Revista Opinión

Ideas, agresión y responsabilidad

Publicado el 26 marzo 2012 por Jorge Gómez A.

El caso de DanielZamudio no es sólo un caso criminal, sino que pone en el tapete una vezmás, el problema recurrente que implican aquellos credos o dogmas, que consideranválida la agresión contra otros, a nombre de ciertos fines.
¿Sejustifica agredir a alguien, en nombre de ideas o fines que se presumensuperiores? Claramente no. Éticamente, no se justifica bajo ningún punto devista. El problema es que aún hay gente con ciertas ideas, que consideranválido el uso de la fuerza para imponer sus credos particulares.
Lamayoría de esos dogmas se caracterizan por una visión totalitaria, totalizantey colectiva del mundo, donde el ser humano (como individuo y persona) quedifiere o es distinto al sujeto ideal, planteado por dicho dogma, es visto comoun lastre, un problema, una forma de corrupción.
Comoes de esperar en estos modos de pensar, los principios de tolerancia ypluralismo son inadmisibles, pues debido a sus conceptos totalitarios, nopermiten ni aceptan la más mínima desviación en cuanto a su ideal colectivo, entodo sentido. Cualquier divergencia con respecto al ideal planteado, en cuantoal ser humano y la sociedad, es considerada una desorientación, un extravío, undescarrío, una traición, un revisionismo, una perversión, una impureza.
Cualquierasea el caso, la diferencia o la divergencia, es vista como un atentado a “losideales superiores de una minoría poderosa, de la mayoría organizada, de lasociedad, del pueblo, de la nación, la patria, de los cristianos, losmusulmanes, los gays, los heterosexuales, los blancos, los negros, los ricos,los pobres, los cultos, los ignorantes”.
Entodos estos modos de pensar totalitario -donde los ideales se presumen comoirrefutables, superiores e incorruptos, y por tanto independientes a cualquierimpureza humana contingente- surge la idea de “corregir”. Y eso no es más que elpropósito de encauzar (o forzar) hacia esos fines colectivos superiores, la “inconsciencia”del individuo que se considera transgresor, desviado, corrompido, distinto.Todo con el propósito de “purificar” de esas desviaciones, a la utopíapretendida por el dogma.
¿Cómose encauza la consciencia, según los credos totalitarios?
Paralos dogmas totalitarios hay un solo modo, que no es otro que el uso de laagresión contra las personas. El fin -que presumen superior a cualquier otro-justifica el medio, la violencia, la coacción. Sólo así visualizan posible esa“limpieza” o esa “pureza”.
Esafue la lógica totalitaria que dio paso a la “Solución final” en la Alemania nazi, la Gran Purga en la URSS, el Muro de Berlín quedividió Alemania, a la Inquisición,al macarthismo enEstados Unidos, la RevoluciónCultural en China, y un  largo etc.
Poreso, cada vez que usted justifica la coacción o la violencia en nombre de suspropios ideales, está siendo cómplice indirecto de una golpiza como la querecibió Daniel. Como se preguntaba Hannah Arendt, “¿Quien dice que yo, quecondeno una injusticia, afirmo ser incapaz de realizarla?”

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