“Un fanático no encuentra razones para explicar su comportamiento porque no son actos de fe, son actos irracionales.” F. NietzscheLamentablemente las escenas desmedidas y despiadadas que causan terror y que hoy observamos los venezolanos con estupor y con gran impotencia en las calles del país, se debe, sin lugar a dudas, a la siembra de odio que puede listarse como uno de los peores legados de Chávez a sus seguidores más inmediatos y que hoy, afortunadamente, van en descenso. La repulsión del pueblo está llegando a la destrucción de símbolos como estatuas, vallas y pancartas erigidas inmerecidamente al cultor del odio patológico, de esa pasión destructiva que conduce al deseo de aniquilar al otro por la simple razón de pensar distinto y oponerse a sus ideas destructoras y engañosas.
Los infatuados con el poder, los radicales fanatizados, exhiben sin pudor su soberbia que es la expresión más concentrada de odio por los demás. Es un odio estéril e infecundo, como el fascismo, que llegó a la guerra y al intento de demolición de todos los valores, sin crear nada. Es un odio por amor al odio, estúpido y ciego, dañino, que quisiera impulsarnos al abismo más profundo.
Más del 90% de la población rechaza hoy ese comportamiento y unas cuantas víctimas de la violencia y el ultraje con que se ejerce el poder quisieran tomar la justicia por sus propias manos. De allí el mensaje para todos: no confundamos la venganza con la justicia; ésta tarde o temprano llegará; la intolerancia en sí misma, decía Ghandi, es una forma de violencia y un obstáculo al crecimiento del verdadera espíritu democrático.
Quienes nos oponemos a este régimen despiadado y cruel tenemos que diferenciarnos de ellos en todos los sentidos; quienes creemos con fe en las sabias lecciones del cristianismo, tenemos que practicar un sincero humanismo, integral y solidario, conscientes que “el alma no tiene secreto que el comportamiento no revele.”
Los venezolanos queremos paz, pan y trabajo; seguridad e igualdad de oportunidades y trato. Los venezolanos tenemos hambre y sed de justicia y tranquilidad; deseamos reencontrarnos con nosotros mismos y con los otros para reconstruir el país sin dilación y sin privilegios. Contamos con mucho talento, voluntad y disposición, sobre todo con mucho talento joven emprendedor, impermeable a la prédica del odio. Los venezolanos hemos aprendido de la realidad que nos atosiga y de las luchas que nos maceran. De los hermosos mensajes de la primavera de Praga hemos entendido que las armas sirven para matar hombres, lamentablemente, pero nunca han servido para matar ideas, y éstas son las que nutren nuestros ideales de libertad y democracia, de justicia y paz.
Neuro J. Villalobos Rincón @nevillarin
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