron. Esto tampoco implica que esos “celtas” no pudieran en parte al menos, ser descendientes de los pueblos megalíticos, de hecho yo estoy convencido de que lo eran, por línea materna… A principios del III milenio a.C., los minoicos de Creta visitan Iberia en busca de metal ¿Y tal vez los iberos visitaban Creta? Ahí están la leyenda del Minotauro y cierta forma de tauromaquia minoica. Ya he aventurado el posible parentesco entre minoicos e iberos. A principios del V milenio, el área está habitada por los pueblos megalíticos o antiguos europeos que como he mencionado ya, se forman de la unión de campesinos norteafricanos con pueblos cazadores de Iberia, Italia, Francia y las Islas Británicas. Poco antes tiene lugar el origen de las dinastías faraónicas en Egipto. A principios del VI milenio, ya viven los tartesios en el valle del Guadalquivir, según sus propios anales que admiran los griegos del siglo VIII a.C. (cinco milenios más tarde, muy impresionante de ser cierto). Hito importante: A principios del VII milenio, los protoibéricos comienzan a migrar desde el Sáhara, que se ha convertido en un desierto (anteriormente era una vasta pradera fértil) a Iberia. Sin duda son parte de esos antiguos europeos, al asimilar a pueblos aún cazadores-recolectores habitantes de la Península ¿Lo hicieron? ¿En qué medida? Aquí puede estar la clave de la naturaleza (lingüística, cultural, genética) de los iberos y de su posible parentesco con otros pueblos de Europa y el norte de África. Un milenio antes, al finalizar la última glaciación, pueblos considerados camitas habitan el norte de África (proto bereberes y proto egipcios). Y aquí están el rompecabezas y también quizá las pistas para su solución, pues análisis genéticos han identificado que en 16.000 a.C. (Paleolítico), la mayor parte de los antepasados de los europeos actuales ya estaban presentes en Europa, el 17% restante proviene de Oriente Próximo a principios del Neolítico  atravesando el Bósforo; no se ha identificado ni siquiera una minoría que provenga del norte de África. Por otra parte, entre 20.000 y 9.000 a.C. se producen migraciones entre Europa y el norte de África a través del Estrecho de Gibraltar. Las lenguas camitas, pertenecen al grupo afroasiático, los primeros afroasiáticos se identifican en África nororiental hacia 13.000 a.C. Teniendo en cuenta todos estos hechos en conjunto, la única explicación que se me ocurre es que grupos paleolíticos europeos se refugiaron de la glaciación en el Sáhara entonces fértil, cruzando el Estrecho y a principios del VII milenio regresaron a Iberia como protoibéricos, trayendo consigo la agricultura y la ganadería (es decir, el Neolítico) incipientes. Pero también se han identificado en el Sáhara pueblos que hablaban lenguas camitas un milenio antes de este regreso; esas lenguas provenían de los actuales Sudán y Etiopía. ¿Se trataba de otros pueblos que permanecieron en África (antepasados de los bereberes)? ¿Se trataba de los Protoibéricos que habían adoptado esas lenguas y tal vez cultura? ¿Ambas cosas? ¿Los Protoibéricos hablaban su propio grupo de lenguas pertenecientes al tronco boreal, pero ni indoeuropeas ni afroasiáticas? Para complicar el asunto parece ser que el ibero de la Edad del Hierro, no pertenecía tampoco al tronco del euskera, lo que hubiera facilitado sobremanera la solución del rompecabezas.

J. Ramón Rivera, en su obra “Tartesios, íberos y celtíberos: sus escrituras y su lengua” (cuya lectura recomiendo mucho), realiza un trabajo gigantesco en el que él mismo traduce e interpreta, todos aquellos fragmentos de texto que han llegado a sus manos, encontrados en las áreas tartésica, ibérica y celtibérica y originales de un periodo comprendido entre los siglos VIII a.C. y la dominación romana, ya en nuestra era. Concluye que las hasta ahora llamadas lenguas tartesia, ibérica y celtibérica pertenecen a la familia indoeuropea, puesto que son fusionantes, se intuye un alineamiento morfosintáctico nominativo-acusativo, existe concordancia en número entre sustantivos, adjetivos, pronombres y  verbos y se distinguen los géneros  masculino, femenino y neutro. Más aún, estarían emparentadas con el grupo griego arcaico (micénico y otros), ya que ha sido precisamente mediante cognados encontrados en todas ellas que le ha sido posible abordar esta traducción. Destacar que, a su entender, se trata de una sola lengua con sus evoluciones temporales y modismos dialectales, que debería llamarse simplemente lengua ibérica o íbero.

Lo primero que hay que aclarar es que se trata de textos, que los más antiguos, fueron escritos dos siglos después del final de la época de que trata este artículo, siendo los más modernos posteriores a ella en un milenio. No obstante llega a conclusiones con implicaciones muy importantes sobre lo que pudo suceder en los milenios anteriores y su trabajo es demasiado consistente como para ser todo un “invento”, así que creo en la verdad de sus resultados. Veamos cuáles podían ser las causas de que la lengua ibérica al inicio de la dominación romana, perteneciese al grupo (indoeuropeo) del griego arcaico: La arqueología sitúa en torno a 2000 a.C. a Micenas en Grecia, como centro motor y distribuidor del bronce, contemporáneo de la cultura urbana del Argar almeriense y ha encontrado indicios de que estos griegos antiguos (aqueos) cuando menos visitaban Iberia en prospección de metal. Asimismo, nos habla del bronce inicial con foco en Huelva, en torno a 1.550 a.C. Por su lado, la mitología (en la cual confío como preservadora y a un tiempo ocultadora de grandes verdades), nos dice que en torno a esa época desaparece la acrópolis atlante, junto a y del lado atlántico de las Columnas de Hércules, como consecuencia de un terremoto, interrumpiendo una guerra entre los atlantes, lanzados a la conquista del Mediterráneo y los aqueos y egipcios, aliados. La mitología, griega en concreto, también nos narra la derrota de Gerión, rey de Tartessos, el de las tres cabezas o cuerpos, por parte de Herakles, que le roba sus bueyes y una rama ya más ibérica de esta historia, nos dice que Herakles se convierte nada menos que en primer rey de toda Iberia, situando su capital ¡en Toledo! (Leyenda de las Cuevas de Hércules).

Pues bien, juntando todos estos datos, se me ocurre la siguiente hipótesis: griegos e íberos de la primera mitad del segundo milenio a.C., son potencias mediterráneas del bronce y mantienen relaciones bélicas pero también comerciales. El resultado en torno al siglo XVI a.C. es que de alguna manera los aqueos micénicos obtienen algún tipo de victoria, en concreto sobre la civilización del bajo Guadalquivir, pero también colonizan fructíferamente el este y sur de Iberia, dejando como rastro, entre otros, el legado nada menos que de su lengua. Sería tremendamente interesante que se llevasen a cabo análisis genéticos en Iberia, como los de Bryan Sykes en las Islas Británicas, si mi hipótesis es cierta, estoy seguro que se encontraría una buena presencia de clanes paternos griegos arcaicos en el levante y el sur españoles.

Consideración aparte me parece la asimilación que hace del celtibérico al íbero. Por el momento no puedo estar de acuerdo, aunque desde luego sí creo que los dos textos traducidos, estaban escritos en un dialecto ibérico (griego arcaico). Me explico: Todas las fuentes que he consultado identifican a los celtíberos que combatieron a Roma (Numancia…), como un pueblo genuinamente celta en cultura material, mitología, concepción del mundo, costumbre y lengua, de hecho muchos les identifican como los únicos “celtas propiamente dichos” (La Têne) de Iberia en ese momento, mientras que Lusitanos, Galaicos, Astures, Cántabros, Vettones o Vacceos participarían de un celtismo más “arcaico”. También he leído que estos celtíberos sí estaban asimilando muchos elementos culturales de los íberos, en principio con un grado “superior” de civilización. Se me ocurren dos explicaciones para que esos textos en área celtibérica (Guadalajara y curso medio del Ebro, cerca de Zaragoza), estuviesen escritos en lengua ibérica: La primera es que por lo visto, durante la dominación romana, se estaba produciendo un proceso de “iberización”, Ebro arriba, en ese caso, esas áreas podrían ya estar habitadas por pueblos de lengua íbera y no celta. La otra es que se tratase de gentes de habla íbera, que bajo el yugo de Roma, vivían en zona aun predominantemente de habla celta, pero sabido es que los celtas despreciaban la escritura y confiaban en la transmisión oral del saber, de modo que serían los únicos no analfabetos de la zona, aunque minoritarios. De todos modos, este asunto pertenece a un milenio después de la época de interés de este artículo, pero quería aclarar mi visión al respecto.

Tras este inciso sobre la lengua ibérica posterior, pienso que falta aún mucha investigación por hacer entorno a esos Protoibéricos del Neolítico hasta el Bronce Inicial, mucha arqueología en el Sáhara y ambos lados del Estrecho, para aclarar su naturaleza cultural. También mucha investigación lingüística, aunque esto es mucho más difícil por la falta de referencia y material. Justo hay al menos un investigador (Georgeos Díaz-Montexano) que está publicando sus descubrimientos sobre lo que ha denominado Escritura Lineal Atlántica (muy anterior a la Fenicia o Griega), que al parecer ha descifrado, descubriendo por tanto el tronco al que pertenecía la lengua que hablaban estos pueblos. Recordemos lo que decían los tartesios de sí mismos, acerca de sus anales escritos milenarios, una leyenda que probablemente esconda una realidad. Espero expectante leer sobre estos descubrimientos. Y sobre todo y en realidad más fácil que las otras facetas, porque la tecnología necesaria es conocida y las fuentes (los propios humanos actuales) están disponibles, estaría la investigación genética, a ambos lados del Estrecho, para verificar si realmente los españoles actuales del Mediterráneo descienden masivamente de europeos paleolíticos o tienen algún componente norteafricano de esa época y si los norteafricanos comparten básicamente ancestros con los europeos occidentales, a partir de gentes que se refugiaron temporalmente en el Sáhara durante la glaciación, o en mayor o menor parte descienden de afroasiáticos del Paleolítico. Los experimentos llevados a cabo, se han hecho no sólo en Europa, sino en lugares tan remotos como Polinesia, no obstante su epicentro han sido las Islas Británicas y no Iberia ni el Estrecho, por lo que pienso que faltaría mucho trabajo de campo concreto en esta área, fundamental para conocer a los Protoibéricos.

Las dos bisagras

Ya he descrito los dos brazos de Iberia en el Bronce Final, con su origen en milenios anteriores. Junto a ellos, yo visualizo dos “bisagras” geográficas, que los articulan entre sí y con el interior peninsular, serían los valles del Guadalquivir y del Ebro. Habréis notado que hasta ahora sólo he nombrado lateralmente a Tartessos, eso sí, relacionándolo con ambos brazos de Iberia. Hablar del Bronce en Iberia sin hablar de este pueblo parece impensable. Es justo porque lo ubico en la bisagra del Guadalquivir, denominado Tertis por aquel entonces (forma más indígena, Tartessos sería el término helenizado). En su época de máximo apogeo (siglo XI a.C.) su máxima extensión como reino, abarcaría aproximadamente hasta el curso del Guadiana (Anas), por el oeste y el norte e incluiría los territorios del antiguo Argar por el este. Según los mapas, en el Bronce Final, sería parte y epicentro del brazo atlántico y a un tiempo participaría del mediterráneo, recibiendo influencias por este lado, como ya he comentado. De hecho hay repetidas evidencias de estas relaciones, con lo que Tartessos sería la bisagra que articularía estos dos brazos en Iberia, ejerciendo también el control del Estrecho, las Columnas de Hércules, auténtico umbral separador entonces de dos mundos, el Atlántico y el Mediterráneo sin relación entre sí, que no fuera a través de Tartessos. En el mapa de grupos culturales de Iberia, forma parte a un tiempo del Bronce Atlántico y del Bronce final del Sureste, lo que refuerza mi teoría de bisagra. La naturaleza exacta cultural, lingüística y genética del pueblo tartesio es para mí también un misterio; pienso que fue cambiando con el tiempo en estos tres aspectos y por otro lado también estoy convencido de que se trató de una nación integradora de al menos dos tipos de pueblos, como lo fueron Egipto (camitas, semitas, pueblos “del mar”…), Mesopotamia (sumerios, semitas, indoeuropeos…) y la propia Roma más tarde. A finales del Bronce y comienzos del Hierro, se clasifica a los tartesios más bien como pueblo ibérico (no celta), sin embargo se ha identificado la presencia de pueblos célticos (clasificados exactamente así por griegos o romanos) en el bajo Guadiana, Algarve, curso alto del Guadalquivir e incluso en las proximidades de la actual Sevilla, considerada muy cercana a la esquiva acrópolis tartesia. Mi hipótesis para Tartessos es que era un pueblo originalmente parte del protoibérico, es decir que regresó del Sáhara, evolucionó y prosperó en la desembocadura del Guadalquivir en contacto con pueblos que más tarde se considerarían indoeuropeos o celtas, posiblemente estableciendo marcas (territoriales) de los mismos para guardar sus límites peninsulares y también incorporándolos a sus ejércitos y quién sabe si aristocracia y realeza. Hasta más descubrimientos tiendo a pensar que en su territorio convivían las lenguas de las dos ramas, es decir ibérica e indoeuropea. Fue epicentro occidental del comercio del bronce, de ahí su esplendor, lo que precisamente articulaba obteniendo el estaño en el brazo atlántico y comerciando con bronce y plata en el mediterráneo. Como también contaba con una impresionante riqueza agrícola y ganadera (reflejada en la mitología griega que no repetiré aquí), no tuvo la necesidad de evolucionar hacia una cultura demasiado urbana, ni de expandirse militarmente (salvo el relato de Platón y la Atlántida, pero estamos hablando del Bronce Final, no del inicial…). Este “dormirse en los laureles” y la aparición del hierro y la potencia púnica en el siglo VIII a.C., lo abocaron a un hundimiento lento pero inexorable, muy posiblemente acelerado y finiquitado por Cartago, hasta que los romanos se encontraron con los más bien pacíficos y civilizados turdetanos… Respecto de la esquiva acrópolis tartesia nunca encontrada (sigo hablando del Bronce Final), la Navaja de Ockham me dice que es porque tal vez nunca existió como única. Es decir, por un lado, tratándose de una cultura marítima, capaz de llegar a Irlanda, pero también muy ganadera, es decir campera, no llegó a construir en el Bronce Final grandes polis al estilo de las mesopotámicas o griegas y por otro lado es muy posible que la corte, fuera cambiante, según donde estuviera la mansión y finca principal del rey, rodeado de su ganadería y no encerrado en una ciudad. Es posible que los lugareños actuales entiendan mejor que nadie lo que quiero decir. Bueno, es una hipótesis, creo que al menos encaja en el estado de conocimiento actual. Vamos con la otra bisagra, se trata del Valle del Ebro (Íber anteriormente). Según los mapas, durante el Bronce Final, pertenece plenamente al brazo atlántico (curiosamente siendo un río de cuenca mediterránea) y más en concreto a su variante continental y tiene un punto de contacto con el brazo mediterráneo en la costa. En mi tabla su curso bajo (costero) aparece integrado en la zona ibérica y el resto estaría en la céltica. Lo cierto es que para mí este área ejerce de bisagra más bien a partir del bronce final y sobre todo a la llegada de los romanos, cuando se identifican como pueblos ibéricos los que viven al norte del río y como celtas los que viven al sur, al menos en su curso medio. Por algún motivo, parece ser que a lo largo de  aquella época pueblos ibéricos fueron desplazándose Ebro arriba, por su margen norte. Y aquí entra en juego el tercer componente en discordia, la rama euskárica. Ya he hablado de ello más arriba. Posiblemente en el bronce final se hablaba una lengua de esa rama, remanente paleolítico en todo el Pirineo y ambos lados del mismo, sobre todo hacia occidente y más tarde se desplazó aún más hacia el oeste hasta quedar sólo en el actual País Vasco. Quedan topónimos euskáricos reconocibles desde La Rioja hasta el Pirineo Aragonés, en la actualidad. Pienso que estos pueblos han podido ser erróneamente clasificados como ibéricos (en contraposición a celtas), al no hablar lenguas indoeuropeas. Pero como ya he dicho, la hipótesis de que el euskera actual es lo que queda de la lengua ibera, ha quedado descartada. El caso es que el Valle del Ebro hace para mí claramente de corredor entre el Atlántico y el Mediterráneo por el norte y durante el I milenio a.C. de interfaz entre la Iberia indoeuropea y la no indoeuropea, incluyendo los componentes ibérico y euskárico. Del mismo modo que para Tartessos, creo que esta zona fue de aglutinación donde se hablaron lenguas de los tres grupos y se mezclaron las tres culturas, con variación en el tiempo.

Conclusión

Quería hablaros un poco de mi libro, exponer la bibliografía que he manejado hasta la fecha, también mi tabla de pueblos de Iberia y mi teoría de los brazos y bisagras, algo corto, tres ó cuatro páginas y al final he escrito diecisiete. Recordaros que sólo soy un aficionado a la prehistoria, autodidacta, aparte de lo adquirido durante la educación primaria y secundaria, que no fue poco. Carezco de titulación oficial en estos temas y tampoco vivo de ello; de modo que sobre todo, los que sí sois profesionales y/o cualificados, encontrareis muchísimos fallos en mis explicaciones y conceptos. Vuestros comentarios y correcciones serán muy bienvenidos, no se trata de enfrentar unos conocimientos o unas teorías contra otros. Lo que quiero es aprender, ayudar a otros a hacerlo y por qué no, también divertirme con esto. Mi motivación de fondo para esta afición es un profundo amor a mi patria y a los que me precedieron. ‘Cos I was born to tell the truth and run Remember me, remember me It was all for love, the crazy things I’ve done Remember me, I’m still your native son (Oysterband).


Iberia en los tiempos míticos, bibliografía y teoría

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