Buceando
en el pasado
Lo
cierto es que las relaciones entre ambos hemisferios han sido inexistentes en algunas casos y, poco frecuentes en otros, especialmente tras
los procesos de independencia dos siglos atrás de las repúblicas
latinoamericanas. Un ejemplo. Mientras los norteamericanos e ingleses al día
siguiente de firmarse la Paz de París (1783) ya estaban comerciando entre ellos,
los españoles y sus antiguas colonias prosiguieron con las malas relaciones a
pesar de que ya, América fuese irrecuperable para desdén del tan ‘deseado’
Fernando VII. Acusaciones mutuas, planes subversivos, pago de deudas
contraídas, recelos recíprocos… y así a lo largo de décadas.
Tras
la independencia de las Trece Colonias, uno de los hombres ilustrados del
gobierno de Carlos III predijo las consecuencias de la emancipación
del gigante americano. Con una previsión a largo plazo poco frecuente entre los
hombres de aquella época, advirtió al monarca de la necesidad de replantear la
relación entre Metrópoli y colonias. En base a lo cual, redactó un informe, hoy
ya famoso, en la que instaba a Carlos III a crear 3 principados en el
continente americano –México, Perú y Tierra Firme-, regidos por infantes en
unión confenderal con España.
“Esta es la idea por mayor que he formado de este delicado negocio; si mereciese la Soberana aprobación de V.M. la extenderé explicando el modo de verificarla con el secreto y precauciones debidas para que no lo trasluzca la Inglaterra (…)” escribía en el informe el propio conde de Aranda de quien Voltaire dijo que con doce hombres como él, España quedaría regenerada. El informe obviamente no fue del gusto de su Catolicísima Majestad, y las palabras de Aranda quedaron postergadas como tantas otras en la Historia de España a los archivos ministeriales.
