Ideario, ideario, ideario, ideario (ii)

XXVida dentro del monstruo. Por lo menos tenía el título. No sabía realmente lo que quería decir, ni si se escondía una historia detrás de aquellas cuatro palabras tan prometedoras puestas así, todas juntas, y en ese orden.
XXLlevaba así un rato en el autobús, con la carpeta sobre las rodillas y las cuatro palabras en un rincón del folio. Miraba por la ventanilla y ponía cara de estar manejando demasiadas cosas a la vez. En realidad sólo se estaba fijando en el chico de la vespino, que ahora aparcaba y se quitaba el casco con un ágil movimiento, saludando a una chica que iba caminando por la acera con un asentimiento despreocupado.
XXPero el autobús dejaba atrás el semáforo y la escena quedaba atrás, volvía entonces a la hoja en blanco que le miraba, amenazante.
Alberto Barberá. Inédito.