El invitado misterioso
Cuando mi hijo mayor empezó su crisis de adolescencia, un día a la hora de comer pusimos un plato más en la mesa y esperamos a que él preguntara quién venía a comer...
Le contestamos que era para “Pubertad”, un nuevo miembro de la familia que nos acompañaría durante un tiempo no definido. Puso cara de adolescente en crisis y empezó la comida.
A la primera salida de tono (he de reconocer que ninguna fué grave) nos dirigíamos al sitio vacío diciendo “cállate pubertad” o “cuidado con el tono pubertad”…
Mi hijo pilló el truco, de manera que cuando se daba cuenta de que se sobrepasaba el límite de lo correcto, sonriendo, era él quien decía “ha sido pubertad”… Necesitaba una puerta abierta, que le permitiera una salida “digna” …
Este recuerdo me hace pensar en dos cosas relacionadas con las reuniones :
- En primer lugar que no siempre en las reuniones se deja esa puerta abierta… acorralando a personas y “obligándolas” a buscarse coartadas más o menos patéticas…
- Y en segundo lugar, lanzo una idea sin pulir : quizá en alguna reunión se podría reservar un espacio con un cartelito tipo “cliente”, “accionista” “competencia”… y podría aportar un espacio de reflexión interesante que permitiera darle un aire nuevo a una reunión.
Lo dejo caer, sin detalles, y que cada uno lo adapte a lo que se le ocurra...